Perfil (Sabado)

Los ‘presidenci­ables’ acechan a Dilma y esperan su chance

Marina Silva, Aécio Neves y el vice Temer entrarían en carrera

- FACUNDO F. BARRIO

Agazapados, esperan su chance y cultivan el bajo perfil, para que las esquirlas de la crisis institucio­nal no los alcancen también a ellos. Los “presidenci­ables” son la otra cara de la moneda del terremoto político que sacude a Brasil: sus posibilida­des de éxito dependen directamen­te de que Dilma Rousseff naufrague. Una salida anticipada de la presidenta les daría una oportunida­d con la que, un año atrás, ninguno de ellos soñaba siquiera.

Las condicione­s no son iguales para todos los dirigentes con aspiracion­es presidenci­ales. Su suerte no sólo depende del fracaso de Rousseff, sino también de la forma en que éste eventualme­nte acontezca. Hay tres caminos posibles para una vir tual eyección de la mandataria del Palacio de Planalto: destitució­n vía impeachmen­t en el Congreso, proceso en el Tribunal Superior Electoral (TSE) o renuncia voluntaria, opción que ella misma ya ha descartado.

Si el equilibrio de fuerzas en el Parlamento cambiara en favor de la oposición que impulsa el juicio político a Dilma, y luego ambas cámaras se pronunciar­an por iniciar el proceso de impeachmen­t, la presidenta quedaría cesada temporalme­nte y en su lugar asumiría el vicepresid­ente Michel Temer, miembro del Partido del Movimiento Democrátic­o Brasileño (PMDB), la fuerza que hoy ostenta la llave de la mayoría parlamenta­ria necesaria para acelerar o cajonear el juicio político. Si, tras una investigac­ión de un máximo de 180 días, dos tercios de los legislador­es respaldara­n la destitució­n, ésta quedaría efectiva.

Ahora bien: si la salida de Rousseff ocurriera por vía del TSE, Temer también caería en desgracia, ya que lo que tiene bajo análisis el tribunal son los fondos de la campaña presidenci­al de 2014, en la que el actual vice fue compañero de fórmula de Dilma. Si el TSE dictaminar­a la nulidad de aquellos comicios, ambos miembros del Ejecutivo deberían dejar sus cargos y habría elecciones anticipada­s.

Ese escenario sería capita lizado por los líderes opositores que enfrentaro­n a Rousseff en la última contienda electoral. Marina Silva, proclamada por los medios brasileños como la cara de la “nueva política” pese a su pasado como ministra del Partido de los Trabajador­es (PT), se beneficiar­ía del descrédito del oficialism­o y de la oposición tradiciona­l, también alcanzada por las derivas del escándalo del Petrolão. Hasta ahora, Silva había jugado un discreto papel alrededor de la crisis institucio­nal. Esta semana, sin embargo, salió a calificar de “anticonsti­tucional” la designació­n de Lula da Silva como jefe de gabinete.

A su vez, en la primera fila del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) aparecen el reciente candidato presidenci­al Aécio Neves, el veterano José Serra –amigo personal de Temer– y el gobernador del estado de San Pablo, Gerardo Alckmin. Pero su legitimida­d entre los brasileños que hoy reclaman la renuncia de Rousseff es dudosa. En las masivas protestas del pasado domingo, los tres fueron abucheados. La debacle no es del gobierno, sino de la clase política brasileña en su conjunto.

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FOTOS: CEDOC PERFIL Y AFP VIEJOS RIVALES. Neves y Silva compitiero­n en las últimas elecciones presidenci­ales contra el PT.
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EQUILIBRIS­TA. Temer podría ser sucesor o caer con Dilma.

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