“El país debe avanzar hacia la legalización del cannabis”
vez sobre el uso de la planta para tratar enfermedades como la epilepsia y el Parkinson. Cómo actúa en el cerebro y los riesgos.
El cannabis es la droga ilegal más consumida en el mundo. La Convención Unica sobre Estupefacientes de la ONU firmada en 1961 recomienda su prohibición, aunque también contempla “la producción, fabricación, importación, uso y posesión de estupefacientes a los fines médicos y científicos”. Sin embargo, miles de años después de las primeras referencias históricas del consumo de marihuana, el potencial terapéutico del cannabis sigue estando por explorar debido a las trabas en las investigaciones tras la prohibición.
Pero la tendencia está cambiando. Cada vez hay más estudios clínicos sobre el cannabis en el mundo y más países decidieron controlar una realidad hasta ahora oculta. Uruguay, Colombia, muchos Estados de EE.UU., Canadá, Alemania, Francia, Italia y Finlandia tienen programas de cannabis medicinal. En Argentina, un proyecto de ley que busca ser debatido en el Senado, tras su aprobación en Diputados, autoriza el uso medicinal de aceite de cannabis para algunas enfermedades. Y esta semana se realizó la Jornada Cannabis sapiens en el Centro Cultural de las Ciencias, donde especialistas de diferentes áreas se reunieron para discutir conceptos científicos, legales, políticos y culturales relacionados con el consumo de marihuana.
Hace sólo 25 años se descubrió el sistema endocannabinoide, una extensa red de comunicación entre neuronas y otras células del sistema nervioso central y otros órganos cuyo funcionamiento es modulado por los principales compuestos activos del cannabis (THC y cannabidiol, o CBD). “Los receptores cannabinoides (CB1) son de los más abundantes en el cerebro, más que los de dopamina o serotonina. Participan en muchos circuitos que median entre funciones diferentes, como el control motor: desde cómo cortar con un cuchillo hasta cómo jugar al básquet. Cada vez que hacemos eso, ponemos en juego una cantidad de sinapsis en las cuales una vez que están funcionando se liberan endocannabinoides”, le explicó a PERFIL Marcelo Rubinstein, investigador del Co-
“Produce dependencia. Pero menos que el alcohol, el tabaco y los ansiolíticos”
nicet e impulsor de la Jornada.
“Los endocannabinoides funcionan como semáforos rojos que aparecen en una autopista. Van poniendo pausas a la neurotransmisión. Esas pausas son necesarias para que esa neurotransmisión sea mucho más precisa. Permite, por ejempo, amplificar algún tipo de actividad motora respecto de otra y filtrar información espuria para que no se produzcan movimientos que podrían alterar la motricidad”, agregó. Esto explica algunos de los efectos de la marihuana, como la atenuación de las deficiencias en coordinación y actividad motora de enfer- medades neurodegenerativas como espasmos, tics y temblores. Según la doctora Raquel Peyraube, asesora ad hoc del Instituto de Regulación y Control del Cannabis de Uruguay, la planta también muestra beneficios para los pacientes con esclerosis múltiple, Parkinson, epilepsia, dolor crónico, neuro-
patía y cáncer (para aliviar la sintomatología adversa de la quimioterapia). “No cura, es un paliativo”, sostuvo.
Sin embargo, el médico psiquiatra José Capece advirtió sobre los riesgos: el uso intensivo de marihuana (más de tres veces por semana) puede ocasionar alteración del aprendizaje, problemas de productividad y trastornos vinculares. También psicosis aguda en pacientes vulnerables. “Es cierto que produce dependencia, pero es menor que el alcohol y el tabaco. La mayor parte de la medicación ansiolítica que usamos crean mucho más dependencia y a los médicos no nos complica recetarlas”, opinó Peyraube, impulsora de la legalización de la marihuana medicinal en Uruguay.
Para los especialistas es clave que el país avance en regular el uso del cannabis con fines terapéuticos. “La legislación actual es ridícula. Argentina se debe un debate profundo en el ámbito parlamentario”, aseguró Rubinstein. “Cincuenta años de prohibición no demostraron ser eficaces. No hay dudas de que hay que legalizar. Tenemos la posibilidad de controlarlo y que no lo hagan las mafias”, concluyó Peyraube.