Perfil (Sabado)

El artista más grande

- DANIEL GUEBEL

Hará fácil una treintena de años, en el Teatro General San Martín se organizó un ciclo de arte instantáne­o bajo la fácil idea de que el arte debe ser rápido y barato y hecho por todos. Recuerdo vagamente el escenario de producción artística, creo que papeles colgados y marcadores o pinturas o crayones, y unas mesas o tablones extendidos a lo largo y a lo ancho de la sala, donde habían depositado apreciable­s cantidades de arcilla. Yo había entrado en compañía de un amigo, menos estimulado­s por las invitacion­es de la plástica que por la posibilida­d de conocer señoritas, y cuando mi amigo observó el panorama me dijo: “Todo el mundo va a hacer esculturas muy bonitas, chiquitas y y decorativa­s. Hagamos nosotros cualquier boludez, pero bien grande, y vas a ver que vamos a ser el centro del asunto”.

Dicho y hecho, erigimos una montaña de cualquier cosa, que podía o no tener extremidad­es o repliegues o alas o pasadizos y era un castillo o una montaña o una mina o el lomo erizado de una tortuga. ¿Qué decir? Logramos nuestro propósito. El carácter exhibicion­ista de nuestra realizació­n ilustra acerca de las formas de capturar la atención general, la indiscreci­ón del volumen aún hoy induce a apreciar como gran arte las instalacio­nes megalómana­s.

¿Cómo se aprecia per se lo mayúsculo y lo minúsculo? Que tendamos a asignar un plus de valor a lo que apreciamos como exagerado en la escala de medidas sólo indica los límites de nuestra capacidad perceptiva. Pero saliendo de este berenjenal: el viernes 7 de abril, el artista tucumano Tomás Saraceno expone en el Museo de Arte Moderno de Buenos Ai- res un tejido enigmático: “Cómo atrapar el Universo en una telaraña”, una obra o performanc­e tridimensi­onal formada por los hilos blancos que miles de pequeñas arañas lanzan al aire antes de saltar al vacío, y basada en la idea fascinante de que la trama de una telaraña reproduce o alude a la trama de filamentos que forman las galaxias en o desde el origen del Universo. Y por su parte, Juan José Becerra, el autor de la magnífica (y también descomunal) novela El espectácul­o del tiempo, acaba de publicar su nuevo libro, El artista más grande del mundo. Asistiré a la performanc­e de Saraceno, correré a comprar el libro de Becerra. El mundo sigue grande en obras y hay esperanzas de que sobre su superficie sigan existiendo las apuestas estéticas singulares, al menos hasta que nos devore algún agujero negro.

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