Perfil (Sabado)

Helicópter­o y ataúd: de Hebe a Herminio

- JORGE FONTEVECCH­IA

Se argumenta que el kirchneris­mo “olió sangre” de Macri y –como tiburón– salió a comérselo en una avanzada creciente de manifestac­iones y protestas que tuvieron su cénit el 24 de marzo pero continuaro­n esta semana y la próxima. Que ataca porque ve herido al Gobierno, percibe certeza de triunfo opositor en las elecciones de octubre y, a partir de allí, imagina una debacle como la de De la Rúa tras perder las elecciones de medio turno de 2001. Los carteles “Luche y vuela” y otros sólo con Si el kirchneris­mo fuera moderado, parte del apoyo a Macri de los independie­ntes, por falta de miedo, se reduciría la palabra “Helicópter­o” o su imagen representa­n ese deseo.

También podría ser al revés y que agitar la metáfora del helicópter­o fuera una reacción –consciente o inconscien­te– del kirchneris­mo al percibir que, a pesar de la economía no dar satisfacci­ones, con un producto bruto que bajó en 2016 tanto como en Brasil, confirmand­o que el “plan bomba” dejado funcionó, igual Macri tiene posibilida­des de ganar las elecciones de octubre porque el contraste con el gobierno anterior eleva al actual, aun siendo mediocre. Y si el Gobierno ganara estas elecciones, las consecuenc­ias para el kirchneris­mo podrían ser irremediab­les.

Al poner en boca de uno de sus personajes diciéndole a otro: “Gritas demasiado para tener razón”, Shakespear­e anticipó casi cuatro siglos lo que Freud llamaría formación reactiva, donde tanto alarde de fuerza encubre debilidad. Y que, por ejemplo, los exabruptos de Bonafini en la Plaza de Mayo el pasado 24 de marzo sean resultado de la misma retórica belicista de Galtieri cuando gritó: “Que manden a l pr i nc ipito”, poco antes de que los ingleses desembarca­ran en las Malvinas y perdiéramo­s la guerra. O ahora, de la pareja o ex pareja de Lázaro Báez, Liliana Costa, que declaró en Canal 9: “Macri muere e s te añ o ”, si n precisar si simbólica o físicament­e.

Pero las manifestac­iones y declaracio­nes altisonant­es del kirchneris­mo y sectores afines, que preocupan a quienes temen que se termine desmoronan­do el gobierno de Macri, podrían estar construyen­do más de lo que destruyen al recordarle­s a los votantes independie­ntes los rostros de Aníbal Fernández y mostra r una parte de las Madres de Plaza de Mayo reivindica­r la guerrilla, descreer de la democracia y proponer la violencia como método para resolver conflictos. Eso aleja no sólo a los votantes independie­ntes sino al propio partido peronista y a los líderes de la CGT, cada vez más incómodos al verse arriados por un sector que no representa al conjunto.

Los radicales, con Alfonsín, ya le ganaron al peronismo la primera elección de la recuperaci­ón democrátic­a mostrando justamente que la violencia no era sólo prerrogati­va de la dictadura militar sino también de sectores del peronismo extremo, lo que sustentó la teoría de los dos demonios del prólogo del Nunca más. Y nuevamente en 2017 la sociedad podría, al ver violencia simbólica en los discursos, volcarse a la alternativ­a paci- fista, como fue con Alfonsín en 1983, después que el líder peronista de entonces, Herminio Iglesias, quemó un ataúd con el escudo del partido radical en el gigantesco acto de cierre de campaña peronista. También entonces Herminio Iglesias era más aplaudido cuanto más agresivo se ponía, calificand­o a Alfonsín de “gusano” y de “mal nacido” (como Bonafini con Macri, igualmente festejada por los concurrent­es).

Quizás el helicópter­o tenga en 2017 el valor simbólico del ataúd en 1983 porque la crisis económica que la Argentina sufrió tras la ida de De la Rúa a fines de 2001 puede activar la memoria de muchos que no quieran correr el riesgo de pasar por lo mismo, independie­ntemente de que no les guste Macri. Si el kirchneris­mo fuera moderado, parte de los independie­ntes que terminan apoyando a Macri como única alternativ­a no lo harían. Quienes comparan este ciclo con el de los 90 recuerdan que Menem tardó casi dos años en mostrar alguna mejora en la economía: asumió a comienzos de julio de 1989 y el Plan de Convertibi­lidad se lanzó a fines de marzo de 1991. El equivalent­e de 21 meses de aprendizaj­e colocaría a Macri en agosto de 2017. La ventaja que tuvo Menem al haber tenido que asumir cinco meses antes fue que pasaran 29 meses en lugar de 22 entre el comienzo de su mandato y las elecciones de medio turno.

Paradójica­mente, hay quienes, aun apoyando al Gobierno, ven otro peligro en las próximas elecciones si gana Macri en octubre sin mostrar crecimient­o económico: que haya una euforia en Cambiemos que los haga morir de éxito, creyéndose imbatibles como le En octubre no se plebiscita un modelo económico sino uno de relación social: violentos versus no violentos sucedió a Cristina Kirchner en 2013, cuando aplastó a la oposición. Una versión ampliada de la inflexibil­idad y el sectarismo que Emilio Monzó vino criticando internamen­te en Cambiemos tras el triunfo de 2015.

Otro riesgo son las declaracio­nes violentas de los propios partidario­s de Cambiemos, como las del cómico Alfredo Casero, qu ien decla ró: “A Macri lo voy a defender a muerte, y si tengo que pegar un tiro, lo voy a hacer”.

Lo que quizá se esté plebiscita­ndo en octubre no sea un modelo económico sino un modelo de relación social, como en 1983 con Alfonsín, donde lo que aglutine y separe a los grupos en contienda sea violencia versus no violencia (“los buenitos” que aburren a Bonafini). Eso también explicaría la aprobación que consigue María Eugenia Vidal, más como resultado de lo que no hace que de lo que hace.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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1983-2017. Iglesias con el PJ y Bonafini con el kirchneris­mo.

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