Muerte argentina en el horror de Barcelona.
Silvina Pereyra, de 40 años, tenía la doble nacionalidad y hacía diez años que vivía en España. Ayer hubo tres muertos en otros dos atentados en Alemania y Finlandia.
Apenas un día después de la masacre en la Rambla, Barcelona se rebeló contra el terror. Al grito de “No tinc por!” (¡No tenemos miedo!), unas cien mil personas se reunieron ayer en la emblemática Plaza Cataluña, a pocos metros del lugar donde un joven terrorista a bordo de una camioneta atropelló y mató a 14 personas el jueves, para repudiar la violencia y homenajear a las víctimas.
La congoja por la matanza logró algo impensado en la política española: unir al rey Felipe VI, al presidente Mariano Rajoy, a los líderes de todos los partidos de oposición y a las autoridades separatistas de Cataluña detrás de un mismo mensaje de paz.
Desde primera hora de la mañana, catalanes y turistas sin distinción se acercaron al lugar de los hechos para dejar velas, flores y mensajes en homenaje a los muertos. Para cientos de personas fue casi imposible llegar a la plaza. Aquellos que bajaron por el tradicional Paseo de Gràcia no consiguieron atravesar el cordón de seguridad que imposibilitaba el acceso. Todos tuvieron que hacer largas filas para que los agentes policiales de los Mossos revisaran sus mochilas y bolsos, ya que la ciudad seguía bajo alerta máxima de seguridad.
A las 12 en punto del mediodía, bajo un sol abrasador, la multitud guardó un minuto de silencio que luego se convirtió en un aplauso estruendoso, de varios minutos, a puro llanto y emoción. Después, espontáneo, explotó el grito de “Non tinc por!”, repetido por miles de personas al unísono, casi en un acto de autoconvencimiento. Muchos de los asistentes levantaron los brazos con las manos abiertas, un símbolo de paz muy habitual años atrás, cuando el país se veía sacudido por los atentados del grupo separatista vasco ETA.
Casi no hubo banderas de Cataluña ni de España: todo un mensaje en momentos en que la puja independentista atraviesa cada aspecto de la vida social en Barcelona. La unidad política fue total: Rajoy y el rey no sólo se mostraron junto al presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, sino también a los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, de Podemos, Pablo Iglesias, y de Ciudadanos, Albert Rivera.
Cuando finalizó la ceremonia, muchos de los asistentes repitieron el mismo recorrido por la Rambla que el día anterior había hecho la mortal camioneta. Caminaron hasta el mosaico creado por el artista Joan Miró que preside el Pla de l’Ós, donde el vehículo ter- minó su recorrido letal. Para ese momento, la televisión ya transmitía las últimas novedades de la investigación policial, que conectó la matanza en Barcelona con otro ataque cometido la noche del jueves en la localidad catalana de Cambrils (ver nota aparte).