MAS QUE CIUDAD, LEYENDA
El Parque Dolores, el Edificio Ferry y la industria tecnológica trajeron aires nuevos a la ciudad de las brumas; aún así – thanks god– nada cambió.
San Francisco es una ciudad que se reinventa a sí misma cada vez que uno recarga la cuenta Twitter, con grúas elevándose por todo el centro y un ejército de jóvenes trabajadores de la industria tecnológica fluyendo hacia vecindarios de toda la ciudad. En la década de 1960, San Francisco era sinónimo de contracultura hippy; y en la década de 1990, del auge de las “punto com”. Actualmente, la ciudad alberga íconos de la economía digital como Airbnb, Uber y sí, Twitter. Pero no se deje engañar por su reluciente pátina: San Francisco es más que los cuarteles generales físicos de nuestro mundo virtual. Hay algunas cosas que no han cambiado y que, en sí mismas, son motivo suficiente para volver a visitarla: las vistas impactantes sobre el glorioso puerto; el carácter aún enérgico de “bienvenidos todos” de La Misión; los serpenteantes placeres naturales del Parque Golden Gate.
Día 1. Ciudad cerca de la Bahía
Haga tiempo para una caminata sobre el Embarcadero, el paseo peatonal por excelencia de San Francisco, junto a la bahía. El punto de partida está al sur del Puente de la Bahía, en Red’s Java House, sobre el Muelle 30. El San
Francisco Chronicle alguna vez lo llamó “la Catedral de Chartres de las comidas baratas”, Red’s ha existido de una forma u otra desde 1912 y tiene una vista que se extiende kilómetros. Es difícil creer que pasaron 12 años desde que el Edificio Ferry (de más de un siglo de antigüedad) volvió a abrir las puertas como un gran mercado y patio de comida estilo europeo, luego de décadas de ruina. Aunque
el Edificio Ferry ha llegado a representar todas las tendencias modernas del mundo culinario del área de la Bahía, se adhiere a lo tradicional con un mercado de productores al aire libre que funciona tres veces por semana, además de puestos de comida internos en ex camarotes de trasbordador. Hard Water, sobre el Muelle 3, prepara un pollo frito genial. Para una comida más abundante, camine dos muelles hasta Coqueta, donde lo español se topa con lo californiano y donde la extraordinaria paella alcanza para tres.
Día 2. Parta el pan
Sobre la calle 24th Street, en La Misión, por apenas uno o dos dólares, llévese un pan dulce salpicado en azúcar u hojaldres rellenos de natilla para acompañar el café en La Mejor Bakery o en Panadería La Mexicana, y vea cómo despierta el vecindario. Después, vaya al sur para subir la Cima de los Altos de Bernal, azotada por los vientos, con dirección al desparramado Mercado de Productores Alemany, que según se dice es el más antiguo del estado de California, ubicado de forma inverosímil cerca de donde
la autopista Interestatal 280 se cruza con la Autopista 101. Allí compre sus provisiones para un día de campo en el Parque Dolores, donde una renovación de 8 millones de dólares arregló la mitad norte del parque con nuevas canchas de tenis, 2,5 hectáreas de limpio y arbolado esplendor y baños agrandados. Lo que no ha cambiado: la diversa aglomeración de humanidad, y las vistas excelentes al horizonte de San Francisco. Precita Eyes es una organización de arte barrial que patrocina proyectos locales e internacionales de murales. Los docentes encabezan caminatas semanales que llevan a murales (US$ 20) entre callejones y calles densas en color. Póngase en las manos expertas de algunos de los mejores chefs de barrio de La Misión. En el ventilado espacio nuevo del Ichi Sushi & Ni Bar, pida asiento en la barra para ordenar un omakase, o la recomendación del chef, y entreténgase con el desfile de mariscos color rubí que pasen por su plato (US$ 65 por las 12 piezas). O pruebe el menú de tres platos Heirloom Cafe (US$ 65), un elegante sitio del vecindario. Traiga amigos para jugar uno o dos juegos en Mission Bowling Club. Dos de las seis pistas se reservan la mayoría de las noches para los que llegan de improviso, pero probablemente le convenga hacer una reserva (entre US$ 35 y US$ 55 la hora, por pista).
Día 3. Ratones de biblioteca
Primero estuvo Green Apple Books: inaugurada en 1967, es una institución literaria. Ahora hay una Green Apple Books on the Park, perfectamente situada para una inspección matutina en la Novena Avenida del Inner Sunset, justo al sur del Parque Golden Gate. Como su tienda hermana, también auspicia eventos con una impresionante línea de escritores. Después, recorra la calle y entre al Urban Bazaar para ver regalos locales raros (cinturones hechos con llantas viejas de bicicleta, toallas de té con búhos en serigrafía) y admire el encantador vivero de plantas aéreas y suculentas de la boutique. Para un brunch pausado, vaya al patio trasero de Nopalito, una filial del adorado Nopa, de Divisadero, y pruebe la vibrante comida mexicana: quesadilla de flor de calabaza, pozole con paleta de cerdo y ensalada de durazno, lechuga y aguacate con semillas de calabaza y queso (almuerzo para dos, US$ 45). O para una comida de paso, visite Arizmendi Bakery, para probar la excelente pizza del día: siempre vegetariana y cambiante (US$ 2,5 la porción). El Museo de Young, en el Parque Golden Gate, invita cada mes nuevos artistas para instalar arte y obras con el público durante horas fijas en la Galería de Educación Kimball (entrada gratuita de 13 a 17). Virtuosos recientes han incluido a Shawn Feeney, un músico y artista cuya serie Musical Anatomy expuso un ingenioso casco diapasón que los visitantes podían ponerse mientras lo tocaban.
Museo de Young, en el Parque Golden Gate, trae nuevos artistas