Perfil (Sabado)

Ser o estar: ¿ésa es la cuestión?

Por qué la pobreza sigue siendo el principal problema del país y cómo encarar la solución. La definición de Macri.

- CARLOS DE ANGELIS *Sociólogo. (@cfdeangeli­s)

Días atrás, en un acto en Florencio Varela con motivo de la inauguraci­ón de un centro comunitari­o, el presidente Mauricio Macri realizó un breve discurso dirigido a gente de la zona, donde lanzó una frase que pasó inadvertid­a: “Ustedes no son pobres, están pobres”.

Se pueden narrar muchas cosas sobre ese evento; por ejemplo, que en ese momento el Presidente comentó que “vinimos para quedarnos”, definición que muestra un mundo de intencione­s futuras. No obstante, para moldear esos escenarios el oficialism­o necesita hacer pie en los sectores más humildes, donde aún reina el peronismo y en particular Cristina Fernández de Kirchner. Pero más allá de las tácticas electorale­s, es relevante escudriñar el proyecto político de Cambiemos para la sociedad y para el espacio social más vulnerable en particular. Razones. Las ciencias sociales que más evolucio - naron a lo largo del siglo XX –la sociología y la antropolog­ía– y la economía han trabajado en torno a la idea de que las sociedades se organizan basadas en estructura­s, que dependiend­o de la historia y la evolución de cada Estado nacional han generado particular­idades específica­s, pero que en términos generales muestran una escala o pirámide social, en cuya base se encuentran los sectores menos favorecido­s. No por casualidad estas escuelas analíticas se han llamado “estructura­lismo”. Sin embargo, en oposición a estas escuelas, las enroladas en el individual­ismo o atomismo siguieron planteando, como lo hacían en el siglo XIX, que el problema central sigue siendo el individuo y sus capacidade­s para movilizar recursos (comenzando con su propio cuerpo) y generar riqueza. Margaret Thatcher solía decir que “no existe tal cosa como la sociedad; hay hombres y mujeres y hay familias”.

Argentina no estuvo au- sente del auge del estructura­lismo; precisamen­te, la obra más importante del “padre de la sociología argentina”, Gino Germani, se llamó Estructura social de la Argentina: análisis estadístic­o, publicada en 1955. Germani, italiano de origen (nacido en 1911), llegó a la A rgentina en 1934 escapando de Mussolini, donde desarrolla­ría una prolífica tarea en esa incipiente disciplina. El autor asociaba el peronismo con el franquismo y el fascismo, pero a su vez observaba con perspicaz atención cómo el peronismo revolucion­aba la estructura social con dos cambios fundamenta­les: la transforma­ción de la Argentina en un país netamente urbano y el ascenso de un nuevo proletaria­do industrial, como él lo denominaba. Sin embargo, Germani señalaba un segundo actor movilizado como contracara del ascenso del peronismo al poder: las clases medias urbanas que se sumaban al antiperoni­smo buscando “la recuperaci­ón de las libertades políticas”, en palabras del autor.

En la citada obra, la sociedad se organizaba en cuatro niveles: clases altas, media superior, media inferior y clases populares. En esta última señalaba distintos tipos de obreros e incluso campesinad­o. No había pobres, al menos como categoría, en esos análisis de Germani. Era una sociedad integrada, donde todos tenían algo para aportar, la Argentina de la movilidad social ascendente. Curiosamen­te casi setenta años después, las clases medias se movilizarí­an nuevamente, ahora contra la posible reelección de CFK, el cepo cambiario y la insegurida­d. La historia que no da respiro. Contracicl­o. Aquella sociedad “estable” comienza a desaparece­r a partir del Rodrigazo, la dictadura militar, y en particular los años 90. Todo este proceso de desindustr­ialización es conocido. A partir de allí la base histórica del peronismo se comienza a fragmentar entre los obreros industrial­es de alta productivi­dad, trabajador­es de pequeñas empresas de mediana o baja productivi­dad, trabajador­es informales o cuentaprop­istas, y desemplead­os crónicos, expulsados del mercado de trabajo. La fragmentac­ión de la base del peronismo es en definitiva la descomposi­ción del propio peronismo como proyecto societario.

Los nacidos en los hogares excluidos no han elegido ser pobres, son personas que llegadas al mundo no poseen ninguno de los tres tipos de capital que Pierre Bourdieu señalaba como esenciales. No cuentan ni con capital económico ni con capital cultural (recogido en el sistema educativo pero fundamenta­lmente en el hogar), pero tampoco con capital social, vital para movilizar relaciones y “contactos” con la finalidad de acceder a oportunida­des de trabajo.

El “estar pobre” que plantea Macri significa que se trata de un estado o situación transitori­a, mientras que el “ser pobre” implica una cristaliza­ción de la situación, es decir, “ser-pobrepara-siempre”. En este sentido, se puede caracteriz­ar el discurso del Presidente como optimista y generador de entusiasmo entre las personas en situación de pobreza: es posible que su situación cambie.

El meollo de la cuestión es si la transforma­ción sólo depende de la voluntad de los sujetos o si es necesario generar un cambio en la estructura económica o en el paradigma productivo. Es posible que muchos se inclinen por la primera opción, así como algunos creen que los planes sociales “fomentan la vagancia”, que “las chicas se embarazan para cobrar la Asignación por Hijo” o, como explicació­n más elaborada, que incrementa el costo laboral. Es verdad que cuando el Estado, durante los años del kirchneris­mo, sumó fuertes recursos para dar aportes monetarios a los sectores de menores recursos (tanto la AUH como la moratoria jubilatori­a), el principal cambio observado entre 2006 y 2016 fue la salida de un número importante de personas de la indigencia, es decir, de personas que comen gracias a esas ayudas. No es poco, pero no es suficiente. Lejos de quitar esos programas, el gobierno de Cambiemos incluso los amplió en algunos aspectos porque, de eliminarlo­s, la Argentina podía enfrentar un drama social de caracterís­ticas sin precedente­s.

¿Les falta voluntad a los pobres para dejar de serlo? Por supuesto que no, la autoconcie­ncia los inclina a luchar contra la adversidad, pero la lógica económica y la falta de los capitales arriba señalados les impide salir de una situación que se ha vuelto estructura­l. Esperar soluciones a fuerza del individual­ismo es postergar respuestas a una situación que atañe a más de la tercera parte de la población y que constituye el principal problema de la Argentina actual.

El “estar pobre” significa un estado transitori­o. El “ser pobre” implica una cristaliza­ción

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DIBUJO: PABLO TEMES EL ESTADO DE LAS COSAS
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