Al rescate de un policial de los años 40
De Silvina Ocampo, Alejandro Maci trasladó al cine su novela El impostor un proyecto que había quedado inconcluso de María Luisa Bemberg, que tras su muerte el cineasta concretó. Escrita en 1946, por el matrimonio Ocampo-Adolfo Bioy Casares, en la novela puede encontrarse una influencia tanto del policial de Agatha Christie, como una similitud con otra novela de Casares, La invención de Morel.
Acá hay algo muy interesante: su desarrollo transcurre en una sola locación –un viejo y decadente hotel junto al mar–, lo que obliga a agudizar el ingenio para acentuar la intriga y el suspenso, ya que los sospechosos no son muchos.
A Alejandro Maci se lo observa cómodo en el contenido y desarrollo, en la construcción de secuencias que permitieran subrayar las sospechas. Se diría que Maci, a diferencia de la novela que aporta más pistas, disimula mejor al autor del crimen.
La acción tiene lugar en el hotel ubicado en Ostende (su arquitectura recuerda al viejo hotel hoy casi destruido de Mar del Sud). Hasta allí llega el doctor Humberto Huberman, un homeópata. En el lugar se encuentran dos hermanas y el novio de una de ellas y otros huéspedes. A ellos se suma la dueña del lugar, pariente del médico y un chico huérfano familiar de la mujer que regentea esa casa.
El guión de Maci y Feldman ha sido adaptado con muy buenos recursos narrativos, limpiaron cierta ironía que aparece en la novela y acentuaron el drama, con sus intrigas policiales. Se preocuparon por la interrelación entre los personajes y dejaron al desnudo una pasión algo enfermiza que envuelve a los protagonistas, aunque el mayor defecto de la producción radica en los actores, con excepción de Marilú Marini y Guillermo Francella, el resto, a pesar del esfuerzo no logran el nivel de convencimiento que la historia requería.