VIEJAS CALLES VIKINGAS
Cabañas sobre acantilados, grafitis, museos de arte alineados en fila y cabeza frita de bacalao con aquavit, la ginebra nórdica. Así de excéntrica y esnob es la segunda ciudad de Noruega.
Muchos van a Bergen en busca de los dramáticos fiordos y las cascadas y de los nebulosos picos de montañas de la costa suroccidental de Noruega. Pero antes de subir rápido a un crucero o que lo lleven a una caminata, vale la pena explorar la segunda ciudad de Noruega.
Día 1. Bosque noruego
Los atractivos de Bergen comienzan por el Monte Floyen, que se eleva más de 300 metros desde la falda de la urbe. Primero súbase al funicular Floibanen (90 coronas noruegas, o aproximadamente US$ 11,60, el viaje redondo a un cambio de 7,75 coronas noruegas por un dólar) para ir a la plataforma panorámica con paredes de vidrio y vistas impactantes de la ciudad. Después, aventúrese más hacia las profundidades del bosque noruego para encontrar la Tubakuba, una cabaña situada junto a un acantilado que fue diseñada por estudiantes locales de arquitectura. Sólo hay que caminar cinco minutos para llegar a la fantástica entrada de la choza: un orificio curvo de madera parecido a una campana de tuba
gigantesca. La diminuta cabaña es alquilada a familias para fomentar la exposición al aire libre. Un antídoto para los omnipresentes cielos grises es el impresionante arte callejero, un género que aquí ha evolucionado mucho más allá de la pintura en aerosol. En el centro de la ciudad hay una pared para grafiti en Sentralbadet, pero es más interesante la optimista instalación de luces de neón (“Hay mucha gente buena alrededor”) de Svein Moxvold, sobre la Domkirkegaten. Para la mayor concentración de arte callejero, explore el área de Skostredet, donde a los coloridos murales se les unió el año pasado una obra auditiva, un rincón con asientos y parlantes incrustados que reproducen melodías hipnóticas, instalado por Lydgalleriet, una galería de arte acústico. Tapas noruegas suena a chiste, pero las hay en Bare Vestland, un restaurante con aire de cabaña de bosque que se especializa en porciones tamaño aperitivo de cocina nórdica creativa. El paisaje musical local es pequeño pero poderoso,
apoyando diversos géneros, desde black metal e indie hasta pop folklórico. Todos los gustos son bienvenidos en Apollon.
Día 2. Hacia la historia
La imagen de tarjeta postal de la ciudad es Bryggen, una fila de construcciones de madera con techos a dos aguas, sobre el puerto, que fue el epicentro de la industria pesquera de Bergen entre los siglos XIV y XVIII. Para una perspectiva diferente, camine entre el laberinto de casas hoy ocupadas por tiendas de regalos hacia el parque oculto atrás de Bryggen, sobre Ovregaten. Después, continúe al Museo Hanseático para ver cómo era la vida en Bryggen de los comerciantes alemanes que trabajaron aquí para la Liga Hanseática (admisión: 160 coronas). Situado en una ventosa vivienda de madera del siglo XVIII, el museo ha conservado sus evocadores muebles, incluyendo las literas mínimas de los trabajadores migrantes. Los escandinavos afirman que no existe el mal clima, sólo la mala ropa. Así que cuando la lluvia (o aguanieve o granizo) empiece a caer en esta ciudad, encuentre soluciones en T-Michael & Norwegian Rain. Las principales instituciones de bellas artes de Bergen están convenientemente alineadas en una fila, como patitos, frente a un estanque grande. Empiece en Kode 4, donde la colección permanente incluye pinturas naturalistas hipnotizadoras de principios de 1900 del adorado artista noruego Nikolai Astrup, y una deslumbrante exploración del movimiento avant garde de Bergen de la década de 1960. Continúe al lado, en Kode 3, que exhibe obras del coleccionista de arte Rasmus Meyer, incluyendo muchas pinturas firmadas por Edvard Munch (admisión, 100 coronas; válida para dos días en Kode 1,3 y 4). Termine con arte contemporáneo en Bergen Kunsthall. Luego del arte, más placeres. Cuando el chef Christopher Haatuft volvió a su nativa Bergen para abrir un restaurante, y nació Lysverket, con elegante decoración escandinava, que sirve nueva cocina nórdica (imagínese almejas del Atlántico Norte con coliflor y suero de leche ahumado). Se puede probar cabeza frita de bacalao (165 coronas) y quesos noruegos raros con jalea y picante pan fermentado (225 coronas). ¿Está buscando el tipo de tugurio que el prolífico escritor Ove Knausgaard pudiera haber frecuentado? Vaya a Folk og Rovere. O siga a la gente moderna hasta Ujevnt, un bar de estilo retro que sirve tragos creativos mezclados con aquavit, la abrasadora bebida espirituosa considerada la ginebra de los nórdicos.
Día 3. Piano Man
La belleza de la naturaleza noruega fue una inspiración constante para Edvard Grieg, el compositor romántico nativo de Bergen, reverenciado por sus sentimentales composiciones de piano. Y es fácil ver por qué en una visita a Troldhaugen, su casa de veraneo construida en 1885, actual museo lleno de recuerdos, como el piano Steinway del compositor. De mayo a septiembre hay conciertos a la hora del almuerzo en la sala de música, donde se presentan pianistas junto a un ventanal que mira a la cabaña del jardín donde Grieg alguna vez trabajó sus obras maestras (admisión con concierto, 160 coronas).