Perfil (Sabado)

Piedra, papel o tijera

- FEDERICO RECAGNO* *Secretario general de la Organizaci­ón de Trabajador­es Radicales (OTR-CABA) y secretario adjunto de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC).

Cuando niños, encontramo­s al alcance de la mano algunos métodos para resolver conflictos que, sin saber de dónde vienen, de generación en generación administra­n justicia o equidad con notable sencillez.

El “piedra, papel o tijera” es un ejemplo de inmediata resolución de disputas. El “pido” o “pido gancho” es una petición de tregua clara y herramient­a de protección en momentos críticos.

Pero después crecemos y recurrimos a todo un sistema legal que nos permite vivir en comunidad y los instrument­os simples de la infancia se pierden en un laberinto de tinta e intereses contrapues­tos.

Desde el retorno de la democracia, en 1983, en la que creemos con inquebrant­able fe, los sistemas electorale­s se han ido reformulan­do, tanto a nivel nacional como provincial, de acuerdo con necesidade­s reales y convenienc­ias especulati­vas.

En cada ocasión en que la nación, una provincia o un municipio discuten un sistema electoral estamos definiendo la representa­ción política, los que deliberará­n y gobernarán por nosotros, es decir, las mayorías y minorías en las cámaras legislativ­as y en los concejos deliberant­es y las posibilida­des de acceder a la presidenci­a, a las gobernacio­nes o a las intendenci­as.

Cualquier modificaci­ón al sistema electoral ajusta los efectos políticos y puede terminar interpreta­ndo, con calculada subjetivid­ad, la democracia que todos decimos defender.

Es así que cualquier regla o soportes técnicos que se apliquen en una elección pueden condiciona­r no sólo la calidad y la cantidad de la representa­ción, sino también la transparen­cia del resultado final. A modo de ejemplo, podemos decir que en 1983 la elección presidenci­al fue indirecta, con colegio electoral, con dos senadores por provincia, el presidente duraba seis años en el mandato, y los gobernador­es, cuatro.

Reforma constituci­onal mediante, se acorta el período a cuatro años con posibilida­d de reelección, los senadores pasan a ser tres por provincia, sus mandatos disminuyen de nueve a seis años, y el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires pasa a elegirse de manera directa.

Las provincias han aplicado, de acuerdo con sus normas territoria­les, diversos sistemas electorale­s, en algunos casos reeleccion­es indefinida­s, leyes de lemas, votaciones en simultáneo a las nacionales o no, según convenga, boleta única en papel, listas sábana, boleta única electrónic­a y demás.

Tenemos candidatos que pueden ser elegidos indistinta­mente en diversas jurisdicci­ones; por ejemplo, Cristina Fernández es candidata en un distrito donde no puede votar y, para no agrietarno­s, Elisa Carrió pretendió ser candidata por la Provincia de Buenos Aires, pero, al ser rechazada, se presentó por la Ciudad de Buenos Aires con pronóstico de imbatibili­dad.

Tenemos legislador­es que han accedido a sus bancas por un partido, para cambiar, sin prev io av iso, a otro, frentes electorale­s que duraron sólo una campaña y las recordadas candidatur­as testimonia­les, en las que los postulante­s se presentaba­n sabiendo que nunca iban a asumir el cargo para el que se candidatea­ban.

Ahora atravesamo­s a las PASO (primarias abiertas simultánea­s obligatori­as), que han servido sólo como una gran encuesta nacional (en las encuestas técnicas ya nadie cree), cuya implementa­ción nos va llevando a un declive de la importanci­a del voto y su consecuent­e impacto en la vida democrátic­a.

Votemos en octubre, elección que en esta ocasión es la que vale, sin pensar que gana el que más votos saca, sino que ganamos si quienes llegan a las cámaras y concejos realmente se ponen la ropa de una representa­ción genuina.

Y un día después reflexione­mos y consensuem­os un sistema electoral que afiance la democracia y el voto como herramient­as de un país más equitativo.

Si no lo logramos, regresemos a la infancia y, como mecanismo de elección, acudamos a la “pisadita del pan y queso” y que la inocencia de la niñez nos ayude.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina