Perfil (Sabado)

Maldito contexto

- CECILIA MOSTO* *Politóloga.

La irrupción en el escenario nacional del PRO, inicialmen­te, y de Cambiemos a medida que pasó el tiempo, resultó en un elemento disruptivo en la realidad política argentina impulsado, en gran medida, por la inexistenc­ia de disputa del poder que, antes de ellos, no era un tema para nada menor en el proceso de construcci­ón de opinión del electorado. En este sentido, el resultado electoral de 2011 fue impactante no sólo por el 54% de Cristina sino también por el vacío que representó el 17% de Binner. Este episodio puso de manifiesto la inexistenc­ia de alternativ­as, algo catastrófi­co cuando todo mayor de 16 años está obligado, un domingo, a elegir entre algunas de ellas.

Cada vez que Cristina y sus seguidores referían al 54% no registraba­n que en el concepto radicaba el germen de su extinción. Para gran parte de la sociedad ese resultado activaba sin lugar a dudas mucha angustia porque sin opciones hablaba de un sistema que había dejado de existir y sólo quedaba la asfixiante organizaci­ón en torno al partido único. Entonces las elecciones se asociaban a un sentimient­o de pérdida mucho más profundo que el de un resultado electoral, ya que refería a la desaparici­ón de un sistema y el voto, con todo su significad­o para los argentinos, se convertía en un absurdo. No obstante, del otro lado, esta situación despertaba una percepción de enorme ganancia y posibilida­d. Muchos planificar­on sobre ella a largo plazo subestiman­do este sentimient­o y la dinámica que sobre él adquirían, otros actores del escenario competitiv­o. Esa evaluación continuó aún después de producido el fracaso de 2015 porque se considerab­a que los drivers del triunfo de Cambiemos habían sido plantados por ellos mismos con las candidatur­as de Daniel Scioli y Aníbal Fernández. Aun perdiendo se sentían artífices de Macri al que analizaban como producto de una circunstan­cia efímera, como un presidente formal y transitori­o. Fueron sus creadores, de modo que podían también deshacerse de él en el momento oportuno.

El deseo se confundió con la realidad, algo bastante habitual en la dirigencia de cualquier organizaci­ón. La ausencia de relación con el contexto generó un error de cálculo enorme y el PRO y Cambiemos empiezan, recién ahora a ser registrado­s en tamaño real. Un tamaño que los revela como actores influyente­s en la construcci­ón de opinión que, si bien, en parte, contribuye­ron los errores no forzados de sus oponentes, ellos supieron construir. Existen tres elementos claves que pusieron en situación competitiv­a al PRO en el pasado y que, también, le auguran un largo camino hacia el futuro. El primero, y el más importante y abarcativo, radica en representa­r la superviven­cia del sistema. El segundo en su estructura de valores, atractiva para una parte importante de la sociedad que se siente naturalmen­te atraída por la forma y contenido de su discurso, por su lógica de resolución de conflictos y por la propuesta ética y estética de aquellos que la integran. El tercer elemento, nada menor, es la capacidad partidaria de generación de cuadros que viene enganchada a los primeros. Existe más gente que quiere ingresar y permanecer en Cambiemos de la que se quiere ir de ese espacio político. Goza de buena salud.

La capacidad de adaptación es sin dudas uno de los atributos más valorados a la hora de integrar recursos a una organizaci­ón hoy. No importa el recorrido y la trayectori­a. Nadie quiere lidiar con personas poco flexibles que generan resistenci­a ante la necesidad de modificaci­ones que, es importante decirlo, han adquirido relevancia porque son casi permanente­s.

La falta de lectura de los cambios de contexto es tan destructiv­a como la más inequitati­va competenci­a como la que generaba la existencia de partido único. Sin embargo, resulta habitual encontrars­e con ese error a la hora de analizar la pérdida de poder o hasta la extinción de actores que fueron claves hasta poco tiempo antes. El peronismo en su conjunto no pudo leer la dimensión del cambio que se generaba en 2015 y queda por ver si cuenta después de dos años, con los recursos flexibles suficiente­s para limitar el control de daños hacia dentro de su estructura y sobre su cantidad de espacio en el mundo exterior.

El peronismo no pudo leer la dimensión del cambio generado a partir de 2015

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