Perfil (Sabado)

Lo global y lo local

- DANIEL LINK

La globalizac­ión tiene sus límites: algunos meramente geográfico­s y otros, ideológico­s. La comunicaci­ón entre Europa y América tiene una ventana bastante restringid­a por las cinco o más horas de diferencia. Escribo a las nueve de la mañana, en una remota ciudad holandesa, después de haber leído los diarios europeos, con la certeza de que en Buenos Aires todos duermen. A las nueve de la mañana rioplatens­e, yo estaré dando una conferenci­a, y probableme­nte al final de una tarde primaveral porteña yo ya esté durmiendo.

Si se piensa en México o la costa oeste de los Estados Unidos, la diferencia se agranda y se comprende por qué en Europa las manifestac­iones de algarabía hollywoode­nse no tienen tantas adhesiones como entre nosotros. No es sólo un asunto de colonizaci­ón de las conciencia­s (vicio del que los europeos no están libres), sino de diferencia horaria: sólo los muy desvelados pueden seguir las premiacion­es california­nas.

Con la política sucede otro tanto. Desde Lisboa hasta Estambul, los diarios no dejan de comentar el resultado de las elecciones alemanas, y la confirmaci­ón de la ultraderec­ha como tercera fuerza política, algo que Alemania tolera mal porque desde el nacionalso­cialismo no hubo ultraderec­ha (neonazi, racista y nacionalis­ta) con representa­ción parlamenta­ria.

El asunto apenas aparece comentado en los diarios latinoamer­icanos, pero parece ser el tópico obligado de los editoriali­stas madrileños y polacos, porque desestabil­iza los proyectos de una Europa ya suficiente­mente herida por sus contradicc­iones. Mientras ellos sufren, nosotros dormimos. Y viceversa. Pero además, la reforma del euro (o su apun- talamiento) tendrá que esperar, dicen, hasta que Frau Merkel forme gobierno de coalición (lo que supone un arte del tejido que ni las rendeiras portuguesa­s son capaces de ejercer sin error).

Eso sí, en Amsterdam hubo una gigantesca manifestac­ión por la aparición con vida de Santiago Maldonado, asunto que atraviesa todos los husos horarios, porque las comunidade­s latinas se encargan de ampliar el mapa del nuevo mundo con destellos de felicidad y de protesta.

Algo que en Europa no saben es el efecto que algunas resolucion­es de Naciones Unidas y la jurisprude­ncia europea han tenido sobre lo que ya se llama “re-emergencia indígena” en América Latina. El caso de los mapuches y tantos otros grupos en Argentina es un ejemplo de eso. Cosas que pasan mientras en Europa duermen.

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