Perfil (Sabado)

“Las series son un paso atrás”

La directora estrenó Zama, basada en la novela de Antonio Di Benedetto. Critica la cultura audiovisua­l de la televisión, y propone que a partir de los 40 años el consumo de marihuana sea obligatori­o.

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

Nos sentimos muy honrados de que nuestros colegas piensen que esta película pueda representa­r al país en estas contiendas; la última semana han habido buenas noticias para Zama después de muchos años de dificultad, eso nos da fuerzas para lo que falta; ojalá nuestra industria pueda tener pronto las buenas noticias que necesita para seguir haciendo un cine diverso, porque diversos somos”, dijo Lucrecia Martel ayer en la conferenci­a de prensa que brindó en el Festival de cine de Nueva York, donde recibió la noticia de que su último opus representa­rá a la Argentina para los premios Oscar y Goya. Es, quizás, la directora más importante de los últimos veinte años en el cine argentino (el corto Rey muerto, La ciénaga, La niña santa, La mujer sin cabeza).

—¿Cómo vivís el estreno de la película, consideran­do el momento del cine nacional?

—Yo pienso que el circuito de cine, el que se va un poco de la normativa más dominante, de una narrativa más causa y consecuenc­ia, está cada vez más chico. Y la gente que veía películas diversas, cada vez ve películas más parecidas. No sé a qué me voy a enfrentar ahora. Lo que sí sé es que hay un público que de niño vio más animé o leyó manga, más abierto a otro tipo de narrativa. Por otro lado creo que las series a una parte de ese público le han hecho muchísimo daño. Por muy buenas que sean, y salvando Twin Peaks, origen y excepción de toda esta movida, las series son una vuelta atrás en el lenguaje audiovisua­l.

—¿Por qué son una vuelta atrás?

—Es más difícil el daño que hace algo de calidad. Hay unas posibilida­des a las que estaba llegando el cine, que las series han ocupado el con- sumo del cine de autor y lo que eso significab­a en la cultura, en términos de intercambi­o. Son narrativas muy conservado­ras, y con una dinámica de televisión, de los diálogos cargados de informació­n, mucho mejor hecha. No podés comparar House of Cards con Chips, ponele. Pero si comparás con las posibilida­des a las que estaba llegando el cine, la complejida­d narrativa-audiovisua­l, es un paso para atrás.

—¿Pensás que entre series, películas mainstream, cine en los festivales y más categorías se ha fosilizado un poco esa inquietud de la que hablás?

—Yo siento que los festivales, los grandes festivales, están cada vez más dominados por la alfombra roja, el cine que eligen genera alfombra roja, espónsores, celebridad­es. La capacidad de los festivales de tener películas que pueden ser una apuesta, lo que habían nacido para hacer, ahora son una vidriera del mainstream.

—¿Cómo fue la relación con Pedro Almodóvar? ¿Cómo fue ese ping pong de coproducto­r a directora?

—Hubo poco ping pong porque él estaba con su… ¡bueh!, cuando yo hice una, él

“Necesitamo­s de Cannes porque no tenemos guita para la promoción de la película.”

hizo como tres. Y en verdad él fue muy respetuoso de las decisiones que uno toma, y sabe que tengo otro lenguaje. Almodóvar ha sido para mí una fuente fundamenta­l para querer hacer cine. Tenemos lenguajes distintos. Me enojé cuando fue lo de Cannes (N. del R.: Almodóvar fue presidente del jurado), porque sentí que le quitaba una oportunida­d a la película, pero creo que el festival ya había decidido no pasarla.

—¿Duele no poder estar en Cannes, donde vos habías estado con todas tus películas?

—Me duele la fragilidad de este mundo, donde Cannes no te invita y tenés que mover la fecha de estreno. Me duele que necesitemo­s tanto de eso, porque no tenemos la guita para invertir en la promoción de una película. Es la fragilidad de nuestro propio mundo cultural lo que me apena.

—¿Cada vez es más proeza filmar, entonces?

—Me parece que ahora hay que ver hacia dónde realmente está yendo el Instituto del Cine, puede ser que se vuelva más difícil. Por el estreno de la película no estoy completame­nte interioriz­ada con los últimos manejos o nuevas decisiones que han tomado, pero lo que me cuentan mis amigos es que han tomado decisiones que pueden ser vistas de una manera purista como una buena decisión para eliminar vaguedades que puedan dar lugar a la corrupción, como ba nca r izar cier tos procesos del Instituto, que pasen por los bancos. Pero a la vez es desconocer cómo funciona el sistema del cine y cómo los bancos siempre responden a los que tienen plata, y no a los que no tienen plata. Se desconoce la complejida­d de nuestra pe

queña industria. Lo que todos queremos es que sea más transparen­te. Nadie pide que siga siendo el rancho oscuro que era el Incaa. Una película como Zama, por el camino que va el Instituto, es

imposible.

—¿Cómo ves al argentino como público?

—A mí me parece que el consumo de marihuana le hizo muy bien al público. Espero que la pacatería que avala el alcohol y prohíbe la marihuana no impida ese camino de experiment­ación que estaba haciendo una gran parte de la sociedad. No digo a los jóvenes, porque los jóvenes no necesitan ninguna droga, pero sí para la gente mayor. Después de los 40, debería ser obligatori­a la marihuana. Te relaja un poco a la persecució­n, y te entrega un poco a la percepción de una manera corrida.

—¿Qué te sigue fascinando del cine?

—Para hacer una película, y lo que sucede después, es conversar con gente que no conocés. Hacer una película, en mi caso cinco años, es hablar con tu entorno no inmediato. Esa puerta que abre el cine es lo que más me fascina. Cuanto más te abras a cosas distintas, más preparado estás para novedad. Hay que educarse en busca de la sorpresa, de la curiosidad, no de la verdad, del bien, porque todas esas cosas son muy sospechosa­s. Uno está del lado de los que comen, de los que tienen techo, entonces, quizás nuestra idea del bien tiene que ver con proteger nuestros privilegio­s. Hay que educar sospechand­o de lo que nos han enseñado.

—¿Hay algo en el cine que te ayuda?

—Todo lo que sea circulació­n y compartir nos ayuda a constituir una comunidad. Somos lo que compartimo­s. Digo, si hacés un cumpleaños para niños y les das hamburgues­as de McDonald’s realmente ese cumpleaños va a tener un riesgo para las criaturas. Que no sea la industria y los parámetros que nos manejen. Si tiene rating cortarle la pollera a una chica, realmente pensá si lo querés hacer por el rating o…trata de trascender el mero premio rating para pensar si vale la pena o no cortarle la pollera a una chica en cámara. Hay un momento donde es necesario apartarse de la filosofía de mercado, si no, es una porquería lo que estamos construyen­do.

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GZA. FURGANG
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NESTOR GRASSI PALADAR. La directora espera que las nuevas generacion­es que consumiero­n manga acepten otro tipo de relatos.
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FOTOS: CEDOC PERFIL ANTES. Las antecesora­s de
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Zama: La mujer rubia, La niña santa, el corto Rey muerto y la recordada La ciénaga conformaro­n un universo único en el cine.
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INTERNACIO­NAL. La película fue coproducid­a por El Deseo, de Pedro Almodóvar.

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