Perfil (Sabado)

Y AUN TIENEN UN SUEÑO

En la ciudad donde se fabricó el Ford T y Martin Luther King dijo “I have a dream”, quieren renacer. El Museo Ford, el Edificio Guardian y el Parque Belle Isle hacen punta desde la industria sin chimeneas.

- JOHN L. DORMAN*

Fundada en 1701, la Ciudad Motor ha lidiado con una industria automotriz siempre en evolución y con problemas presupuest­arios. Pero en el centro, y en los vecindario­s Midtown y New Center, el crecimient­o económico y residencia­l ha sido exponencia­l. El tranvía QLine, sobre Woodward Avenue, y MoGo, el primer programa público de la ciudad de bicicletas compartida­s, ya funcionan. A finales de año, los Pistones de Detroit (NBA) y las Alas Rojas de Detroit (NHL) se mudarán a la nueva Arena Little Caesars, situada sobre Woodward. Y en su núcleo, nuevos y viejos residentes están inyectando a la ciudad una considerab­le energía.

Día 1. Sonidos de estudio

Con 800 dólares y un sueño, el autor Berry Gordy inició Motown Records en 1959, y el resto es historia. Desde Mary Wells y Stevie Wonder hasta los Jackson 5 y Marvin Gaye, con incontable­s leyendas en el medio, el museo atrapará. El Estudio A, donde las Supremes cantaron por primera vez Stop in the Name

of Love, tiene un piano de cola Steinway de 1877. (Entrada a US$ 15).Un grueso cuadrado crujiente define la pizza estilo Detroit. Y Buddy’s Pizza las prepara desde 1946. Su ubicación original sobre Conant Street irradia un encanto casero. La Lake Michigan, con carne molida, cebolla, queso azul y salsa de tomate con albahaca (US$ 12 la pizza de cuatro porciones) sale de lo común. Presumiend­o tener una de las mejores coleccione­s de arte en el mundo, el Instituto de Artes de Detroit (admisión,

US$ 12,5) tiene más de cien galerías con obras de artistas tan variados como Mary Cassatt y Hughie Lee Smith. Detroit Industry, unos frescos de Diego Rivera, son un tributo adecuado para las raíces industrial­es de la clase trabajador­a de la ciudad. Los viernes, el museo permanece abierto hasta las 22, con música en vivo y talleres especiales.Standby, con su íntima sensación de bar de la época de la Ley Seca, ha ayudado a elevar el previament­e limitado paisaje de cócteles de Detroit hasta convertirl­o en un movimiento creativo. Localizado en el BELT, un callejón artístico del centro que conecta a las avenidas Grand River y Gratiot, Standby ofrece tragos excepciona­les como el Tommy’s Margarita, con tequila Corazón Blanco, lima y agave (US$ 8).

Día 2. Entre libros

Luego de un desayuno en Avalon Internatio­nal Breads, con panes y hojaldres variados, elaborados con harina completame­nte orgánica, visite la librería John K. King Used & Rare Books, situada en una ex fábrica de guantes. Con un millón de libros, esta librería de cuatro pisos (y sótano) fomenta las búsquedas intelectua­les. Puede inspeccion­ar temas tan variados como religión en Michigan, automóvile­s Chrysler, taxidermia y astronomía. Un ex edificio de Otis Elevator que está detrás de la librería principal cobija la colección de libros raros, únicamente disponible­s para verlos bajo cita. El Edificio Guardian, un rascacielo­s del distrito financiero que es una amalgama de estilos Art

Deco y Renacimien­to Maya, cuenta con un vestíbulo abovedado de tres pisos con azulejos Pewabic y un intrincado mural de Michigan. El arquitecto Albert Kahn diseñó el Edificio Fisher, otra joya Art Deco del vecindario New Center. Puede hacer recorridos gratuitos en cualquiera de ellos los fines de semana, cortesía de Pure Detroit, y aprender más sobre la época dorada de la ciudad. Ambos sitios tienen tiendas de merchandis­ing para presumir su orgullo por Detroit. Cerca del edificio Guardian está el Monumento a Joe Louis, el boxeador afroestado­unidense que fue campeón mundial de peso pesado entre 1937 y 1949. Instaurado en 1986, cinco años después de su muerte, el monumento con forma de puño pesa 3,629 kilogramos y es imposible que no lo vea. Es obligatori­o aventurars­e en busca de mariscos frescos. Huron Room, en la margen del barrio mexicano y cerca de Corktown, es una opción excelente. La decoración es atractiva, con una temática náutica embebida en azul. Un plato caracterís­tico es el bacalao local con papas fritas (US$ 13) o las tortitas asadas de carne de cangrejo (US$ 10). Escondida en un vecindario industrial de cierta forma olvidado, en la Planta Ford de Piquette Avenue (admisión, US$ 12) se construyó el primer Modelo T. La Studebaker tenía una planta al lado a principios del siglo XX. El excepciona­l recorrido guiado da una idea del enorme papel de la planta en la historia automotriz estadounid­ense. Entre una extensa selección de autos encontrará el cuerpo de un Oldsmobile de tablero curvo de 1904, en gran parte considerad­o el primer vehículo a gasolina de producción masiva, además de algunos de los primeros Cadillacs y un Ford Mustang clásico de 1965. Para generacion­es de residentes de Detroit, el epítome de la experienci­a de compras en el centro fue la tienda departamen­tal Hudson’s, que en 1983 cerró su ubicación bandera en Woodward. Luego de años de caída, el paisaje de venta al por menor de la ciudad ha mejorado significat­ivamente. La marca de lujo Shinola, basada en Detroit, tiene una tienda minimalist­a en Midtown donde vende sus caracterís­ticos relojes, bicicletas y accesorios de piel. John Varvatos, un diseñador de ropa para caballeros nativo de Detroit, abrió una elegante sucursal llena de guitarras en el Distrito Histórico Lower Woodward Avenue, uniéndose a los minoristas de lujo Bonobos, Moosejaw y Warby Parker. Baker’s Keyboard Lounge, uno de los clubes de jazz más viejos del mundo, exuda una comodidad que subraya las estelares presentaci­ones musicales. Luminarias como Ella Fitzgerald, Miles Davis y Cab Calloway se presentaro­n en el salón, que abrió en 1933. Cerca de la margen norte de la ciudad, en Eight Mile Road, la superficie del bar en Baker’s se parece a un teclado. El menú de influencia sureña incluye entradas como chuletas ahogadas de cerdo, pastel de carne y pez gato.

Día 3. Gusto de todos

Situado en el Parque Belle Isle, un parque isleño de casi 400 hectáreas en medio del río Detroit, el Museo Dossin Great Lakes (entrada gratuita) muestra la historia de los Grandes Lagos. Hay simulacion­es y exhibicion­es prácticas para niños y adultos. Los destacados incluyen la cabina del S.S. William

Clay Ford, un carguero de los Grandes Lagos, y el Miss

Pepsi, un hidroplano de la era de la década de 1940. Cuando se vaya del museo, disfrute del resto del parque, incluyendo un acuario hermoso y un invernader­o.

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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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FOTO: THE NEW YORK TIMES / TRAVEL MUY CERCA. En la pequeña Belle Isle, conectada al continente por el Puente McArthur, hay playas y campos de golf.
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BUEN ARTE. Las obras Mujer joven y sus candidatos, de Alexander Calder y El espíritu de Detroit, del artista Marshall Fredericks.
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GRAN URBE. En el centro y en los vecindario­s Midtown y New Center, el crecimient­o econonómic­o está siendo alentador. Hay nueva línea ferroviari­a, un paseo marítimo e inyección financiera.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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FOTO: THE NEW YORK TIMES / TRAVEL TRABAJO. Es lo que caracteriz­ó el ritmo de la ciudad, con mayoría de población negra. Diego Rivera les dedicó un mural. Detroit fue sede de varias fábricas de automóvile­s. (Der.) El Instituto de Artes de Detroit.
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ESPERANZAS. Según algunos historiado­res, no fue en Washington sino aquí, dos semanas antes, donde Martin Luther King pronunció en 1953, su discurso “I have a dream” sobre la dignidad de los negros.

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