Perfil (Sabado)

LOS MARGENES DEL PODER

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J.M.D. —Tus películas siempre se extrañan de lo cotidiano, del día a día, incluso aquí en Zama siendo de época. ¿Por qué sucede eso? —Porque tenés que pensar: para soportar la existencia, un poco loco tenés que estar. La vida cotidiana dentro de cualquier ciudad de Occidente, nos exige estar un poco locos. Pensá en todas las horas al pedo que pasamos trabajando en cosas que no nos interesan. Solamente lo hacés por la plata para pagar magramente una existencia que no es de spa, de vacaciones, de pileta de natación. ¿Cómo fue que aceptamos eso? ¿Cómo fue que nos pareció una buena idea este sistema? —¿Qué apareció en el proceso de adaptar la novela de Antonio Di Benedetto al cine y qué no creías que iba a estar ahí? —Una cosa que era una decisión, pero que no sabía si iba a suceder, tenía que ver con cierta reiteració­n y un cierto déjà vu. ¿Viste que la novela es un soliloquio? Nosotros hicimos una apuesta que era como no iba a haber una voz en off que narrara todo, que hubiera muchos planos cortos de Zama. Se escuchan las voces de los otros en off. —¿Qué es lo que sentís, ahora que ya se hizo pública Zama, que unifica a toda tu obra? —Para mí, yo elegí siempre personajes que tienen un poder en los márgenes del poder. Como en las hilachas del poder, del sistema. Me parece que la gran parte de la humanidad está en esa zona y es muy difícil que haya buenos. Es un lugar donde no es fácil hacerse el bueno. Y, sin embargo, está la gran conciencia de la clase media de ser los buenos, porque son los que trabajan, los que pagan impuestos, la certeza de que estás entre los buenos.

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