Tirar comida no puede ser una opción
Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dictados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) propone hacia 2030 reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en el mundo, en la venta al por menor y a nivel de los consumidores; y disminuir a su vez las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha. Se viene diciendo desde hace mucho tiempo que 1/3 de la comida que se produce en el mundo se desperdicia. Y gran parte de ese porcentaje es de frutas y hortalizas. Justamente con el objetivo de trabajar para contar con sistemas agroalimentarios más eficientes, esta semana se puso en marcha en el país la Red Nacional para la reducción de pérdida y desperdicio de alimentos. “Abordar desde el gobierno nacional la problemática es parte de una responsabilidad social muy importante que conlleva atender el objetivo de pensar en el Hambre Cero”, dijo en el lanzamiento Daniel Asseff, jefe de Gabinete de Agroindustria. Desde el lado positivo vale decir que algunas acciones ya se han realizado como el caso de convenios c+on el sector supermercadista. Sin embar- go, sigue siendo fundamental seguir avanzando con el trabajo en equipo entre la FAO y el IICA, los gobiernos provinciales, municipales y el sector privado. En una Argentina productiva y agroindustrial, con diversidad de climas, suelos y regiones, que produce alimentos para unos 400 millones de personas, todavía es inadmisible que haya gente con sus necesidades básicas insatisfechas y que esté por debajo de los umbrales de pobreza. Mientras haya gente con hambre, no habrá agro competitivo. Aunque los números de la actividad extensiva cierren muy promi-