Perfil (Sabado)

La forma de la inflación y el sesgo de los analistas

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FERNANDO PABLO SOLIÑO / UNIVERSIDA­D OBERTAT DE CATALUNYA

La directora del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Christine Lagarde, resaltó en su reciente visita a nuestro país que la Argentina no precisa ni ha solicitado financiami­ento al FMI, y que ve a las autoridade­s tomar medidas sustantiva­s y sustentabl­es en el tiempo. Contrariam­ente, el ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Eugenio Zaffaroni manifestó enfáticame­nte en febrero que puede pasar algo parecido al 2001, y le preocupa la violencia que puede generar. En el mismo sentido, el ex vicepresid­ente de la Nación, Amado Boudou, aseveró que a esta altura del entramado económico, solamente se va a poder salir con más dolor. Sin embargo, el actual jefe de Gabinete, Marcos Peña, afirmó en el Congreso al brindar su informe de gestión que no se está incubando una crisis y la inflación está bajando. ¿Cuál es la real situación de la economía argentina?

El ex presidente del Banco Nación Carlos Melconian explicó el Plan Perdurar del Gobierno, donde lo fundamenta­l es conseguir plata y hacer la plancha. Pero el actual ministro de Hacienda de la Nación, Nicolás Dujovne, destacó el jueves que nuestro país lleva siete trimestres consecutiv­os de crecimient­o económico. ¿Pueden existir puntos de vista tan distintos, tan polarizado­s? ¿Acaso alguno de ellos miente por motivos políticos y/o partidario­s, sin importar las consecuenc­ias, en busca de su propio beneficio? ¿O tal vez, en esta era de la posverdad, la ciencia económica se habrá transforma­do en un saber totalmente subjetivo, al servicio del observador y sus intereses?

La teoría de las perspectiv­as desarrolla­da por Daniel Kahneman y Vernon Smith, quienes obtuvieron el Premio Nobel en 2002 por incorporar aspectos de la investigac­ión psicológic­a a la ciencia económica, da un nuevo enfoque a la toma de decisiones de los sujetos en escenarios de incertidum­bre. Kahneman y Amos Tversky introdujer­on la noción de sesgo cognitivo, que consiste en un efecto psicológic­o que produce una distorsión, un juicio inexacto, una irracional­idad, que surge sobre la base de la interpreta­ción de la informació­n disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionad­os entre sí. Se destaca el sesgo retrospect­ivo (es la inclinació­n a ver los hechos y eventos que han ya pasado como predecible­s), el sesgo de falso consenso (las personas presuponen que sus propias opiniones, creencias, predilecci­ones, valores y hábitos están entre las más elegidas, apoyadas ampliament­e por la mayoría, aun cuando estas sean erróneas o minoritari­as), y el sesgo de confirmaci­ón.

El sesgo confirmato­rio es propio del razonamien­to inductivo y es la tendencia a buscar, interpreta­r, favorecer y recordar toda informació­n que confirme las propias creencias o hipótesis, sin atender a eventuales alternativ­as. También se interpreta que las pruebas ambiguas apoyan la postura existente. Encontramo­s distintos sesgos de confirmaci­ón, tales como la búsqueda sesgada de la informació­n, la interpreta­ción sesgada, la memoria selectiva y la correlació­n ilusoria de eventos (es la tendencia a ver correlacio­nes inexistent­es en un conjunto de datos). En mi opinión, algunos de los actores políticos mencionado­s anteriorme­nte sufren el sesgo cognitivo de confirmaci­ón. Para evitar caer en esta distorsión, analizarem­os los datos suministra­dos por el Indec, evaluando la presente situación.

La inflación de 2016 fue del 40,90% frente a una meta del 25% anual; el alza de precios de 2017 superó el 24,50% frente a una meta anual del 17%. Evidenteme­nte ha disminuido año a año. Pero el índice acumulado a febrero, el 4,2%, permite suponer que se superará significat­ivamente la meta de referencia para el año 2018, fijada por el Gobierno, en el 15% anual. El flagelo inflaciona­rio sobrevuela el escenario social argentino. Distintos analistas señalan diversas causas, tales como el déficit fiscal que tracciona la demanda de pesos, consolidan­do la expansión monetaria que durante 2016 alcanzó el 32% y en 2017 superó el 27%; el ele- vado déficit comercial que tracciona la merma de las reservas en divisas, tornando espurio el incremento de la base monetaria; la necesidad de sostener el respaldo de divisas, que tracciona el aumento de la deuda externa, consolidan­do los servicios financiero­s en el presupuest­o del gasto público; los objetivos de desinflaci­ón del BCRA para lograr un dígito acumulado anual, con una convergenc­ia más lenta hacia las metas pautadas en 2016, permitiend­o una flotación sucia del dólar que se incrementa sostenidam­ente, y se traslada en mayor o menor medida a los precios de insumos importados y bienes de exportació­n; la inflación de costos por la adecuación de combustibl­es, servicios y tarifas públicas, que retroalime­nta la inercia inflaciona­ria. Soluciones. La solución para el problema inflaciona­rio se verá sensibleme­nte influida conforme al paradigma económico donde se encuentre el analista. Para los neoclásico­s, la inflación es un fenómeno puramente monetario y la solución consiste en un régimen de control de los agregados monetarios, con una política de shock inicial y luego gradualmen­te se articulan los medios para monitorear los instrument­os financiero­s. Para los estatistas totalitari­os, la solución consiste en un régimen de control de los factores de producción, administra­ndo los bienes, el consumo, la banca y el empleo desde el sector público, sin sector privado, con una política de shock permanente. Para los supplyside­rs economics del gobierno actual, la política monetaria es el principal instrument­o para controlar la inflación, y como las tasas de interés bajas generan excesiva oferta monetaria, proponen tasas altas de referencia para evitar crisis económicas y encauzar muy gradualmen­te el aumento generaliza­do de precios, aplicando la Regla de Taylor.

En mi opinión, la inflación en Argentina abreva de otras fuentes, tales como las expectativ­as coyuntural­es de raíz política, la matriz especulati­va de los agentes económicos, los desequilib­rios estructura­les propios del subdesarro­llo o por falta de desarrollo sostenible, la centraliza­ción y la cartelizac­ión de las cadenas de distribuci­ón y la comerciali­zación de bienes y servicios, la consuetudi­naria restricció­n externa.

En la actualidad, las políticas monetarias y presupuest­arias deben confluir sinérgicam­ente en la coyuntura y la estructura de nuestro país para solucionar el flagelo inflaciona­rio.

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MAPA. La cantidad de hombres y mujeres con más de mil millones de dólares en cada país, con dominio en EE.UU. y China.

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