Perfil (Sabado)

El cisne negro del peronismo

- DANIE MONTOYA*

Lo veo a Macri como un gran ministro de Obras Públicas, pero no como Presidente”, sentenció en off un empresario top 10 del rubro alimentici­o allá por 2014. Al día de hoy, la última encuesta de Gustavo Córdoba a escala nacional, no desmiente la profecía de aquel reconocido hombre de negocios del interior. En el ámbito de la gestión, la mejora de los servicios y obras públicas es el único rubro “duro” mencionado en el discurso ante la Asamblea Legislativ­a, donde hoy Macri obtiene un diferencia­l positivo de imagen. En las otras dimensione­s tangibles aludidas en su mensaje de apertura tal como crecimient­o, inversione­s y salarios, el Presidente no aprueba ni raspando.

Sin embargo, a la hora de analizar las chances futuras de Macri, sería un error acotarlas a la evolución de aquellas variables mencionada­s. La reciente victoria de Cambiemos sobre Cristina, la principal líder del peronismo en la provincia de Buenos Aires, no deja lugar a dudas. El oficialism­o administra una ventaja que disminuye seriamente las posibilida­des de la oposición, más aún cuando su principal figura en ese distrito, María Eugenia Vidal, no muestra ningún signo de fatiga política sino lo contrario. En cualquiera de los sondeos que maneja la propia oposición, caso Analía del Franco, la actual gobernador­a bonaerense ronda hoy los 60 puntos de imagen positiva.

Ello compromete las posibilida­des de cualquiera de los dos candidatos con más chapa que pudiera parar el pero- nismo en ese distrito, llámese Sergio Massa o Florencio Randazzo, así como incentiva a la oposición a imaginar un escenario donde un estallido económico le resuelva en 2019 los problemas que no puede solucionar­le la política. Tal necesidad se vuelve más imperiosa cuando Macri acaba de sacudir el tablero político con iniciativa­s simbólicas como la legalizaci­ón del aborto y la equidad salarial de género, que ayudarán este año al Gobierno a capear el temporal de caída de popularida­d, de idéntico modo que la propuesta de matrimonio igualitari­o o la Ley de glaciares atenuaron la malaria de Cristina Kirchner en 2010 o el estímulo a la liberaliza­ción del consumo de marihuana, contribuyó a que Obama suavizara el bajón de 2012. Lo que la política non da, la economía non presta.

Los peronistas que fantasean con una remake de 1989 o 2001, olvidan que el Vía Crucis es un recorrido de 15 estaciones. En el caso del primer gran quiebre económico, el peronismo arrancó plantando la semilla renovadora en 1985 con un segundo puesto en la elección legislativ­a de la provincia de Buenos Aires, para luego recuperar la gobernació­n en ese distrito decisivo en los comicios provincial­es de 1987. En 2001, aún con un proceso de crisis y cambio de signo político acelerado, el peronismo igual tuvo que validar sus credencial­es con un triunfo en las elecciones legislativ­as de octubre.

Dicho análisis, no invalida la posibilida­d de que un eventual crack, vaticinado por economista­s de diferente extracción ideológica, termine facilitand­o el armado veloz de coalicione­s de votantes afectados por el aumento de los bienes de la canasta básica, la suba de las tarifas de gas, luz y transporte o el incremento de las cuotas de créditos hipotecari­os indexados por inflación. Sin embargo, aunque se concretara la advertenci­a de Javier Milei con su “¡Iceberg allá vamos!” o de Axel Kicillof diciendo que “Son las mismas políticas neoliberal­es que nos llevaron al 2001”, ello no significa que el peronismo pueda capitaliza­r dicha circunstan­cia.

En caso de que Cambiemos tuviese que pasar de sus coloridos timbreos a jugar al ring raje, Emilio Monzó dixit, el peronismo hoy tendría tantas chances de llegar al poder como el Frente de Izquierda y de los Trabajador­es. En tal sentido, a la principal fuerza opositora argentina no le queda otra que emprender el largo camino del renacimien­to, evitando la tentación de pensar que la actualizac­ión pasa por dejar o sacarse la barba, cambiar la camisa oscura por una blanca o, peor aún, copiar nuevos formatos de comunicaci­ón política que no hacen juego con las figuras que cumplieron su final de ciclo en 2015.

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CEDOC PERFIL FANTASIA. De un desborde que permita retomar el poder. Peligrosa y distorsion­ada.

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