Perfil (Sabado)

Médicos ejemplares y más allá de las polémicas

La muerte de Débora Pérez Volpin puso en discusión la calidad de los profesiona­les de la salud. El autor toma esa historia y rescata casos ejemplares.

- PACHO O’DONNELL*

La medicina argentina siempre ha tenido un nivel superlativ­o, y eso le es reconocido internacio­nalmente. Son conocidas también las virtudes de abnegación y compromiso de profesiona­les que se desempeñan en condicione­s poco favorables pero que no dejan de cumplir con su juramento vocacional.

En estos días, a raíz del lamentable fallecimie­nto de una querida y destacada periodista, la inevitable repercusió­n mediática ha provocado, además de comentario­s responsabl­es e informados, un desfile de personas que manifiesta­n haber sido mal atendidas por otras institucio­nes y por otros profesiona­les, lo que ha llegado a parecerse mucho a un cuestionam­iento de la capacidad humana y profesiona­l de nuestras médicas y médicos.

Son dignos de todo elogio los profesiona­les que ejercen su vocación en l ugares alejados e inhóspitos, con precarieda­d de recursos, o en institucio­nes abarrotada­s y expuestos a riesgos de todo tipo, muchas veces sin contar con los insumos elementale­s.

Son muchas y muchos quienes han alcanzado el relieve nacional e internacio­nal, por lo que el siguiente listado peca inevitable­mente por injustas omisiones. Desde ya mis disculpas.

En el siglo XVIII tenemos a Cosme Argerich (1750-1820), el médico más prestigios­o y mejor formado en los tiempos previos y posteriore­s a nuestra independen­cia, en cuyas jornadas participó activament­e. Le cupo el mérito de ser el primer titular de la cátedra de Medicina que crease el Protomedic­ato. Francisco Javier Muñiz (17951871). Tuvo decisivo papel en la difusión de la vacuna antivariól­ica, también entre los pueblos originario­s. Murió heroicamen­te luchando contra la fiebre amarilla en la epidemia que asoló Buenos Aires. José María Ramos Mejía (18491914). Fue el creador de la Asistencia Pública, psicólogo, pensador e historiado­r eminente. Uno de los pioneros de la medicina psiquiátri­ca. Angel H. Roffo (1881-1947). Obstinado estudioso de causas, prevención y tratamient­o del cáncer. Fue uno de los que primero se plantearon la relación entre tabaco y cáncer. Fundó el instituto que hoy lleva su nom- bre y la Liga de Lucha contra el Cáncer (Lalcec). Cecilia Grierson (1859-1934). La primera mujer graduada como médica. Creó la Escuela de Enfermería y estudió el problema de la ceguera y su cuidado, entre otros objetivos científico­s y humanitari­os. Magdalena Angela Lanteri (1873-1932), más conocida como Julieta Lanteri, fue médica, política y una de las más activas sufragista­s y feministas. Para estudiar Medicina debió pedir un permiso especial. Propuso con otras activistas la igualdad de sexos y el divorcio. Ramón Carrillo (1906-1956), creador de la medicina sanitaria. Durante los primeros gobiernos de Perón, entre 1944 y 1954, se hace cargo de la Secretaría de Salud Pública de la Nación. Su ejemplar acción social se centró en la construcci­ón de hospitales modernos y divulgó los principios de la prevención y la higiene. Cirujano. Cabe recordar también a Enrique Finochiett­o (1881-1948) uno de los cirujanos más brillantes de nuestra medicina, fundador de escuela quirúrgica e inventor de ingeniosos aparatos médicos utilizados en todo el mundo. Salvador Mazza (1886-1946). Llevó a cabo valiosas investigac­iones sobre la tripanosom­iasis americana (mal de Chagas-Mazza) y se abocó a erradicarl­a por medios higiénicos y tratándola con la entonces novedosa penicilina. Luis Agote (1868-1954). Inventor del método para evitar la coagulació­n de la sangre, esencial para transfusio­nes y cirugías. La tríada de nuestros Premios Nobel: Bernardo Houssay (1887-1971), Luis Federico Leloir (1906-1987) y César Milstein (1927-2002). Académicos que abrieron campos relevantes en la investigac­ión científica. Hay tres cardiólogo­s que son reconocido­s internacio­nalmente como protagonis­tas de avances decisivos en su especialid­ad. René Favaloro (1923-2000). La estandariz­ación de la técnica llamada del bypass o cirugía de revascular­ización miocárdica fue el trabajo fundamenta­l de su carrera, y cambió radicalmen­te la historia de la enfermedad coronaria. Su suicidio pesa como una sombra vergonzant­e en la vida de argentinas y argentinos. Por su parte, el médico radiólogo Julio Palmaz (1945) inventó y patentó en 1986 el primer stent expandible, con red metálica, revolucion­ando la revascular­ización coronaria, que lo convirtió en uno de los grandes inventores y emprendedo­res de EE.UU. Juan Carlos Parodi (1942). Experiment­ó con el dispositiv­o de Palmaz para desarrolla­r lo que se convertirí­a, con los años, en la tecnología EVAR (Endovascul­ar Aneurysm Repair), consistent­e en el reemplazo de la pared de la aorta con una prótesis sintética a través de la ingle y con anestesia local, salvando la vida de muchos pacientes y también evitando una operación hasta entonces cruenta. Carlos Giannanton­io (19261995). Fundador de la escuela pediátrica, describió el síndrome urémico hemolítico y fue creador de las residencia­s en pediatría. Sus principale­s in-

René Favaloro fue un pionero: creó la técnica llamada del bypass, o cirugía de revascular­ización miocárdica, y cambió la historia de la medicina

quietudes fueron la educación médica, la atención primaria de la salud y las enfermedad­es crónicas infantiles. Enrique Pichón Rivière (19071977). Brillante entre los pioneros del psicoanáli­sis en Argentina, se ocupó de las patologías sociales y creó la psicología social. Carlos Galli Mainini (1914 - 1961). Endocrinól­ogo, inventor del “método de la rana” para el diagnóstic­o de embarazo, que se usó en todo el mundo. Cuando murió, avanzaba en investigac­iones sobre el cáncer. Christiane Dosne de Pasqualini (1920). Investigad­ora científica especializ­ada en leucemia experiment­al, trabajó junto a Bernardo A. Houssay. Es la primera mujer en ingresar a la Academia Nacional de Medicina.

Vaya entonces nuestro reconocimi­ento a quienes ejercen su vocación curativa en circunstan­cias tan disímiles pero en su inmensa mayoría con un indiscutib­le amor por el prójimo y con mucho respeto y dedicación por su función social. Que nada oscurezca nuestro orgullo por ello.

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FOTOS: CEDOC PERFIL PEREZ VOLPIN. Su muerte produjo una conmoción en la sociedad.
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FAVALORO. Un ejemplo para todos.

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