Por ahora, Lorenzetti sigue afuera de los ‘enemigos’
En pocos días, la relación con el macrismo pasó de la tensión al alivio. Ballestero, el enemigo común que acerca a las partes.
Antes de que se difundiera el fallo de la Corte que tanto molestó a Macri, Ricardo Lorenzetti habló por teléfono con el Presidente. Le anticipó de forma algo polite el sentido del fallo que trabaría los planes oficiales de federalizar Comodoro Py, sin la necesidad de pasar por el Senado.
Después de esa conversación, tras un viaje relámpago a Brasilia para participar del Foro Mundial del Agua, se reunió en el Palacio de Tribunales con el ministro de Justicia, Germán Garavano. Y al día siguiente de esa cita a solas, los cinco jueces de la Corte firmaron un oficio celebrado por el Gobierno. La relación entre el macrismo y el presidente de la Corte no admite lecturas lineales.
El pico de la tensión entre ambos actores llegó hace nueve días, cuando la Corte ordenó que se volvieran a sortear todos los casos que había recibido el Tribunal Oral Federal 9. En esa lista se incluían tres investigaciones de enorme impacto político: la megacausa por lavado de dinero contra Lázaro Báez, el reparto de la obra pública kirchnerista y el presunto encubrimiento del atentado contra la AMIA. Por las dos últimas debe ser juzgada Cristina Kirchner.
“Se salteaban un mecanismo constitucional. Estaba claro desde el principio, pero la Corte no iba a anticipar su mirada hasta que le tocara analizarlo”, opinaron cerca de Lorenzetti. Intentaron así responder a la desconfianza del oficialismo, respecto del tiempo que se tomó la Corte en cuestionar un procedimiento aprobado por ley en diciembre de 2016.
La disidencia en el voto de los cinco jueces potenció el escepticismo en el oficialismo. Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda fueron los tres que se negaron a habilitar al TOF 9, integrado por jueces de perfil crítico hacia el kirchnerismo. “El trío peronista”, según la simplificación con la que se consuelan los operadores del Gobierno. Elena Highton y Carlos Rosenkrantz, en cambio, votaron en disidencia parcial.
Una semana más tarde, la Corte mostró su cara amable hacia la Casa Rosada. Y esta vez lo hizo por unanimidad. Los cinco supremos expusieron sus sospechas respecto de la trama que derivó en la liberación de Cristóbal López y en el alivio de la denuncia en su contra. Le pidieron al presidente del Consejo de Magistratura, Miguel Piedecasas, que investigara “el procedimiento de integración de los magistrados de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional”.
Por debajo del lenguaje ceremonioso de los mensajes judiciales, el acta es un misil contra los camaristas Jorge Ballestero y Eduardo Farah. Sobre todo contra Ballestero, quien convocó a Farah para desampatar en favor de Cristóbal López. Esa acusación apenas velada acerca a Lorenzetti con el macrismo, por la vía del enemigo común: Ballestero.
Tras un vínculo de frío a pésimo entre el kirchnerismo y Lorenzetti, se especulaba con un trato mucho más amable durante el ciclo cambiemita. Ese pronóstico no se cumplió. Y la relación adoptó la forma de un electrocardiograma. Pese a ese zigzagueo, el macrismo evita meter al presidente de la Corte en la lista de los enemigos. “Con algunos se pelea y con otros se negocia”, revela un funcionario judicial. Con Lorenzetti se negocia.
“Con algunos se pelea y con otros se negocia”, ejemplifica un funcionario judicial