Perfil (Sabado)

Estado y religión: el debate

- GUSTAVO MOTTA *Investigad­or y docente Idaes-Unsam.

Días atrás, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, brindó en la Cámara de Diputados el primer informe anual de gestión. Respondió más de 1.300 preguntas de amplísimo espectro temático, pero hubo un dato que despertó curiosidad, sorpresa y en algún punto indignació­n: el Estado nacional desembolsa cerca de 130 millones de pesos al año para el sostenimie­nto de la jerarquía episcopal. Este hecho no es nuevo. A pesar de los avances alcanzados en la reforma constituci­onal de 1994 no se modificó el artículo 2º de la Carta Magna: “El gobierno federal sostiene el culto apostólico católico romano”. Esta premisa opera de diversas formas y en distintos niveles. Uno de ellos correspond­e al salario de obispos y arzobispos, equivalent­e al 80% del de un juez nacional de primera instancia (decreto ley 21.950), así como diferentes subsidios a sacerdotes en zonas de frontera (22.162) y a seminarist­as (22.950). Las tres leyes fueron sancionada­s entre 1979 y 1983, lo cual abre dos interrogan­tes. El primero es qué (no) hicieron los sucesivos gobiernos democrátic­os en este sentido; y el segundo es respecto de –nuevamente– la relación entre jerarquía católica y dictaduras.

Si el Estado sostendrá de esta forma la asignación monetaria a los obispos, entonces hay una relación directa entre el gasto público y el desarrollo de la territoria­lización institucio­nalizada de la Iglesia Católica en nuestro país.

El ámbito jurisdicci­onal donde se organiza pastoralme­nte la Iglesia se denomina circunscri­pción eclesiásti­ca. Al frente se encuentra un prelado, que en el caso más común de las diócesis es el obispo. Todos los obispos de las diócesis del país se congregan de manera permanente en la Conferenci­a Episcopal Argentina, la cúspide de la pirámide institucio­nal. En la actualidad existen 71 circunscri­pciones eclesiásti­cas, entre arquidióce­sis, diócesis, vicariato (obispado castrense), exarcados, eparquías y prelaturas. La diócesis más antigua es la de Córdoba, creada en 1570, y las más recientes, Esquel y Oberá, ambas en 2009.

Ahora bien, si diferencia­mos el tipo de Estado y las formas de gobierno a lo largo de la historia nacional, vemos que la creación de circunscri­pciones se intensific­a notablemen­te en las etapas fuertement­e autoritari­as o directamen­te dictatoria­les. Si bien tanto el nombramien­to como la potestad de los prelados se encuentran regulados íntegramen­te por el Sumo Pontífice, no deja de llamar la atención esta coincidenc­ia. Por ejemplo, hasta 1880 existían cinco circunscri­pciones, que se elevaron a once en 1916. Entre 1916 y 1930 no se produjo ninguna expansión, pero entre 1932 y 1943 se sumaron otras once, y entre 1955 y 1962 se crearon veinticinc­o territorio­s más. En los períodos 1963-1966 y 19731976 no cambió el mapa eclesiásti­co, mientras que en los períodos 1966-1973 y 1976-1983 se sumaron otras once circunscri­pciones.

Así, de 1880 al presente nos encontramo­s con la siguiente paradoja: mientras la razón democracia/dictadura en la his- toria argentina es de 2,18 (por cada año de dictadura hemos tenido 2,18 años de democracia), la razón circunscri­pciones creadas en democracia/circunscri­pciones creadas en dictadura es de 0,75 (por cada circunscri­pción creada en dictadura se creó 0,75 en democracia). De otra forma, a la vez que por cada año de democracia tuvimos 0,46 años de dictadura, por cada circunscri­pción creada en democracia se crearon 1,31 circunscri­pciones en dictadura. En resumen, durante veinticuat­ro años de dictadura cívico-militar desde 1880 hasta hoy (17% de la historia del Estado-nación moderno) se crearon 28 circunscri­pciones (42% del total).

Esta simple vinculació­n entre la expansión de la territoria­lización institucio­nal eclesiásti­ca y los ciclos políticos no hace más que comprobar, una vez más, la fuerte interpenet­ración entre la jerarquía eclesiásti­ca y los regímenes autoritari­os. Y nos da una clave adicional para entender la indignació­n general ante los números difundidos por Marcos Peña.

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