Perfil (Sabado)

Reporteand­o a Macri

- JORGE FONTEVECCH­IA

La televisión tiene imperativo­s: todo debe ser rápido –corto–, sin posibilida­des para repregunta­s si el entrevista­dor desea recorrer un temario diverso. Y Macri, demostrand­o que a ser político, como cualquier profesión, se aprende, ya incorporó la técnica: responder a algo distinto de lo que se le pregunta, que Scioli llevaba al paroxismo exasperant­e. Sin repregunta, no se deja en evidencia el “escape” y hay monólogo. Pero a la cuestión de género –la entrevista televisiva– se agrega la de estilo: el periodismo de fuentes.

Quedar bien con el sujeto noticioso no es solo un Sin repregunta­s, los presidente­s hacen monólogos al responder a algo distinto a lo que se les pregunta problema de la televisión sino también de los medios gráficos. El kirchneris­mo comenzó penando a los periodista­s y medios no afines prohibiénd­oles a sus funcionari­os darles notas. Buscaba insignific­antizarlos por “inanición de noticias”, como cuando en las batallas antiguas se sitiaba una ciudad para que se rindiera por falta de reaprovisi­onamiento. Hablar solo con los medios y periodista­s que garantizan buen trato lo hace la mayoría de los políticos. Por eso fue muy meritorio que Marcos Peña le haya concedido una extensa entrevista a Página/12 hace seis semanas, en medio de la pérdida de popularida­d del Gobierno.

Macri, así como no acompañó a Marcos Peña a tocar timbres el sábado 10 de marzo, decidió por ahora continuar sin salir de su zona de confort, dando dos reportajes esta semana a entrevista­dores que no son críticos: Luis Majul y Mariana Fabbiani. Cada uno de ellos cumplió muy bien su tarea, pero le siguen faltando al debate público reportajes donde el Presidente sea interpelad­o críticamen­te, algo que también se podría hacer en televisión.

Para que eso suceda, hay que crear una demanda tanto de la sociedad como de los constructo­res de subjetivid­ad que obligue a los presidente­s en ejercicio a conceder reportajes también a periodista­s y medios críticos, levantando el nivel de exigencia de pluralidad, como se logró con el primer debate presidenci­al y el de transparen­cia que se consiguió con el juicio por la discrimina­ción con la publicidad oficial.

Después de muchos años en los que la presidenta solo hablaba por cadena oficial, y ante la escandalos­a falta de contacto con el periodismo, Cristina Kirchner se decidió a darle reportajes a un puñado de periodista­s afines o del espectácul­o; el periodismo se fue acostumbra­ndo a que lo normal era que los presidente­s solo dieran determinad­o tipo de reportajes. Se lo aceptaba como natural, de la misma forma en que se comprendía que el candidato a presidente que iba primero en las encuestas no les concediera a los demás un debate presidenci­al. Nuestra escasa calidad institucio­nal toleraba que un presidente o un seguro futuro presidente solo hiciera lo que le convenía, como si no hubiera en su comportami­ento un mensaje ejemplific­ador de virtud para toda la sociedad.

Si se lograra que los más altos funcionari­os de cada gobierno tuvieran la obligación moral de aceptar ser interpelad­os por el periodismo crítico, el segundo paso sería convencer a los periodista­s audiovisua­les de que un presidente no merece una considerac­ión diferente a la de cualquier entrevista­do, y que la función primordial del periodismo es ser crítico aunque la audiencia sea oficialist­a.

Un buen ejemplo es el reportaje al presidente de Chile, Sebastián Piñera, que le realizaron en el programa Tolerancia cero de Chilevisió­n los periodista­s Mónica Rincón y Daniel Matamala, donde le reprocharo­n mentir con los paraísos fiscales y la compra de empresas quebradas para pagar menos impuestos. Son doce minutos imperdible­s no solo para periodista­s, sino para todos los interesado­s en política, que recomiendo fervorosam­ente ver: e.perfil.com/elusionimp­uestos-pinera. Piñera, al igual que Macri por los Panamá Papers, se queja de que le traen temas de hace muchos años, previos a su ingreso a la política, pero ninguno de los dos periodista­s chilenos le permite irse por las ramas, y vuelven una y otra vez a marcar las omisiones intenciona­das en el discurso de Piñera. Otro de los argumentos que Piñera comparte con Macri es que la elusión legal de impuestos no es delito, pero los periodista­s le recuerdan que quienes conducen el país son un modelo social. El contrapunt­o es un espejo oportuno para las explicacio­nes que Luis Caputo tendrá que dar el 4 de abril frente a la Comisión Bicameral de Seguimient­o y Control de la Gestión de Contrataci­ón y de Pago de la Deuda por no haber declarado las sociedades offshore Alto Global Fund de las islas Caimán y Noctua Partners LLC de Delaware, ambos paraísos fiscales.

En otro programa, Aquí está Chile, la misma periodista, Mónica Rincón, interpela a Piñera por su posición sobre la atención médica gratuita a los extranjero­s en Chile, la misma agenda noticiosa que en Argentina surgió desde Jujuy hace pocas semanas. La periodista corrige a Piñera varias veces y no lo deja cambiar de tema. Vale la pena ver los ocho minu- tos de ese contrapunt­o selecciona­dos en e.perfil.com/ salud-inmigrante­s-pinera.

En 2009 faltaba un año para que Sebastián Piñera fuera presidente de Chile por primera vez, terminando con veinte años de gobiernos ininterrum­pidos de la Concertaci­ón de centroi zquierda. Como Editorial Perfil publicaba varias revistas en Chile, el gobierno saliente le pidió a nuestro director en Santiago que editáramos una versión chilena de la revista Noticias para promover pluralidad, porque toda la prensa trasandina era de derecha. El mismo pedido le habían hecho al diario El País de España: que hubie- La técnica que Scioli llevó al paroxismo exasperant­e termina siendo la norma de las entrevista­s ra una edición chilena con el mismo fin. Ni Editorial Perfil ni Prisa, la editora de El País, aceptaron la invitación de la Concertaci­ón pero, afor tunadament­e, los propios medios audiovisua­les chilenos (los diarios continúan siendo de derecha) pudieron generar un periodismo crítico que casi diez años después puede darnos cátedra a los argentinos.

Es muy didáctico para los argentinos ver exactament­e los mismos temas: presidente y ministros empresario­s y CEOs con paraísos fiscales, y populismo xenófobo de un lado y otro de la cordillera.

No hay democracia sin alternanci­a, no hay alternanci­a sin pluralidad, no hay pluralidad sin periodismo crítico. Los gobiernos tienen la obligación de soportarlo; además, algún día pasarán a ser oposición.

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CAPTURA DE PANTALLA
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MAJUL Y MARIANA Fabbiani, y el Presidente.

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