Crimen y verdad
Algunas de las ofertas en la búsqueda de sentidos y el entrecruzamiento con la revolución tecnológica, son las diversas producciones televisivas, las series, las telenovelas, los celulares. No tenés porqué quedarte en soledad dada la cantidad de medios de los que disponemos. Un juego maravilloso al que nos tiene acostumbrados la actualidad: las series sobre la verdad y el crimen. Estas parecen incorporar todo: la sangre, la violencia, el amor, la discriminación, la justicia y la injusticia, la verdad y la mentira. Motivaciones, entre otras, que nos llevan a sentirnos atraídos frente a lo complejo del mundo, frente a lo que tiene del sinsentido, el estar perdido en el Universo. Prestá atención porque aquí la serie te va a decir la verdad. Y te vas a sentir reconfortado de que alguien te la va a decir. Y vos formás parte de todo esto. Es verdad que formamos parte. Aunque estemos al margen. Pero en cuanto a las ilusiones, en cuanto a la relación con la destructividad, la relación con la vida y la muerte, las fantasías más destructivas del ser humano, están presentes en estas series y es un modo contemporáneo de poder representarlos. En O.J. Simpson se hace presente la discriminación racial, la lucha por los derechos de la población negra, el maltrato de la policía, la represión. La intensidad y vertiginosidad de los medios utilizados es una de sus marcas. En El clan (Puccio) implicado en la época de la dictadura “aprovecha la tecnología” de las desapariciones para el usufructo de una familia de clase media en picada. The Fall juega con el crimen sumergidos en la eroticidad ¿perversa? del criminal y la detective. Alguien podría imaginar desde el universo de estos espectáculos dos extremos: uno que te quieren contar un cuento y de alguna manera hacerte caer en las redes del crimen y por el otro es un modo de denunciar el crimen y permitirte reflexionar sobre la existencia. Hay series que se inclinan más para un lado y otras para el otro. La realidad es más compleja. La directora argentina Lucrecia Martel dice: “Son una vuelta atrás en el lenguaje audiovisual… y en la complejidad narrativa-audiovisual, podemos pensar que ese universo representado en esas series está denotando la complejidad del universo sociocultural y de la subjetividad contemporánea”. Al anunciar que es un hecho real supuestamente eso le da más contenido de verdad, esto es una construcción ficcional que puede llevar a una trampa de creer que estamos ante lo real y la verdad, mientras que es una ficción, aunque la ficción tiene grandes contenidos de verdad. Forma parte de lo que Debord denominaba “la sociedad del espectáculo”, donde la venta y el fetichismo de la mercancía juegan un papel central. Nos venden un producto con todos los efectos especiales posibles frente al cual te quedás deslumbrado, identificado, del cual no siempre podés tomar distancia, como lo quería el dramaturgo Bertolt Brecht.