IMPUESTOS
Días atrás sucedió otra de esas paradojas que, de tan argentinas, compiten codo a codo con el dulce de leche o las boleadoras: los artilugios impensados de la corrupción.
Resulta que le cambiaron la carátula a Cristóbal López (qué loco: en la escuela la carátula era la primera hoja de la carpeta; ahora nos enseña con qué nombre va a zafar la gente cercana al poder), de tal forma que pudo salir de la cárcel en una causa en la que no pagó los impuestos –esos que si usted evade queda más escrachado que Centurión– por un valor de 8.000 millones de pesos.
La primera reflexión que se nos ocurre se refiere a esos viejos teoremas matemáticos que planteaban lo de “inversamente proporcional”. Así, llegamos a la conclusión de que cuanto más grande es la deuda, más chica es la pena.
Demasiadas dudas generan estos movimientos donde los que dicen luchar contra la evasión impositiva parecen los luchadores de Titanes en el
ring: parece que luchan. A cualquiera se le puede escapar, como dice el tango, la “deuda chica”. Los agentes de la AFIP son capaces de perseguir al Ratón Pérez acusándolo de estar en la mordida, ¿pero nadie vio un Tyrannosaurus rex de 8 mil palos? ¿Cómo se lo esconde?
Entonces la política mete la cola y así aparece el personaje que asegura que la coima es deducible, que Cristóbal es un amigo, que trabaja para la causa e, incluso, que en su caso los impuestos no deben ser impuestos, sino más bien “voluntarios” como los bomberos, aunque uno se lo imagina a Cristóbal –que tampoco descubrió nada– más bien creando que apagando incendios.
Pero vamos al artilugio: el cambio de carátula se debe a que los jueces de la causa resolvieron cambiar el delito que se le imputaba a López. Dieron de baja la calificación de “administración fraudulenta” y ordenaron que los empresarios fueran investigados por “delitos tributarios”. Que es como que a Chano lo acusaran no de manejar en pésimas condiciones, sino de mover el volante de forma alocada.
Interesante esa idea de cambiar carátulas: unos hacen disparos en defensa propia que pegan en la espalda, otros no “evaden” sino que “se pasan de largo”.
Una forma elegante de estar por encima de la grieta. Porque mientras usted o yo tenemos los números en rojo, otros acceden a beneficios sin ponerse colorados.