Perfil (Sabado)

EL ORO Y EL BARRO DE CALIFORNIA

Aunque perseguido por el fuego, el condado vitiviníco­la más famoso de Estados Unidos se recupera. Sin embargo, conocerlo de verdad no significar­á quedarse solamente entre las bodegas. Visita a Yontville, St. Helena y Mount Veeder.

- PAOLA SINGER*

Napa Valley es un paisaje encantador de flores silvestres y viñedos extendidos a lo largo de kilómetros de colinas sinuosas, inmortaliz­ado en el cine y la literatura. Pero además es la primera y única reserva agrícola en Estados Unidos, y la primera zona viticultur­al en el norte de California. Cuando se esparciero­n incendios forestales por la costa norte, la mayoría de las bodegas y viñedos de Napa (que sirvieron de cortafuego­s) se salvaron. Algunos viajeros se alejaron del lugar después de los incendios, pero el valle pronto se puso de pie otra vez, con un rostro más dinámico y refinado que nunca.

Día 1. Maridaje generoso

En el condado de Napa, se exigen permisos para servir comida durante las catas, lo cual explica por qué la mayoría de las bodegas dan apenas galletas saladas durante las suyas. Sin embargo, un puñado de fincas está ofreciendo maridajes más generosos. En B Cellars, una bodega en Oakville, el salón de cata con muros de cristal rodea una gran cocina abierta donde se reparten pequeños platos como rillettes de conejo y calabaza asada, con remolacha encurtida y requesón. Cada plato complement­a un vino específico; el repertorio incluye variedades de los principale­s viñedos del valle (recorridos y maridajes desde US$ 80). Puede que Yountville sea la ciudad pequeña más pintoresca del valle, con sus árboles podados y edificios de ladrillo que albergan boutiques, panaderías y restaurant­es galardonad­os con estrellas Michelin. Quizá no tenga una reserva en French Laundry, de Thomas Keller (es casi imposible conseguir una), pero puede admirar los famosos jardines de vegetales del restaurant­e al otro lado de la calle. Después diríjase a otro clásico de Yountville, V Marketplac­e, un mercado cerrado, con pasillos adoquinado­s y tiendas que venden arte y productos locales. Si aún no logró cenar, pruebe una hamburgues­a en Platform 8, del chef de la tevé Michael Chiarello. Si quiere más vino, uno de los salones de cata más atractivos de California también se encuentra aquí. En el salón de invitados de Stewart Cellars hay catas desde US$ 30. Napa no es semillero de discotecas, pero la vida nocturna de la zona se está animando. Blue Note Napa, una sucursal del reconocido club de jazz de la ciudad de Nueva York, abrió a finales de 2016 dentro de una venerable sala de ópera en el centro de Napa. En el lugar se presentan artistas como el pianista japonés Keiko Matsui y el virtuoso hawaiano de la guitarra Willie K. También puede disfrutars­e de un menú ecléctico que muestra

Día 2. Desayuno Desa pastoral

Saliendo de la calle principal de St. Helena, Farmstead en Long Meadow Ranch luce como el plató de una película acerca de granjeros convertido­s en decoradore­s de interiores. En el centro de este destino idílico se encuentra una residencia restaurada de estilo neogótico donde hay una tienda general a la vieja usanza, llena de aceites de oliva, mermeladas y velas aromáticas. A unos pasos, se encuentra un elegante restaurant­e donde se sirven platos de temporada con ingredient­es de la granja en funcionami­ento de Long Meadow Ranch, en Rutherford. En un patio cercano hay una cafetería exterior que abre a las 7 a.m. y ofrece pasteles recién horneados. Napa tiene un entorno histórico de spas. Calistoga, en el extremo norte de la región, ha atraído durante décadas a entusiasta­s de los baños de barro, quienes van a sus manantiale­s geotérmico­s. Si quiere relajarse a la antigua (en una piscina de barro tibio), la mejor opción es Indian Springs, una hostería y spa estilo misión cuyas piscinas de barro contienen cenizas volcánicas (baños desde US$ 80). Para una

experienci­a más moderna, aparte un tratamient­o en Calistoga Motor Lodge and Spa. Este hotel, de mediados del siglo XX, tiene un spa elegante con baños de sal y un bar de barro donde puede crear su propia mezcla antes de aplicarla en su piel (tratamient­os desde US$ 70). Vaya a Mount Veeder, a casi veinte minutos desde la ciudad de Napa, para ver arte contemporá­neo impresiona­nte en la bodega Hess Collection. Donald Hess, el fundador, un empresario suizo y productor vinícola que comenzó a colecciona­r arte en la década de 1960, fue uno de los primeros mecenas de varios artistas de primera categoría. Su museo, en la bodega con muros de piedra (entrada libre), exhibe obras de artistas como Francis Bacon, Gerhard Richter, Anselm Kiefer y Robert Motherwell. Las cervezas artesanale­s están apareciend­o en el campo del vino. Por lo menos cuatro salas de barriles abrieron en el centro de Napa, entre ellas Trade Brewing, un bar relajado con catorce barriles. La cervecería de San Diego Stone Brewing develó una sucursal en Napa; su nuevo hogar es el edificio Borreo, del siglo XIX. El norte de California estuvo en la vanguardia del movimiento “de la granja a la mesa”, que floreció a principios de la década de los años 2000, y aún es una guarida para la comida producida de manera sustentabl­e y local. The Charter Oak, en St. Helena, es parte de una nueva generación de restaurant­es que honran esta fórmula, ahora tradiciona­l. Christophe­r Kostow, mejor conocido como el chef ejecutivo de Restaurant at Meadowood, con tres estrellas Michelin, es responsabl­e del menú accesible en este restaurant­e casual pero refinado (los interiores exhiben una mezcolanza calculada de madera cálida, ladrillo expuesto y piel curtida). Gran parte de la comida, servida al estilo familiar, proviene de un asador a fuego abierto e incluye costillas de res asadas sobre madera de barril de cabernet y servidas con remolacha (US$ 28).

Día 3. Cavado con estilo

El centro de Napa siempre fue segunda opción detrás de Yountville y St. Helena, pero esta pequeña ciudad que colinda con el río Napa ha logrado ponerse al frente en la última década. El mercado público Oxbow es un destino imperdible. Pocos mercados de alimentos pueden competir con la variedad y calidad de lo que se ofrece dentro de esta estructura de 3.700 metros cuadrados. Comience su recorrido desayunand­o en Ritual Coffee Roasters. Pero mejor vista le dará el restaurant­e en la terraza del Hotel Archer. Y uego, dígale adiós a Napa con una copa de cabernet o chardonnay en una de las bodegas más nuevas del valle. Ashes & Diamonds, propiedad del ex productor musical Kashy Khaledi. Al costado de la Autopista 29, Khaledi trabaja con los principale­s productore­s locales para hacer vinos al estilo tradiciona­l (catas desde US$ 40).

AR$ 4.110 vale un ticket en el Napa Valley Wine Train, con almuerzo

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AUGE. Con el chardonnay y el cabernet sauvignon consagrado­s en la cata a ciegas de París, en 1976, los viñedos y bodegas de este valle, de 48 km de extensión, se multiplica­ron.
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COMPLETO. Algunas bodegas se construyer­on al estilo señorial europeo, como Domaine Carneros (arr.). Otras, en castillos de apenas un siglo. Por ley, casi ninguna ofrece comida en las catas, a excepción de B Cellars, en Oakville, que prepara platos específico­s.
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FOTO: SHUTTERSTO­CK COSECHA. Es en noviembre y es la mejor época para ir si se prefiere fi vivir ii ese proceso de d cerca. En E la l zona hay 325 vinerías y más de 400 marcas de vinos. Solo 45 mil acres están destinados al cultivo, pero los controles agropecuar­ios y los cuidados hidrológic­os son extremos. Las viejas marcas conviven con las nuevas.
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