El milagro de la acción según Tom Cruise
Tom Cruise versus Hollywood (pero defendiendo a Hollywood): ¿tanto ha carcomido la franquicia la idea de cine que una película que vale millones, que es enorme, que se piensa como entretenimiento que todo lo pisa, pero que pone el cuerpo como la nueva Misión: Imposi
ble – Repercusión puede verse como un frente de resistencia? Así es la esquizofrenia del negocio que necesita dominar al mundo (siempre, sea cual sea la película) y, principalmente, así es la locura de Tom Cruise, cuya cruzada por hacer aquello que un doble o una animación debería hacer ya bordea con igual intensidad, tanto lo orate como el uso descontrolado de ese superpoder de diseño que es ser una celebridad.
Cruise ahora, en esta nueva entrega de la saga que siempre ha creído en la acrobacia, pero firmada (con caligrafía, ¡eh!: en orden de presencia detrás de la cámara la saga tiene en sus filas a: Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams, Brad Bird y el único reincidente, Christopher McQuarrie), es tomado como adalid de un cine físico, que no requiere, o no abusa, de creaciones digitales, o hazañas creadas por computadora. Así es como ahora se lo lee como “quiero vale cuatro” frente a tanto superhéroe (siempre conviene amuchar para lastimar, como si el género súper no tuviera variantes). Al contrario del dogma clásico, Misión: Im
posible anula la idea de la celebridad como estrella. Cruise gana por estrellarse: verlo correr, tropezar, hundirse, trepar, disparar, caer, aterrizar, chocar y demás muestras de su creencia en un cine con nervios y sin (tanta) computadora es el último resquicio en Hollywood de una forma de cine mainstream que divierte no por canchera sino por descarada.
Cruise es, entonces, una fuerza de la naturaleza. Cree en el cine, en ponerle literalmente su cuerpo (muchas proezas físicas fueron hechas por él) pero aun así, le gusta que su carisma destile. Cruise no quiere ser acción genérica: quiere ser una estrella de acción dejando en claro los límites del cuerpo físico y de cine que cree en la capacidad de maravillar. Así genera una película poderosa, sentida y feliz. El cine de acción que cree en el cine. Una especie en extinción.