“ESTAMOS ATADOS A MUCHAS REGLAS”
—Tu per sonaje habla de la libertad cuando se separa, después se cuestiona: ¿qué es para vos hoy la libertad?
—La libertad debería ser la misma a cualquier edad. Pero se ajusta siempre a los contextos que te toca vivir. Definirla acá, en el Four Seasons, en un silloncito, lo más bien, es una cosa, pero quizás un señor que está privado de su libertad por distintas cuestiones puede cuestionarme. Pero para mí está relacionado con la posibilidad de elegir. A veces, no nos damos cuenta que dejamos de elegir, y que vivimos en una esquema preconcebido. Lo más sincero y prudente es que la libertad es la posibilidad de elegir. Los ciudadanos del mundo estamos cada vez más restringidos. Muchas veces elegimos cosas que nos son impuestas.
—¿Por ejemplo?
—El consumo. No nos damos cuenta hasta qué punto la información que recibe nuestro cerebro permanentemente hace que nos sintamos atraídos por cosas que nos nos movilizan tanto cuando nos frenamos. Estamos empujados a creer que estamos eligiendo.
—La película elude dar lecciones de vida ¿cuánto creés vos en las lecciones de vida?
—Nos guste o no nos guste, recibimos lecciones de vida. Alguien hace algo ejemplar y se nos presenta como un modelo a imitar. Generalmente las cosas que se acercan a la sensibilidad humana son las que más impacto nos producen porque vivimos en una era en la que la velocidad no nos permite detenernos demasiado. Cuando alguien se detiene, y ayuda a una anciana a cruzar la calle, nos llama la atención. Todos deberíamos frenarnos. Estamos demasiado reglamentados, atados a unas reglas “que decidieron unos tipos que no conocemos”. Hay que luchar para escapar de eso.