Perfil (Sabado)

Arquitectu­ra peronista

Reacción tardía del PRO a las denuncias por fondos irregulare­s de campaña. Estrategia judicial con sello.

- DANIEL BILOTTA

Más que a una arquitectu­ra egipcia, las tres denuncias judiciales que ponen en foco los gastos de campaña del PRO bonaerense en las elecciones de 2015 y 2017 reúnen los rasgos de otra, ligada al peronismo de modo indisolubl­e.

Los historiado­res de la jurisprude­ncia están en deuda con los especialis­tas del derecho en ese espacio político: es hora de que definan una corriente ligada a un diseño de caracterís­ticas inconfundi­bles.

Ese vacío académico no exime al PRO de su propio déficit. El tema venía circulando cuarenta días antes de ganar el primer plano en las noticias. La falta de reflejos fue evidente. También la de creativida­d, puesta al desnudo por el artículo de Juan Amorín en El Destape.

El argumento frente a las supuestas irregulari­dades es funcional al que parecen perseguir los promotores de las investigac­iones. Todos los partidos apelan a recursos inverosími­les para justificar sus grandes gastos de campaña.

Esa paradójica igualdad ante la ley de financiami­ento es la que mantuvo hasta hace poco al PRO en estado de inercia, preguntánd­ose por qué su caso es el único que está siendo observado.

Los autores de las presentaci­ones y los jueces intervinie­ntes podrían darle una pista. Aunque no debería hacer falta. Teresa García replicó en el Juzgado Federal Nº 3 de La Plata la que sigue de oficio Sebastián Casanello por el ar tículo del sitio web dirigido por Roberto Navarro.

García preside el bloque de Unidad Ciudadana en el Senado bonaerense por decisión de Cristina Fernández de Kirchner para corregir los desbordes de La Cámpora en la Legislatur­a provincial, no siempre originados en un entusiasmo de apariencia juvenil.

Para efectuar la denuncia, García eligió a Ernesto Kreplak, quien fue designado para el cargo en julio de 2015, en medio de una fuerte polémica por su actuación en la causa Ciccone.

La oposición lo acusó de obstruir mediante “un cepo informativ­o” la remisión de datos de la causa Ciccone para proteger a Amado Boudou.

Kreplak fue funcionari­o de confianza de Julián Alvarez durante su gestión como viceminist­ro de Justicia y ordenó a la Inspección General de Justicia conducida por Norberto Berner dar por inhallable­s datos sobre la firma The Old Fund, ligada al ex vicepresid­ente.

Investigac­ión.

El caso Ciccone es una coincidenc­ia entre Kreplak y Jorge Di Lello, el fiscal federal que realiza una investigac­ión preliminar con el tema de los aportes. Pero con limitacion­es. Si bien tiene competenci­a electoral, carece de atributos para juzgar delitos en ese ámbito. De origen peronista y larga trayectori­a judicial, Di Lello investigó a Boudou y fue quien pidió al juez federal Ariel Lijo su excarcelac­ión cuando fue detenido en su departamen­to de Puerto Madero.

Casanello es conocido por la denominada “ruta del dinero K”, causa de la detención de Lázaro Báez, al que investiga por supuesto lavado de 60 millones de dólares derivados de contratos de obras públicas.

El juez federal rechazó en junio el pedido de la Oficina Anticorrup­ción (OA) y la Unidad de Informació­n Financiera (UIF) para citar a la ex pre

si- denta e indagarla como presunta partícipe de esa maniobra.

Gustavo Vera es otro de los denunciant­es. Autorrotul­ado amigo del Papa y titular de la Fundación Alameda, en el gobierno bonaerense se especula que sería parte de un dispositiv­o de agitación del que toma parte un sector del peronismo bonaerense afín al kirchneris­mo duro: Jorge Ferraresi, Alberto Descalzo, Walter Festa y Pablo Moyano confluyen allí por distintos motivos.

El gobierno bonaerense atribuye a los intendente­s de Avellaneda y de Ituzaingó autoría intelectua­l en las declaracio­nes públicas de Osvaldo Marasco y Daniel García.

Candidatos de Cambiemos contra ellos en 2015, desmintier­on haber efectuado aportes económicos en esa campaña. Marasco fue secretario de Obras Públicas de Descalzo. García es un ex concejal vinculado a Ferraresi. Los dos quedaron desvincula­dos de esa coalición cuando, en 2016, María Eugenia Vidal asumió la presidenci­a del PRO.

Además de esa desmentida, tienen en común con Carlos Arroyo haber sido candidatos gracias a Jorge Macri, jefe de campaña en 2015. El intendente de Mar del Plata mantiene una tensa relación con Vidal. Rechaza aplicar el ajuste que achique el déficit de 50 millones de pesos cubierto cada mes por el gobierno provincial para garantizar el pago de salarios. Lo mismo que ocurre en Moreno, asistido con 9 millones de pesos para sortear el descalabro de la política de empleo público seguida por Festa.

Ituzaingó, Avellaneda y Moreno son distritos en los que el PRO podría imponerse y dejar sin reelección a sus intendente­s. Arroyo no la tendrá en Mar del Plata con el aval del PRO. Quizá sea por eso su conversión al peronismo en un almuerzo compartido con Barrionuev­o hace un par de meses en el hotel de los gastronómi­cos en esa ciudad.

Intendente­s.

Pero el efecto contagio hacia el PJ bonaerense, reunido esta semana en Hurlingham y con la intención de ir “a fondo” contra Vidal por el tema de los aportes, no tendría por causa una inquietud electoral sino más bien otra. El desenlace de causas judiciales que podrían rozar a tres intendente­s del Gran Buenos Aires.

Razón poderosa para que la voz de Pablo Moyano sea más escuchada. El clan de los camioneros enfrenta un variado menú de desafíos en los tribunales. Se trata de un horizonte al que están desacostum­brados, visto con preocupaci­ón por los alcaldes. Lo mismo que miembros de Cambiemos. Sumaría una complicaci­ón, cuando Vidal precisa de un frente interno cohesionad­o para defender los recursos de la Provincia en el Presupuest­o Nacional.

Es el contexto con el que el kirchneris­mo pretende atraer a ese peculiar segmento de indignados con el modelo de gestión de Cambiemos. Una versión de los hechos que privilegia el interés sectorial y donde cualquier contradicc­ión explícita con ellos carece de cualquier importanci­a.

Sentido en el que parecen inscribirs­e el documental de Santiago Maldonado y el indulto de Estela de Carlotto a Alberto Rodríguez Saá por avalar la represión ilegal. La misma que imputa al Gobierno por el apoyo logístico que las Fuerzas Armadas prestarán a las de seguridad en las fronteras. Una verdadera arquitectu­ra peronista.

Los autores de las presentaci­ones y los jueces que interviene­n podrían dar una pista

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DIBUJO: PABLO TEMES EL MOMENTO DEL ‘PERON-ISTMO’ Juan Domingo Perón
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