De la concentración del campo
Dos nuevas noticias de esta semana devuelven al tapete de los medios agropecuarios la discusión sobre la concentración que vive en el sector, no sólo desde la producción que requiere cada vez más escala para ser competitiva, sino de las industrias que necesitan diversifivar sus negocios si quieren mantener sus posicionamientos globales. Por caso, Basf completó la compra de activos a Bayer, negocios que la otra alemana debió dejar en el camino para culminar su proceso de adquisición de Monsanto. Entre los negocios figuran todo el paquete de semillas de soja, algodón y canola (mercado en el que no jugaba Basf), además del negocio de los herbicidas no selectivos (glufosinato), ciertos nematicidas, agricultura digital con la plataforma Xarvio y semillas hortícolas. Esto deja a la empresa con la posibilidad de ofrecer “soluciones integrales” a sus clientes, y la aleja de tener un area agrícola destinada só- lo a la protección de cultivos. Un negocio que se agranda. Por otra parte, se conoció que John Deere avanzó con la compra de PLA, la firma de pulverizadoras y sembradora, que también tiene planta de producción en Brasil. No trascendió demasiada información, pero lo cierto es que el gigante verde mantiene la adquisición de firmas para diversificar su cartera, tal cual lo que sucedió con King Agro, la empresa que produce barrales de fibra de carbono justamente para pulverizadoras. Claramente la compra de Pla le provee a John Deera la alternativa de explorar un segmento fuerte como el de la siembra directa, y sacar provecho de todo el know how que la firma de Las Rosas tiene sobre el tema. Más allá de los activos materiales, el otro gran componente es la gente. En Basf representan 4500 personas a nivel global que se suman, y 500 en Latinoamérica.
“Basf adquirió varios negocios de Bayer por 7,6 mil millones de euros”.