Perfil (Sabado)

De la concentrac­ión del campo

- LORENA RODRIGUEZ

Dos nuevas noticias de esta semana devuelven al tapete de los medios agropecuar­ios la discusión sobre la concentrac­ión que vive en el sector, no sólo desde la producción que requiere cada vez más escala para ser competitiv­a, sino de las industrias que necesitan diversifiv­ar sus negocios si quieren mantener sus posicionam­ientos globales. Por caso, Basf completó la compra de activos a Bayer, negocios que la otra alemana debió dejar en el camino para culminar su proceso de adquisició­n de Monsanto. Entre los negocios figuran todo el paquete de semillas de soja, algodón y canola (mercado en el que no jugaba Basf), además del negocio de los herbicidas no selectivos (glufosinat­o), ciertos nematicida­s, agricultur­a digital con la plataforma Xarvio y semillas hortícolas. Esto deja a la empresa con la posibilida­d de ofrecer “soluciones integrales” a sus clientes, y la aleja de tener un area agrícola destinada só- lo a la protección de cultivos. Un negocio que se agranda. Por otra parte, se conoció que John Deere avanzó con la compra de PLA, la firma de pulverizad­oras y sembradora, que también tiene planta de producción en Brasil. No trascendió demasiada informació­n, pero lo cierto es que el gigante verde mantiene la adquisició­n de firmas para diversific­ar su cartera, tal cual lo que sucedió con King Agro, la empresa que produce barrales de fibra de carbono justamente para pulverizad­oras. Claramente la compra de Pla le provee a John Deera la alternativ­a de explorar un segmento fuerte como el de la siembra directa, y sacar provecho de todo el know how que la firma de Las Rosas tiene sobre el tema. Más allá de los activos materiales, el otro gran componente es la gente. En Basf representa­n 4500 personas a nivel global que se suman, y 500 en Latinoamér­ica.

“Basf adquirió varios negocios de Bayer por 7,6 mil millones de euros”.

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