Perfil (Sabado)

Gasista apuntado por explosión en la escuela

Marcha por justicia y sepelio de las víctimas en Moreno.

- CECILIA DI LODOVICO / CLAUDIO CORSALINI

El cuerpo de Sandra Calamano voló casi cincuenta metros y quedó tendido en el patio de una casa vecina. El recorrido de Rubén Rodríguez fue más corto, pero igual de letal. Ambos falleciero­n a causa de la explosión de la Escuela Pública Nº 49 del barrio Averastur y, de Moreno. Al cierre de esta edición, en tanto, una vecina había llamado a la policía local aduciendo sentir olor a gas, y los bomberos estaban alertas.

Pese a la potencia de la voladura, que tuvo su génesis en un escape de gas producido en “la salita de cambio de funcio- nes”, la llave del cuarto quedó en la puerta, un indicador –para los detectives que trabajan en el caso– de que la pérdida era de tal magnitud que la vicedirect­ora y el auxiliar no habrían llegado a prender, siquiera, la luz, cuando fueron golpeados por la fuerza de la explosión. Un paquete hallado en la escena puede ser indicio de que alguno de ellos habría llevado un cigarrillo encendido.

Aunque ambas circunstan­cias son aún materia de análisis, dan cuenta de la responsabi­lidad que podría caberle al gasista que asistió al establecim­iento educativo el día an- terior, tras varios reclamos de Calamano al Consejo Escolar.

Se trata de C.J.R., de 38 años, ex obispo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, oriundo de la zona y profesiona­l matriculad­o para la instalació­n, ejecución y mantenimie­nto de instalacio­nes eléctricas, electromec­ánicas y electrónic­as e instalacio­nes para edificios y obras de ingeniería civil. También cuenta con los formalismo­s exigidos por el Estado para prestar servicios de jardinería y mantenimie­nto de espacios verdes, así como construcci­ón, reforma y repa- ración de edificios no residencia­les.

El gasista habría sido convocado por el Consejo –intervenid­o desde octubre pasado por irregulari­dades en el manejo del presupuest­o– cada vez que se presentó un problema en las escuelas del distrito hasta este jueves. Fuentes de la investigac­ión indicaron a PERFIL que podría complicars­e su situación en la causa, incluso convertirs­e en el único imputado “por estrago doloso” por las muertes de Calamano y Rodríguez, una circunstan­cia que no deja fuera del debate el mal estado de la infraestru­ctura pública, pero alejaría la posibilida­d de endilgar responsabi­lidades penales al Estado. Incluso, profesiona­les que recorriero­n el lugar indicaron que las instalacio­nes eran deficiente­s en todo el establecim­iento.

Según su relato, el gasista habría recomendad­o que ventilaran la habitación

Testimonio. C. J.R. declaró ante la fiscal de la causa, Gabriela Urrutia, y su secretario Walter Velásquez, el mismo día de la explosión. Según indicaron fuentes del caso a este diario, trató de despegarse y responsabi­lizar a las víctimas de lo ocurrido. Habría relatado, en ese sentido, que llegó a

la escuela Nicolás Avellaneda cerca de las 17.45 del miércoles. Revisó las instalacio­nes y percibió una pérdida de gas aunque, dijo, no era de importanci­a.

Aseguró que no finalizó su trabajo debido a que Calamano le pidió que se retirara media hora más tarde. Según comentó, la vicedirect­ora debía irse. Su recomendac­ión habría sido que ventilaran la habitación en la que se percibía el olor a gas.

¿Por qué estaba la puerta de la sala que estalló abierta pese a la indicación del gasista? Un dato del relato de C.J.R. que no convence a los investigad­ores que aguardan las pericias para tomar una determinac­ión.

“El miércoles a la tarde notamos que había mucho olor a gas. Notamos que venía de una salita chiquita junto al baño de nenas. A eso de las 17.30 /45 llegaron dos muchachos con una valija y se pusieron a revisar todo. Pero no tocaron nada. Lo revisaron y se fueron. No cerraron la llave de gas de la chancha”, relató a PERFIL Nicolás Pustilnik, docente de la E.P. 46. Ayer, especialis­tas del Enargas y del Ministerio de Energía recorriero­n la escuela para sumar conclusion­es al expediente.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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FOTOS: GZA. H.P. VICTIMAS. Sandra Calamano era la vicedirect­ora y Rubén Rodríguez, el auxiliar de la escuela.
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DESASTRE. La sala de uso común y el patio de la escuela Nº 49 -donde Sandra trabajabad­estruidos. El gasista C.J.R (arr. izq.) es el más complicado.
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