Córdoba lloró en la despedida de su familia
A las 9 de la mañana, callado y respetuoso como se mostró desde el inicio del caso en tribunales, el motorman Marcos Córdoba llegó a Comodoro Py. Estaba acompañado de su familia y de su abogada Valeria Corbacho y la asistente de esta. En uno de los extremos del sexto piso, donde está el TOF 2, se despidió de su familia. Fue entre lagrimas y abrazos. La escena más conmovedora fue cuando le dio un beso en la frente a su beba, que en tres días cumplirá un año. Después de eso, y ya profundamente conmovido, comenzó a caminar junto a sus letradas rumbo al tribunal, ubicado a mitad del pasillo. Allí se presentó ante la justicia y quedó a disposición del Juzgado, listo para volver a ocupar una celda carcelaria.
El maquinista Córdoba fue el único de los involucrados que subió y enfrentó la situación sin preocuparse por los testigos. Quienes detentaron el poder, como Juan Pablo Schiavi o fueron empresarios poderosos, como Sergio Claudio Cirigliano, buscaron eludir una imagen incómoda y se dirigieron directamente al subsuelo de Py, adónde habían estado en varias ocasio- nes, porque allí hubo audiencias por el juicio. Córdoba está condenado a tres años y tres meses de prisión.
Para los jueces de la Cámara de Casación, que fueron en sintonía con lo anterior, hubo un accionar negligente de su parte, pero entendiendo que: “el resultado finalmente acaecido no puede encontrarse y centrarse en un solo factor de riesgo o en la deficiente conducción de la unidad; sino que, más bien, ha obedecido a una multiplicidad de causas y circunstancias que en distintos lapsos temporales se fueron sucediendo”.