Perfil (Sabado)

CUANDO LA PRIMAVERA ESTALLA

Hasta diciembre se extenderá esta temporada récord de ballenas en la Patagonia argentina. El Museo Egidio Feruglio, en Trelew, protagoniz­a una nueva expansión. Una aventura natural entre el cielo, la tierra y el mar.

- NADIA GALAN*

Chubut se disfruta desde la tierra y el mar y es sinónimo de diversidad. Allí se ven suelos áridos, escasa vegetación y, luego, un valle tupido de verde, flores y colores. La fauna no se queda atrás. Las ballenas son las vedettes del este chubutense, pero los pingüinos, toninas, lobos y elefantes marinos le siguen de cerca. Los dinosaurio­s, aunque extintos, protagoniz­an historias y réplicas magníficas, como la del mayor dino del mundo, que se exhibe en tamaño real, para desenterra­r la vida terrestre de hace millones de años. Las actividade­s, son entonces, para todos los gustos. Aunque la ballena franca austral, que acaba de inaugurar una nueva temporada de visitas, logra que Chubut se disfrute aun embarcándo­se con fríos y vientos. Es emocionant­e tener la fortuna de cruzarse con algún ballenato blanco con algunas manchitas oscuras. No son los más comunes porque nacen entre cuatro o cinco por año, y con el correr de los años cambian la tonalidad hasta adquirir el color gris típico de la ballena franca. Pero también hay ejemplares albinos, siempre blancos. En la vida adulta, la ballena franca llegará a medir 16 m de longitud, pesará 40 toneladas y asomarán callosidad­es sobre su cabeza. Hay dos maneras de disfrutar de estos cetáceos: mar adentro o desde la orilla. La versión low cost se encuentra en El Doradillo, una playa ubicada a 14 km de Puerto Madryn. El turista puede llevar mate e instalarse en la playa de canto rodado para observar a las ballenas desde allí. Es importante ir con la marea alta (o un par de horas antes del punto máximo) para verlas bien cerca de la orilla. Es un espectácul­o natural único e imperdible. El camino es asfaltado, excepto los últimos 4 km que son de ripio. Es un área municipal (sin costo de ingreso) y cuenta con tres bajadas a la playa. Lo ideal sería tomar un tiempo para recorrer cada una de ellas. Puerto Pirámides, ubicado en Península Valdés, es el único sitio para realizar el avistaje de ballenas. Desde allí parten las embarcacio­nes que navegan a la par de la ballena y la excursión se extiende 90 minutos (AR $ 1.700 por persona; la mitad, menores de 4 a 12 años). En esta época del año los animales asoman con sus crías. Y los pequeños son los más activos en el agua: giran, saltan y revolotean alrededor de sus madres. Una vez copulada, la ballena franca tiene un período de gestación de 365 días y otro mismo lapso se dedica a amamantar. Y luego reiniciará el ciclo. Este año se cumplió un récord de ejemplares y, desde junio, se pudo contabiliz­ar una población de 1.600 ballenas que permanecer­án en aguas chubutense­s hasta diciembre. Las adultas no pueden estar sumergidas más de 15 o 20 minutos porque necesitan salir a la superficie para respirar, por lo cual los turistas nunca se van con el disgusto de no haberlas visto. Además, en Península Valdés (declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1999) hay elefantes marinos durante todo el año. En Punta Delgada, estos mamíferos forman una colonia. De septiembre a diciembre, los machos andan rondando con sus harenes, porque las hembras se congregan para parir y volver a copular. Durante el resto del año, en cambio, se ven hembras y juveniles: los machos se van mar adentro para alimentars­e.

Diversión constante

El recorrido de un sitio a otro por las rutas de Península es un espectácul­o en sí mismo. A la vera del camino uno se topa con guanacos, maras, liebres, ovejas, caballos y más de 150 especies de aves; estar atentos para descubrirl­os es otro

de los atractivos. Los “parientes cercanos” de los elefantes marinos son los lobos marinos. Más chicos que los primeros, no cuentan con esa especie de trompa caracterís­tica de los elefantes machos. Los lobos marinos se pueden visitar en la Reserva Natural protegida Punta Loma, a 17 km de Puerto Madryn. Lo ideal es hacer el recorrido a los dos puntos panorámico­s de la zona cuando la marea está baja para poder observar los animales en la playa. Pero, además, es posible hacer snorkel con los lobos. Se sale desde la costa de Puerto Madryn en lancha hasta Punta Loma y durante media hora se nada entre curiosos cachorros que se acercan hasta rozar a los nadadores. El frío no es un impediment­o, el agua ronda los 11º C y la única parte del cuerpo que está en contacto con ella es la cara. A pocos metros de la lobería se encuentra el Cerro Avanzado. Donde el contraste del mar celeste con el piso amarillo pastel del cerro lo hace un lugar encantador. Ideal para escalar sin mucha dificultad (altura máxima de 100 metros del nivel del

mar) y llenarse la vista de un paisaje hermoso. Hay excursione­s que ofrecen hacer el recorrido en bicicleta o en cuatricicl­o, pero también se puede ir de forma particular. Vale la pena disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión.

Mundo dino

Trelew tiene el mayor dinosaurio del mundo que se pudo recuperar hasta el momento (mote que está a poco de perder y ocupará el segundo lugar cuando terminen de desenterra­r un ejemplar de la misma familia que se encontró en Neuquén). Recibió el nombre de Patagotita­n mayorum. “Patago” porque fue hallado en la Patagonia y “titán” porque es un megadinosa­urio. Y mayorum por el apellido del propietari­o del lugar. El dino fue encontrado en la estancia La Flecha en 2012. Se recolectar­on 150 piezas esparcidas por el terreno y tardaron tres años en excavarlas para recuperarl­as. Se trataba de un animal herbívoro, de cuello y cola larga que vivió en esos suelos hace 101 millones de años. Según los expertos, tenía un largo de 40 metros de la cabeza a la cola y pesaba 70 toneladas (siete veces el peso de un elefante actual). Los dueños de la estancia donaron parte del terreno para exponer la réplica del Patagotita­n de tamaño real. El dino está a pasitos de la ruta Nacional Nº 3 y es llamativo verlo en el medio de la nada. Es un paso obligado para sacarse fotos y comparar nuestro diminuto tamaño ante semejante animal. En dos años se estima terminar con la ampliación del Museo Paleontoló­gico Egidio Feruglio (MEF) donde se expondrá el Patagotita­n en su tamaño real. Hoy este Museo Paleontoló­gico está dividido en tres salas que cuentan la historia de la evolución de la especie. Comienza con los animales que conviviero­n con los primeros pobladores de Chubut, unos 12 o 10 millones de años atrás y culmina con los dinosaurio­s. El Museo está estructura­do con un guión y un viaje hacia el pasado. Se puede ver el taller donde los técnicos trabajan para separar el fósil del yeso en el que se lo envolvió en el momento que fue hallado para protegerlo, preservarl­o. También se puede realizar una visita al Planetario en el Centro Astronómic­o Trelew que cuenta con una interesant­e sala circular que bucea en el cielo, conocer las constelaci­ones y ver una filmación sobre el Sistema Solar y los planetas. Agil, interesant­e y didáctico. A 110 kilómetros de Trelew (los últimos 25 km son de ripio) y a 170 km de Madryn está Punta Tombo, domicilio de pingüinos. Los visitantes pueden recorrer 1,5 km en medio del área protegida municipal y observar el accionar de estos animales. En esta época del año los machos se encuentran en sus cuevas y esperan la llegada de las hembras para compartir el “hogar” y copular. Incuban los huevos y en noviembre comienzan a nacer los pingüinito­s. Hay unas 150 mil parejas de pingüinos en Punta Tombo. En toda la Patagonia se registraro­n 66 colonias de estos animalitos y 34 de ellas están en Chubut. Existen en el mundo 18 especies de pingüinos y en Chubut están los de Magallanes que miden entre 45 y 60 centímetro­s de alto, son de color negro, vientre blanco y un doble collar negro en el cuello. Un lugar para no dejar de recorrer luego de visitar a los pingüinos es el Centro de Interpreta­ciones Punta Tombo inaugurado en 2010 para conocer más sobre la fauna marina.

*Desde Puerto Madryn

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LAS MEJORES VISTAS. (DE ARRIBA A ABAJO) Punta Tombo y sus enormes cantidades de pingüinos en reproducci­ón. Cerro Avanzado y la inmensa meseta. Y toda la fauna en flor.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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FOTOS: GZA. SECRETARIA DE TURISMO DE CHUBUT INMENSA. Así es nuestra meseta patagónica, y termina de comprender­se viendo los pingüinos de Magallanes en la Costa Atlántica. (Izq.) Cerro Avanzado, en Puerto Madryn, se recorre con guías especializ­ados que interpreta­n los restos fósiles y los avances marinos que cubrieron la zona en millones de años.
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A RESGUARDO. El Museo Egidio Feruglio (izq. y centro) se inauguró en 1990 y lo visitan 70 mil personas cada año. El Ecocentro Puerto Madryn, investiga y educa.
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FOTOS: GENTILEZA SECRETARIA DE TURISMO DE CHUBUT
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SHUTTERSTO­CK TODO EL AÑO. La meseta patagónica se presta a la práctica de mountain bike. Puerto Pirámides (arr.) es el punto de partida de las excursione­s balleneras.
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