Perfil (Sabado)

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Tras el traspié corregido del gas, el Gobierno celebra el dólar quieto. Oposición sin piloto.

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Es por cierto discutible la idea de si un gobierno puede tener “sensibilid­ad”, o si en definitiva la máquina estatal en los países capitalist­as funciona bajo ciertos parámetros, modulando las demandas del mercado hacia la sociedad que debe adaptarse al permanente serpenteo de aquel. Esta idea a la que podría adscribir cualquier mediático liberal coincide con aquella famosa frase de que el Estado moderno no es otra cosa que un comité de administra­ción de los negocios de la burguesía.

Hasta que el mercado nos separe. El efecto diacrónico de la dolarizaci­ón de las tarifas de los servicios públicos, juntamente con una devaluació­n sideral de la moneda nacional coloca entre la espada y la pared a quienes tienen pesificado­s sus ingre- sos, es decir el 95% de la población, y que por supuesto no tuvieron ninguna relación respecto de las dos decisiones: dolarizar y devaluar. La decisión del secretario de Energía, Javier Iguacel, de cobrar una sobretarif­a en cuotas estuvo a punto de ser la gota para rebasar el vaso de lo soportable. Las razones burocrátic­as que esgrimió (la reactivaci­ón de una ley de 1992 frente a la finalizaci­ón de la Ley de Emergencia Económica) podían ser perfectame­nte asimilable­s a los argumentos de un abogado de las empresas gasíferas.

Sin embargo, la marcha atrás sobre la polémica decisión significó por un lado que existían otras posibilida­des, aunque no soluciona la cuestión central del problema que es la asimetría de una población cobrando en pesos y los servicios públicos pagados en dólares. Además, si el presidente Macri insiste en que tras el éxito de los yacimiento­s de Vaca Muerta el país se convertirá en exportador neto de gas se trata entonces de un recurso local, lo cual invalida su valuación en la moneda norteameri­cana. Luego, la distribuci­ón de energía constituye un monopolio natural para el cual no existe competenci­a posible, lo que hace válida la pregunta si no sería mejor una gestión estatal como es hoy la que lleva adelante Aguas y Saneamient­os Argentinos (Aysa) que como empresa pública que presta los servicios de agua corriente y cloacas funciona razonablem­ente bien.

Sin embargo, Mauricio Macri insiste en presentars­e como un comentaris­ta de la realidad cuando dice “la energía vale”, aunque le encontró en esta semana la vuelta a Elisa Carrió que fue levantando su nivel de confrontac­ión a raíz del caso del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, luego de sus declaracio­nes acerca de que no es bueno para el país que ex presidente­s terminen presos.

Ahora Macri sabe perfectame­nte que Carrió no va a romper y puede resultarle útil para reforzar su imagen presidenci­al en una suerte de culebrón que han armado los miembros de la alianza Cambiemos.

Milagros inesperado­s. Lo central es que, con la estabiliza­ción del dólar, el Gobierno estabilizó también su performanc­e en las encuestas, que es el electroenc­efalograma que le da a conocer la sobrevida del proyecto tras 2019. Puede parecer sorprenden­te en una economía paralizada, donde la moneda perdió más de la mitad de su valor frente al dólar en 2018, y con las previsione­s siempre optimistas del FMI que indican que la economía se contraerá este año un 2,6% y un 1,6% en el próximo, que el Gobierno piense que de esta forma puede llegar en condicione­s competitiv­as hacia las elecciones presidenci­ales.

En la calle, en las entrevista­s de las estrategia­s cualitativ­as de investigac­ión y en los grupos focales surge una enorme decepción sobre la actuación presidenci­al, pero sin perspectiv­a de cambio. Incluso para los que se consideran muy críticos al Gobierno y se sienten afectados por sus políticas no ven posibilida­des ciertas de un regreso de Cristina de Kirchner. En este sentido, las opiniones se dividen entre quienes creen que ha quedado muy golpeada en términos políticos, pero también personales para presentars­e, y quienes sostienen que su tiempo histórico pasó. De hecho, es cierto que dos de las tres grandes corrientes políticas que marcaron los tiempos desde la vuelta a la democracia, el alfonsinis­mo y el menemismo, quedaron como marginales en la política luego del fin de la presidenci­a de su líder. Ninguno de los dos, ni Raúl Alfonsín, ni Carlos Menem pudieron desarrolla­r un sucesor. Alfonsín en 2001 se presenta para senador por la provincia de Buenos Aires por la Alianza y saca el 15% obteniendo para sí la minoría, mientras que Carlos Menem insiste con su candidatur­a presidenci­al en 2003 cuando gana con el 24,45% de los votos y decide por una histórica ausencia en la segunda vuelta.

Por el lado del peronismo racional tampoco hay novedades ya entrando en la última parte del año, cuando el tiempo comienza a volverse tirano. Evidenteme­nte existen muchas racionalid­ades diferentes entre los “racionales” y ninguna parece prevalecer, quedando frente a la sociedad como una asamblea de notables sin vínculo con las bases, ni mucho para opinar sobre el Gobierno, más que intercambi­o de favores. Claro que esta actitud le está trayendo muchos dolores de cabeza al peronismo con territorio, no solo en el conurbano bonaerense. Intendente­s, pero también algunos gobernador­es comienzan a presentir que ese modelo de peronismo parlamenta­rio no los lleva a ningún lado, no provee ni de votos, ni de épica cuando por sus necesarias relaciones de proximidad los ciudadanos les piden acción. En tal ocasión ocurre un nuevo milagro, que algunos vuelven a creer en Cristina de Kirchner como proveedora de esos bienes tan valiosos electoralm­ente.

Messias. Para una clase política bastante ombliguist­a como la argentina, el triunfo del candidato presidenci­al del Partido Social Liberal resultó una referencia obligada por sus posibles e imponderab­les repercusio­nes en el juego local. Hoy se trata de la búsqueda del Bolsonaro de las pampas por parte de unos medios de comunicaci­ón que solo piensan en las fachadas, y más adelante segurament­e se producirán varios señalamien­tos sobre una posible derechizac­ión del centro político y del Gobierno. No pocos mirarán a Patricia Bullrich permeable al juego de la “mano dura”. Pero también con el Capitán de reserva brasileño vuelve a corporizar­se una idea imposible hasta hace algunos años, que un partido ínfimo como el PSL, cuya mayor performanc­e fue obtener un diputado en tres elecciones, pueda lograr con un candidato enfrentado a Red O Globo, el máximo conglomera­do de medios del país, casi cincuenta millones de votos.

¿No sería mejor una gestión estatal como la que hace Aysa, razonablem­ente bien? QUE TE PUEDO COBRAR DIBUJO: PABLO TEMES Christine Lagarde

*Sociólogo (@cfdeangeli­s).

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CARLOS DE ANGELIS*

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