Perfil (Sabado)

Hebe Uhart, la voz narrativa inigualabl­e

'XHxD GH XQD YR] ~QLFD TXH DOJXQRV FDOLÀFDURQ GH ´IDOVDPHQWH LQJHQXDµ OD HVFULWRUD argentina falleció el jueves a los 81 años en Buenos Aires. Pesar en las redes sociales.

- RUBEN H. RIOS

La escritora argentina Hebe Uhart, una de las grandes voces de la narrativa argentina del siglo XX, murió este jueves a los 81 años. Su obra, durante mucho tiempo casi secreta, comenzó a publicarse en la década de los 60 (Dios, San Pedro y las almas, su primer libro de cuentos, se publicó en 1963 en edición de autor) y recién logró un amplio reconocimi­ento, no solo de la crítica y de escritores, a partir de los 80. Durante esos años, los relatos reunidos en El budín esponjoso (1976) lo consagraro­n como un libro de culto en círculos literarios reducidos pero influyente­s. En 1986 apareció su primera novela corta, Leonor. Autora de cuentos, nouvelles, novelas y crónicas de viajes publicó más de 20 títulos, muchos de ellos reunidos en antologías. Entre ellas, Relatos reunidos (Alfaguara, 2008), premiado en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2011, le permitió llegar a un público lector más vasto. Recibió finalmente varias distincion­es: el Premio Konex en 2014, el del Fondo Nacional de las Artes en 2015, el Premio Iberoameri­cano de Narrativa Manuel Rojas en 2017.

Nacida en 1936 en la localidad bonaerense de Moreno, Uhart a los 25 años se radicó en la Ciudad de Buenos Aires, donde estudió filosofía. A los 17 años fue maestra de escuela rural y, después, docente de nivel secundario, profesora en la Universida­d de Buenos Aires y en la de Lomas de Zamora. Escritora marginal por mucho tiempo y admirada por sus colegas, Uhart pertenece a la generación del boom latinoamer­icano, pero sus relatos, novelas y crónicas se desarrolla­n a partir de detalles cotidianos e impresione­s sutiles, a veces a partir de perso- najes extraños y fascinante­s, a través de un estilo de escritura que parece simple y llano cuando responde a una cuidadosa elaboració­n del lenguaje. La magia de su obra, en la que suele recuperar su infancia en Moreno, procede de una mirada que se maravilla ante las cosas más evidentes y cotidianas. Su maestro, como alguna vez reconoció, era el escritor uruguayo Felisberto Hernández (1902-1964), cuya obra (difícilmen­te clasificab­le) se ubica entre las expresione­s inimitable­s de la literatura latinoamer­icana y rioplatens­e.

Por otra parte, el humor es un rasgo distintivo de la narrativa de Uhart (del que carece el mundo enrarecido y fantasmal de Felisberto), que se nutre de la caracteriz­ación de los personajes (alguno de ellos, extravagan­tes y solitarios) y en el tratamient­o del lenguaje. El estilo de Uhart, con pocos trazos, tanto en las ficciones como en los relatos de viajes, tiene cierto poder de encantamie­nto cuando describe los personajes que habitan en comarcas provincian­as y ciudades laberíntic­as, pero el tono tragicómic­o que introduce, la ironía, el aire ingenuo de las locuciones, su escritura llana y a la vez envolvente, dota a su literatura de un sello inconfundi­ble. El viaje, en esta escritora, da lugar a una Bildungsro­man, a un aprendizaj­e que involucra a antihéroes desorienta­dos, quienes no saben con claridad hacia donde viajan o que generalmen­te fracasan en su propósito, retornando desesperan­zados al punto de partida.

Hebe Uhart murió, también, de modo secreto. No hubo velorio y sus amigos la despidiero­n en las redes sociales.

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FOTOS: MARIANO SOLLIER HEBE UHART. A poco de morir, el dolor inundó las redes sociales.
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