Perfil (Sabado)

La ficción y la realidad

- FOTOS: CEDOC PERFIL

En cada nueva obra de teatro que escribo me interesa pensar la relación entre ficción y realidad, y más que pensar MARIANO

cómo la realidad TENCONI modifica BLANCO*

la ficción, yo trato de trabajar desde lo inverso: de qué manera la ficción modifica la realidad. La vida extraordin­aria, estrenada en el Teatro Nacional Cervantes el 2 de agosto de 2018, cuenta la historia de dos amigas, Aurora y Blanca, nacidas en Ushuaia. Padres, madres, hijos, amores. La vida de estas dos mujeres es una vida tan inmensa y tan baldía como cualquier otra. Sin embargo, Aurora Cruz y Blanca Fierro tienen un milagro secreto: la literatura. Todo tendría sentido si no existiera la muerte, obra estrenada durante el Festival Internacio­nal de Teatro en septiembre de 2017 –y que volverá a estar en cartel en noviembre próximo, en el Teatro Payró–, cuenta la historia de María: una maestra de pueblo que se entera que padece una enfermedad terminal y decide, como última voluntad, filmar una película pornográfi­ca. En ambas obras es la ficción el lugar en donde estas mujeres encuentran la posibilida­d de salvación. Usar a la ficción para cambiar la realidad. Ambas piezas no tienen nada de autobiográ­fico, sin embargo, en este punto, en la idea de tenerle fe a la ficción, yo soy hermano de Aurora y de Blanca, así como también de María. Yo estaba en cuarto grado y el profesor Hernán nos leía El fantasma de Cantervill­e como si se tratara de un premio. El verano siguiente escribí una versión personal del libro de Oscar Wilde, de unas diez páginas, que abroché en el lomo como un libro. Yo había leído un solo libro y ya había escrito uno. Ese recurso, la idea de escribir lecturas, la idea de leer para escribir y de escribir para leer, la idea de la escritura DIVERSIDAD. como una forma de lectura, ese método sigue siendo el faro que alumbra mi camino como autor. La vida extraordin­aria es un melodrama que homenajea a la literatura argentina, una obra absolutame­nte escrita por los libros, para los libros, encima de los libros. En 2010 falleció mi abuela Lila. Ella me crió, y su ausencia es algo que todavía hoy, 8 años después, no logro aceptar. En ese momento, la ficción –como siempre– me ayudó a mejorar mi realidad. y las obras de Tenconi Blanco que interpelan a la realidad.

O si no mejorarla, al menos hacerla menos amarga. ¿Qué ficciones? Leí todas las novelas que pude de una suerte de subgénero llamado “la muerte del padre”. Esas ficciones fueron para mí una compañía, un consuelo, un bálsamo. En 2013 comencé a escribir una obra sobre la muerte. Quise, como una ofrenda, hacer mi propia obra sobre la muerte. Y por eso escribí Todo tendría sentido si no existiera la muerte.

Ambas obras fueron escritas

desde mi lugar de lector y con plena fe en el poder de la ficción. La realidad, lo que llamamos “realidad”, es la ficción que construyen quienes detentan el poder. Como postula Nicolas Bourriaud, las ficciones oficiales (las series del prime time, la publicidad) y el Estado construyen la ficción que nosotros conocemos como realidad. El arte, todo arte, es siempre un contrapode­r. ¿De qué manera? Las ficciones demandan nuevas formas de leer, y al ofrecer nuevas formas de leer, lo que se ofrece no es ni más ni menos que nuevos modos de comprender el mundo. El arte pervierte, amplifica, dinamita las nociones que la realidad postula como únicas e infranquea­bles. Yo confío y creo fervientem­ente, verdaderam­ente, en la ficción como instrument­o para cambiar la realidad. En 2016 estrenamos Walsh. Todas las revolucion­es juntas en el Museo de Arte Moderno. En la obra mostrábamo­s a una suerte de fantasma de Rodolfo Walsh escribiend­o sin fin su Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar, al tiempo que denunciába­mos el proyecto económico de Cambiemos, absolutame­nte heredero de aquél de Martínez de Hoz. Actualment­e hay un enorme aumento de la pobreza, de la indigencia, del desempleo, al ritmo de una atroz reducción de fondos para la salud, para la ciencia, para la educación, para la cultura. Hace unos días caminaba por la avenida Corrientes, recorriend­o librerías. Las calles están destrozada­s por una reforma incomprens­ible que lleva meses y que ha convertido a la hermosa avenida en un pantano y un calvario. Al llegar a avenida Corrientes casi Montevideo vi el Teatro Alvear, que se cerró hace tres años y que se ha quemado hace algunas semanas. Un teatro –un monumento a la ficción– incendiado, en medio de una calle destrozada. Sentí dolor, sentí rabia, sentí ganas de llorar, sentí que todas mis certezas carecían de sentido.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina