Números de remate
La liquidación de los tambos es una de las situaciones más tristes que se pueden vivir en el campo. Duele ver cuando se desmantela un plantel de animales ante la incapacidad del tambero que no puede sostenter al rodeo de vacas que aún están en estapa productiva. Pero es la postal que circuló y que muestra a las hembras lecheras en corrales de espera de Liniers antes de salir a remate. La foto habla por si sola de un proceso que lleva sucediendo desde hace mucho tiempo. Para dejarlo bien en claro al resto de la sociedad, el jueves pasado algunos tamberos en señal de protesta, mandaron unas 450 hembras lecheras a remate, algunas de las cuales todavía estaban en estapa productiva. Cabe tener en cuenta que estos lotes representaron casi la mitad de los animales que se remataron el jueves en el mítico mercado de Liniers.
Respecto al rodeo lechero, los números del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) indican la evolución del número de vacas. Según registra el Senasa hay 1.595.920 cabezas para 2018 lo que representa un -7,2% respecto al dato disponible del año anterior. Además desde el Observatorio indican que “salvo para el período 2006-2007 y 2012-2013 el número de cabezas siempre fue en descenso (1,3% anual en los últimos 13 años)”.
Respecto a la localización de las existencias bovinas consignadas, el Observatorio de la Cadena Láctea muestra que un 34% se encuentra en establecimientos de Córdoba; un 30,3% en Santa Fe; un 26,1% en Buenos Aires; un 4,9% en Entre Ríos, un 1,7% en Santiago del Estero, un 1,6% en la Pampa y un 1,4% en el resto de las provincias.
El número más temido es el de la cantidad de tambos. El OCLA registra 10.722 unidades productivas en 2018. Y las cifras marcan una caída permanente. Mientras que 2017 se registraban 11.326 tambos; en 2016 11.531; y así siempre se evidencia un retroceso desde 1998, año en el que se registraban más de 30.000 unidades productivas. Un dato no menor es que para 2002 ya había sólo 15.000. fiscal, inundaciones seguidas de sequías, reducción en los reintegros y aumento de las retenciones, altas tasas de financiamiento, prórrogas en las cadenas de pagos, falta de infraestructura de caminos y de comunicaciones, baja incorporación de nuevas generaciones, menor actividad económica que no tracciona el consumo, marginalidad, alto valor de la energía, ineficiencias productivas y laborales, falta de planificación de las inversiones y de innovación tecnológica de procesos, entre otros”.
En ese mismo informe de Coninagro, los especialistas de la entidad analizaron el comportamiento que ha tenido el precio de la alimentación, principal insumo que se utiliza en la lechería.
“La relación insumo-producto, desde mediados de 2017, ejemplificada mediante el indicador leche-balanceado, ha decrecido y se ubica según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina en 0,92, cuando el promedio de la serie supera la unidad. Es decir, que el costo de alimentar a las vacas sube más rápido que el valor de su producto, la leche”, analizaron. Entre las propuestas de la entidad aparece “el pedido de una política de Estado con concreto apoyo de proyectos asociativos con forma de proteger a toda la cadena integral, además de beneficios impositivos y financieros y la tan mentada refinanciación de deudas”.