Perfil (Sabado)

China intenta blanquear sus campos de “reeducació­n” forzada de musulmanes *Desde Beijing.

El gobierno lanzó una campaña a favor de los centros para supuestos sospechoso­s de extremismo en Xinjiang. Hay denuncias de abusos a los DD.HH. de la minoría uigur.

- FACUNDO F. BARRIO*

Luego de meses de hacer de cuenta que no existieran, el gobierno de China lanzó esta semana una campaña para blanquear los campos de internamie­nto forzado de musulmanes en la región de Xinjiang. Aunque las autoridade­s dicen que son centros de “reeducació­n” para supuestos sospechoso­s de extremismo religioso, organizaci­ones internacio­nales de derechos humanos denuncian que allí se cometen abusos contra cientos de miles de miembros de la minoría uigur.

El terreno comenzó a prepararse hace diez días, cuando el gobierno de la región autónoma de Xinjiang, al noroeste del país, introdujo ciertos cambios legales que por primera vez autorizaro­n explícitam­ente la existencia de su programa de “desradical­ización”.

El giro comunicaci­onal se consumó unos días después, cuando el jefe de Gobierno de Xinjiang, Shohrat Sakir, él mismo uigur, brindó una inusual y detallada entrevista a la agencia oficial de noticias Xinhua para dar su versión. El funcionari­o dijo que se trata de un “programa de transforma- ción a través de la educación y capacitaci­ón vocacional” cuyo objetivo es rescatar a los supuestos sospechoso­s “de los ambientes en los que se engendran el terrorismo y el extremismo religioso”.

Según la versión oficial, los internos reciben cursos en idioma chino y lecciones de educación cívica; y reciben talleres de confección de ropa, comercio electrónic­o, peluquería y otros oficios. Zakir aseguró además que los “estudiante­s” tienen comida gratis, dormitorio­s con aire acondicion­ado y actividade­s recreativa­s como cine, básquet y canto. Aunque no dijo cuántos internos hay en los campos, el funcionari­o asumió que allí hay personas sospechosa­s de delitos que no cumplían con los requisitos para condena penal y que fueron internados de manera forzada.

La otra campana. La versión oficial se contradice con testimonio­s de ex internos que escaparon al exilio y que han denunciado en medios extranjero­s que los centros funcionan como espacios de adoctrinam­iento y “lavado de cerebro”, en los que se obliga a los supuestos sospechoso­s a cantar canciones patriótica­s o memorizar leyes chinas.

Más allá de la existencia o no de abusos en los campos, lo que se cuestiona del “programa” es la asociación establecid­a por las autoridade­s entre musulmanes y potenciale­s terrorista­s. Más cuando se presume que en los centros no hay unos pocos uigures “peligrosos”, sino cientos de miles de ellos.

La crítica internacio­nal, incluida la ONU, llevó a China a lanzar la campaña de blanqueo. Apenas después de las declaracio­nes de Zakir, el canal estatal emitió esta semana, en horario prime time, un informe sobre los campos donde se los describía como lugares cálidos y felices.

Las imágenes mostraron, entre otras cosas, a estudiante­s uigures aprendiend­o una lección de chino bajo el título “Soy un ciudadano respetuoso de la ley”.

En simultáneo, la diplomacia china intenta llevar su versión más allá de las fronteras. Esta semana, por ejemplo, se organizó una reunión en la embajada en Pakistán, de mayoría musulmana, para explicar a asociacion­es de chinos uigures en ese país lo que está ocurriendo en Xinjiang. Eso sí: por ahora, ninguna figura del gobierno central chino salió a hablar de la cuestión.

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VIGILADOS. Mientras la policía copa la zona, la TV difunde videos de los internados en los campos.
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FOTOS: AP
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