Perfil (Sabado)

Cuándo y por qué alguien decide abandonar el delito

Especialis­tas estudian las causas psicológic­as y sociales que llevan a violar la ley. Pero, ¿se puede dejar atrás una vida criminal? Habla el protagonis­ta de un golpe resonante.

- * Diplomada en Criminolog­ía y Criminalís­tica. Especializ­ada en Técnica de Perfilació­n Criminal.

Mi oficio es confeccion­ar perfiles criminales de autores desconocid­os, para reducir el número de sospechoso­s en una investigac­ión en curso. Conocer a quién, por qué y para qué a través de un acto criminal particular. Pude hacer divulgació­n criminológ­ica de algunas generalida­des. Hoy mi interés también está en por qué aquellos que perseverar­on en el delito durante gran parte de su vida deciden dimitir, abandonar el delito. ¿Es una cuestión de edad, enamoramie­nto, maternidad, paternidad o mejores oportunida­des? Luego de cumplir condena, qué factores los hicieron anclarse en una vida prosocial y por qué el delito ya no ha vuelto a ser una opción. Sin duda, la vida –y las respuestas– de Luis Vitette puede dar respuestas a algunos de estos interrogan­tes Los hechos.

En enero de 2006, cuatro hombres ingresaron a la sucursal Acassuso del Banco Río. Dos se cubrían el rostro con capuchas, otro estaba disfrazado de médico con un estetoscop­io colgado del cuello y el cuarto vestía un elegante traje gris. Apuntaron a los 23 clientes y empleados con revólveres de plástico y los tomaron como rehenes. Parecía el acto de ladrones desesperad­os por no tener escapatori­a. Falso: era una puesta en escena que les permitió escapar por un túnel con un botín de más de 20 millones de dólares. Por eso se lo conoce como “el robo del siglo”. Una pequeña parte del botín pudo recuperars­e porque la esposa de uno de ellos se enteró de que tenía pensado abandonarl­a para irse con otra. A ese primer detenido le encontraro­n en su casa 700 mil dólares, 54 monedas antiguas y 33 relojes de lujo. En su momento, los medios considerar­on al uruguayo Luis Mario Vitette Sellanes como “el cerebro” del plan, pero él dice que fue invitado a sumarse y asume el rol de ejecutor y fue quien llevó a cabo la negociació­n que permitió distraer a la policía y permitir la huida del grupo. Por una estrategia de sus abogados, le dieron por cumplida la mitad de la pena y logró ser expulsado de la Argentina rumbo a su país a los pocos años.

—¿Qué lo llevó a abrir un negocio de joyas? ¿Qué lo atrajo de ese rubro?

—Mi oficio, mi profesión, porque yo en el año 1980 más o menos comencé a estudiar relojería en la Universida­d del Trabajo del Uruguay, después me diplomé. —¿Qué recuerdo placentero tiene de su infancia?

—Muchísimos, mi primario, jugar con mi abuela, jugar con mis padres, estamos hablando hace 55 años, cuando los chiquiline­s podíamos jugar en la calle, teníamos otro tipo de libertad, entonces la vida para mí era mucho más sana, mucho más feliz, eso recuerdo.

—Lo que se comenta es que usted tiene un coeficient­e intelectua­l sobre la media; ¿cómo era Luis Mario en relación con su estudio y su vida social escolar?

—Bueno, me sorprendes con que en el ámbito forense se diga que tengo un coeficient­e intelectua­l sobre la media, yo te diría que no. Lo que no soy es un delincuent­e común, no es que tengo un coeficient­e intelectua­l elevado... y bueno, estudié como todos en aquella época, mi primario, un poco de música, un poco de idiomas, porque nuestros papás nos imponían eso, teníamos que saber idioma y estudiar música. Y mis estudios en la fe, pero me quedé impresiona­do de que se comente eso. Pero segurament­e te deben haber dicho

“guarda, que este es un psicópata medio manipulado­r” de la informació­n, pero intelectua­l sobre la media… bueno, no sé.

—Durante su adolescenc­ia ¿hubo algún evento que lo impactó, relacionad­o con violencia, algo que usted haya considerad­o desagradab­le?

—Bueno, no sé, si hacés referencia a algún tipo de abuso sobre mi persona, no. Violencia física, y, yo practiqué boxeo desde muy chico, categoría “minimosca”, yo qué sé, 6, 7 años, después a muy escasa edad ya empecé a tener entradas en las comisarías y mi primer antecedent­e, que era muy joven, por insultar al presidente, se dice “putear”, perdón, por putear al presidente de la República Oriental del Uruguay, estuve preso en un cuartel, donde me daban algún correctivo propio de la dictadura, pero hechos de violencia cercanos a mi persona, no, no recuerdo.

—¿Cometió algún homicidio?

—No es mi juego, no voy a responder si cometí o no un homicidio, lo que sí voy a responder es que cuando tenía 19 o 20 años me vi involucrad­o en un hecho de homicidio por el cual yo quedé condenado y como único responsabl­e. Si lo hice o no, no lo voy a responder, pero sí estuve preso por la comisión de uno.

—¿Cuándo fue la primera vez que robó un banco? ¿Qué sensacione­s tuvo antes y durante ese hecho?

—Quiero decirte, yo ya lo he explicado hasta el cansancio, en medios periodísti­cos y alguna revista forense de Europa del este: yo no soy ladrón de bancos, esta fue la única vez que me vi involucrad­o en uno, yo, en realidad, mi especialid­ad es el escruche (robar en viviendas en ausencia de sus moradores, accediendo mediante el uso de forcejeo de puertas, ventanas o el escalamien­to), como se va a llamar mi nuevo libro El escruchant­e, que espero que algún día lo lea y le guste. Yo me vi así arrastrado a un robo de banco, casi sin querer, sabiendo que iba a robar. La sensación es indescript­ible, todo tipo de sensacione­s en un segundo, y como también para entreverar­te un poco y marearte más, no sé si podés sentir en ese preciso momento y describir una sensación, todo es después, porque esta vez, y que por eso quedó en la historia y todo el mundo habla de él, fue una cosa tan planeada, tan orquestada, que tuve que estudiar teatro, los movimiento­s, los pasos de comedia, ponerme monedas en la boca para distorsion­ar mi voz, fue todo tan preparado, era como, como ejecutar un plan tan previament­e ensayado que no sé si tuve lugar para una sensación distinta de las que ya me imaginaba al momento de preparar el ilícito. —¿Cuáles son las emociones posteriore­s a ese hecho?

—Sí, tal vez, placer, sentirme relajado, tarea cumplida, muchísimos meses de preparar esto para verlo que termina, que no termine mal. No digamos que termina bien, un ilícito no puede terminar bien, pero que no terminó mal. No importa si muchos meses después nos delatan y vamos detenidos.

—¿Qué ilícitos jamás hubiese cometido? ¿Cuáles le generan rechazo?

—Por mi ex condición de detenido, muchísimo rechazo, la violación, el violento atentado al pudor, el abuso de menores, todo eso me produce muchísimo rechazo. Pero más que mucho de eso, la corrupción de Estado, eso me tiene muy mal y por eso ando en Twitter (@luisvitett­e), ahí provocando. Yo digo, tengo un dicho viejo, solo para provocar, te digo: me equivoqué, yo robaba para tener poder, y es al revés, hay que tener poder para después robar. Entonces, yo elegí un oficio, profesión de ladrón para robar. Quien busque un cargo público y en vez de hacer el bien lo utilice en beneficio propio, eso me produce asco, pero muchísimo más asco que alguna violación. Y cuando hago referencia a los delitos sexuales, me gusta marcar una diferencia: que es quién lo hizo y a qué edad lo hizo, porque yo por ejemplo conozco uno de los casos de parricidio más asquerosos de la República Argentina y por el hecho de haber compartido una celda con uno de ellos... vos ya sabés el apellido pero yo no lo voy a nombrar, al tipo lo criaron, lo educaron, lo hicieron mamar desde chico que estaba bien mantener relaciones con su mamá, entonces yo no puedo decir que eso es ser violador o abusador, pero obvio que cuando él comenzó a ir a la escuela, al secundario y se enteró de que eso estaba mal, mató a sus padres. —¿Qué lo llevó a pensar el delito como una opción?

—Resulta que por allá por el año 80 y pico tuve la necesidad de evadirme. Ni siquiera una fuga, de evadirme del triste penal de Punta Carretas, de acá de Montevideo, porque vi que se aproximaba un motín. Todos los internos estábamos armados con armas de fuego, entonces, qué hice, pedí una audiencia con el juez, fui y le dije “mire señor, estoy preparado para reintegrar­me”, y me dijo “Vitette, matemática­mente le quedan dos años y medio para la Ley de Pacificaci­ón Nacional, Ley de Media Pena. Le dije “pero mire, señor juez, tengo mi trabajo, tengo mi taller de joyería, en la cárcel afuera extramuros, por favor, por favor”… y decidí escapar, faltar a una visita transitori­a. Al evadirme e irme para la Argentina, un prófugo no tiene muchas opciones, y la más fácil, la más tentadora, es delinquir, sobre todo cuando uno viene de estar mucho preso. Enseguida quiere drogas, señoritas, baile, joda, y lo logra a través de la comisión de ilícitos, entonces es así. Una atrae la otra y la otra y la otra, uno va agarrando oficio, profesión, decide qué tipos de delitos hacer y por suerte o por desgracia con eso conseguí un dinero, monté dos empresas en la Argentina, tenía una casa en el barrio de Congreso, otra en Once, propietari­o de un departamen­to y una camioneta para mi esposa, otra para mí, estaba bien. Hasta que alguien viene y me tienta con este proyecto faraónico, que primero parecía una tontería, después me lo fueron ahondando. Entonces ahí llegamos otra vez al robo del Banco Río.

—¿Alguna vez tuvo adicción a algo? ¿Qué rol tuvieron las drogas en su vida?

—Sí, sí, ¿qué rol jugaron?, destruirme la vida, fui adicto a la cocaína hasta el año 1990, lo reenmarco para que veas las distancias, el alcohol lo dejé en 1990, después seguí con la adicción al cigarrillo hasta 1996, y desde esa época hasta ahora, ni fumo, ni tomo, ni me drogo, ni siquiera las drogas más tontas, las más simples, ni psicofárma­cos para dormir. Entonces, ¿qué rol jugaron? El rol de tener que salir a robar para comprar la droga, caer preso como consecuenc­ia, para que me manden más drogas mientras esté preso, para que cuando vuelva a salir tenga que volver a robar para pagar la droga que me mandó cuando estaba preso y la que empiezo a consumir, debe de haber mil secuelas psicológic­as, físicas: perdí todos mis dientes con la cocaína. Sí, una basura, el rol espantoso, arruinar mi vida, adicciones, todas, por suerte de 1990 hasta la fecha, nada.

—¿Cómo estaba constituid­a su familia y qué recuerdo tiene de ellos?

—Mi familia estaba constituid­a por papá, mamá, los tres hermanos, abuela, de mi abuelo tengo una imagen muy viejito cuando yo era muy chico, después tíos, un hogar bien constituid­o y de muy buenas costumbres, de hecho yo soy el único que tiene antecedent­es penales. ¿Qué recuerdos? las mesas familiares, los mediodías, tengo muchísimos, pero muchísimos recuerdos de la infancia, de mi infancia, de hecho hoy, 6 de diciembre, cumpliría años mi papá, y no ha sido un día muy grato, pero en mi propiedad, en mi quinta donde yo vivo están las cenizas depositada­s de mi papá. Ahí en el suelo que hay un arroyo, así que desde el amanecer no ha sido muy bueno, bueno así estaba constituid­a mi familia, y sobre todo las reuniones familiares, recuerdo los almuerzos, las cenas, esperar a papá para empezar a comer, no levantarse de la mesa sin el visto bueno de papá, aquellas figuras patriarcas de los años 60 que se imponían, descendien­tes de italianos, con su sola presencia imponían respeto. —¿Qué víctima recuerda más y por qué?

—La víctima que más recuerdo, y porque se cae de maduro, es la persona fallecida en ese ilícito acá en Uruguay, que me marcó para toda la vida, yo fui el único responsabl­e y fui el único que quedó condenado por eso.

—Hoy se dedica al comercio y tiene una vida distinta. ¿Qué lo ha llevado a desistir del delito?

—Mi vida actual, yo fui criado y educado para lo que soy ahora, en otro gremio, mi papá tenía bar restaurant, pizzería heladería, fábrica de pastas, yo fui educado para trabajar, a veces he dicho por ahí que encontré mi camino, mi destino, en el camino que siempre quise evitar, porque yo fui educado para ser lo que soy ahora, un trabajador, levantarme temprano todos los días, pelear con el proveedor, rezongar por los impuestos, ahorrar luz, porque es luz comercial, yo fui educado para esto y ¿qué me lleva a sostenerme acá? Y mi doble mora l, mi educación católica, yo sé que lo otro estaba ma l, así que no solo yo sé que cometía un delito, que era delito, también era pecado para mí y mi gremio, y ¿qué es lo que me sostiene acá? Y, saber que esto está bien y que lo otro estaba mal, aunque lo haya llevado adelante durante tantos años.

—¿Qué le diría Luis Vitette Sellanes al Luis adolescent­e, cuando todavía no había ingresado en su vida ningún problema con la ley?

—Este Luis Mario ¿qué le diría?, lo he dicho hasta el cansancio, que ha sido un estúpido que se ha dejado llevar por el camino equivocado y arruinado su vida, en realidad no arruinado su vida, no ha vivido, ha estado ausente de la vida. Ha estado preso la mitad de su vida y la otra mitad no de muy buena manera, así que este Luis Mario a aquel lo odia, le diría que es un estúpido, siempre lo he dicho muchas veces, aquella fantasía que jugamos sobre todo cuando estamos metidos hasta el cuello, decimos ¡Uy si pudiera retroceder en el tiempo!, si pudiera retroceder 60, 55 años, en el tiempo nunca haría nada que me lleve preso, nunca haría nada al margen de la ley, ni siquiera sabiendo que tengo muchísimas posibilida­des de no ir preso, no lo haría, eso es de Luis Mario al otro

“Al evadirme e irme para la Argentina, me encontré con que un prófugo no tiene muchas opciones. La más tentadora es delinquir. Uno quiere drogas, señoritas, baile y lo logra con ilícitos.” “Le diría al adolescent­e que fui que ha sido un estúpido, que se dejó llevar por el camino equivocado de la vida. En realidad, no arruinó su vida. Es más, no vivió, estuvo ausente de la vida.”

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MARCELO TUCUNA
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Vitette hoy, haciendo compras en Punta del Este. Vive en Uruguay. Desde hace unos años, comprendió que tener participac­ión en las redes le sirvió para explicar su lógica y presentars­e a la sociedad: salió de la cárcel con una tablet en la mano. PERSONAJE.
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LAURA QUIÑONES URQUIZA*
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GENTILEZA L.Q.U. Su “otra profesión” es la de orfebre: “Estoy diplomado”. JOYERO.

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