Perfil (Sabado)

EL HOMBRE QUE SALVA Y EL QUE ESPERA SALVAR

CON DOS DESTELLOS COMO LOS DE ANTES DE LASS LESIONES, EL DELANTERO DE BOCA ABRIO LA SERIE ANTE PALMEIRAS.EIRAS. EL DE RIVER, EN CAMBIO, SIGUE EN DEUDA CON LOS HINCHAS.

- NICOLAS ROTNITZKY

El fútbol es tan efímero que dos noches alcanzan para modificar las afirmacion­es sostenidas a lo largo de todo un año. Si hasta la semana pasada la diferencia entre River y Boca estaba en la capacidad de sus entrenador­es, los recientes partidos de Copa Libertador­es cambiaron el paradigma: la diferencia entre Boca y River, ahora que uno está cerca de la final y el otro precisa un milagro para alcanzarla, está en la eficacia de sus delanteros. Darío Benedetto enfiló al Xeneize hacia el partido decisivo, mientras que el débil Lucas Pratto carga con la obligación de hacer lo propio con el conjunto de Núñez.

Pratto era el hombre salvador para Marcelo Gallardo, quien pidió y pujó por su incorporac­ión. Contra Gremio fue suplente y cuando entró a la cancha, promediand­o el segundo tiempo, lo hizo en sintonía con sus compañeros: estuvo apagado, errático, sin la lucidez necesaria como para destruir la fortaleza de un planteo táctico impenetrab­le. Darío Benedetto, en cambio, era una figura más simbólica que real. Aunque nadie dudaba de su jerarquía, el regreso luego de su cadena de lesiones había sido un sueño oscuro: Benedetto era un atacante que parecía sufrir los partidos. Guillermo Barros Schelotto había decidido prescindir de él. Es que no había convertido goles. El maleficio se acabó el miércoles en la victoria ante Palmeiras. Necesitó de un salto rapaz en el área y una pisada barrial seguida de un latigazo fortísimo para aniquilar las expectativ­as de un equipo que venía con ánimos de fiera indomable. El fútbol es tan volátil –y tan maravillos­o– que cada semana construye nuevos héroes y villanos.

El caso de Pratto es un guión clásico. Es la típica historia del refuerzo que llega como estrella y no consigue alcanzar su máximo esplendor. Sin embargo, aporta desde otros aspectos del juego menos valorados por la posición que ocupa en el campo: se embarra para recuperar la pelota en ataque, combate cuerpo a cuerpo con sus marcadores y es la descarga fácil para sus compañeros. El ex Vélez disimuló su anemia de goles con sacrificio. El martes la buena voluntad no será suficiente. River necesita al menos dos tantos para llegar a la final y, en caso de que Gallardo le devuelva la confianza, Pratto es el encargado de consumar la faena. Nadie provoca tanto temor en los defensores brasileños como el ex Atlético Mineiro, que también supo conquistar a los fanáticos de San Pablo. Pratto necesita mostrar los dientes y reconectar­se con el gol. Para testearlo, Gallar- do lo pone de arranque ante Aldosivi osivi este sábado. El Muñeco o pretende que recupere el olfato, ato, que huela sangre, que fortalezca talezca su confianza, que llegue gue furioso a la revancha.

Si el presente de Pratto es un film m clásico, el de Benedetto es una remake de la película de Martín Palermo y la noche e del gol de las muletas, aunque nque a Guillermo Barros Schelotto helotto no le haya gustado la comparació­n. omparación. Nadie lo esperaba aba como redentor en la Bombonera. mbonera. Ultimament­e había fallado en los escenarios enarios importante­s tantas tas veces que parecía acostumbra­do a ser una a sombra. Fueron once ce meses y cuatro lesiones, con una a rotura de liga-

mentos incluida, sin jugar. A su vuelta había perdido la frescura que lo caracteriz­aba cuando salía del área, la frialdad de sicario para elegir el lugar preciso donde definir las jugadas. Ahora era un futbolista sostenido por su pasado. El Benedetto del pasado, sin embargo, apareció como un rayo en el área para cabecear un centro muerto. El mejor Benedetto rompió la noche –y la serie– cuando arrolló a todos con una resolución digna del mejor Zlatan Ibrahimovi­c. Es probable que el ex América de México juegue hoy. Si lo hace es porque el Mellizo quiere continuar puliendo a su joya recuperada.

Para mostrar de qué están hechos, Pratto y Benedetto no podrían tener una mejor escenograf­ía que la revancha de una semifinal de la Copa Libertador­es en Brasil. A Pratto se le demanda una actuación rutilante desde su arribo, en febrero. Apareció en la vuelta contra Racing para abrir el marcador, pero después sus actuacione­s se diluyeron tanto que acabó perdiendo el puesto con Nacho Scocco y Rafael Santos Borré. Benedetto encendió las luces el miércoles. Ahora luce listo para recobrar su versión más sensaciona­l. Parece haber ganado la pulseada en la lucha por el corazón del área con Wanchope Abila.

Aunque la próxima semana ambos tienen una cita con la historia, el desafío puede ser aún más legendario si les toca encontrars­e en la final más increíble de todos los tiempos. Que ocurra depende de ellos.

PRATTO LLEGO COMO SALVADOR, PERO HACE EL TRABAJO SUCIO. BENEDETTO VOLVIO A BRILLAR

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