Perfil (Sabado)

PREVIA CALIENTE

ENTRE ELOGIOS Y CHICANAS, LOS ESCRITORES ARIEL MAGNUS, HINCHA DE RIVER, Y SERGIO OLGUIN, FANATICO DE BOCA, ANTICIPAN LA FINAL DE LA COPA LIBERTADOR­ES.

- ARIEL MAGNUS*

CHOCAN LOS EQUIPOS

Me da respetuosa risa cada vez que anuncian que se verá en el cielo un eclipse o cualquiera de esos fenómenos únicos que ocurren cada veinte o cien años. No por el espectácul­o en sí sino por los espectador­es. Que algo ocurra cada muerte de obispo, empezando por la muerte de un obispo, nunca me pareció suficiente anzuelo para el interés.

Hasta esta semana. River y Boca jugando una final de la Libertador­es, algo jamás visto en la historia del universo y que ue nadie sabe si se volverá a repetir (como omo sí sabemos con los movimiento­s s de los astros, aunque no vayamos a verlos de nuevo), me hace entender por primera vez lo que significó el cometa Halley. Una final del mundo entre ntre Argentina e Inglaterra o Brasil sería ía un lindo espectácul­o, hay que verlo, pero esto que viene amerita que por una na vez sean los planetas los que salgan n a sus balcones para observar lo que ocurre en la única pelota del espacio que ue hace honor a su forma.

Nunca dudé de que River iba a llegar a la final, como debió haberlo hecho el año pasado do (nada contra Lanús, pero cuánto mejor ejor hubiera sido que nos representa­ra a un equipo que se trajera un triunfo como mo el del martes, ¿verdad?). Pero desde e que parecía que Boca también llegaba aba (aunque nunca se sabe con ese equipo quipo especialis­ta en copas… del pasado) o) no puedo más de la ansiedad. Ganarle arle a Boca es siempre como ganar una a Libertador­es, de modo que ganarle la a Libertador­es en el Gallardine­ro será todo.

Al único o que le tengo miedo es al VAR. Aunque nque ahora nos hizo la gaúchada de detectar una mano que no o vio ni Scocco (el jugador r más lindo de ver jugar con la banda desde el Mencho Medina Bel Bello), lo), el carácter veleidoso de este jugador gador número 23, que patea a para el equipo que quiere cuando se e le antoja, me da unos nervios insoportab­les, por no ser futbolísti­cos. Es el desquicio quicio insano ante una computador­a dora tildada o un embotellam­iento, , lo más lejano posible a mirar el reloj eloj cada segundo o reclamar como mo loco un lateral.

Ya que no se lo puede anular como al gol ol doble de visitante, y ya que esta ta finalísima será todo lo que se recuerde de este bello deporte cuando deje de existir, mi propuesta sería jugarla de este modo: se juega un partido; luego se juega un segundo partido a partir del minuto en que el VAR cambió el rumbo del primero, pero como si no hubiese intervenid­o; luego un tercero con la misma lógica, y así hasta completar un encuentro entero sin VAR. Se suman todos los resultados y sale el campeón.

Esta novedad tec-no-lógica me preocupa (y hasta ahí, porque a Gallardo le tengo más fe que a la injusticia de Dios, que no falla casi nunca). Pero también me preocupa toda la gente que no es de River ni de Boca, por no hablar de la que no curte el fútbol. Chocan los planetas y estos infelices, ni enterados. Mi consejo es que se tomen la semana que viene para elegir de qué lado vivir el partido de los partidos, lo único que nos habrá pasado en nuestras vidas. Y si quieren ser felices, blanco y rojo son sus colores de elección.

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* Escritor, hincha hinch de Boca. GOLEADORES. Pity Martínez, autor del tanto que clasificó a River. Benedetto entró en las dos semifinale­s y convirtió.

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