Grieta en la Corte por tres fallos
Leyes claves y conflictos recalientan la interna judicial
Está a punto de resolver sobre jubilaciones, 2x1 a represores y Farmacity, causas sensibles para el Gobierno. Choques jurídicos, venganzas personales y un nuevo presidente que busca afirmarse.
El cambio en la Corte también resultó más problemático de lo esperado. Tanto para el Gobierno como para el nuevo presidente de los supremos, Carlos Rosenkrantz, las expectativas no coincidieron con la realidad. Si el rumbo de la economía ya le había dejado esa enseñanza al macrismo, el enroque en la Corte lo reafirmó. El cuarto piso del Palacio de Tribunales está hecho un hervidero, cargado de pequeñas venganzas personales, choques sobre la mirada del derecho y presiones políticas.
A Rosenkrantz, el juez más afín al Gobierno (y esperanza blanca de la Argentina empresaria), le cuesta consolidar un statu quo en torno a su figura. Y el Gobierno sufre indirectamente esa dificultad. Sobre todo cuando la Corte está a punto de fallar sobre una serie de causas sensibles para sus intereses: la forma de calcular las jubilaciones (podría beneficiar a 150 mil personas, generando un desembolso imprevisto), el desembarco bonaerense de Farmacity y el beneficio del 2x1 para los represores.
El reclamo del jubilado Lucio Blanco ya pasó por todas las vocalías. Pero quedó trabado en la de Rosenkrantz, quien por ahora se resiste en minoría (¿junto a Elena Highton?). La posibilidad de manejar los tiempos de las sentencias es la mayor ventaja de presidir la Corte.
Si bien no se trata de una división estática, en las últimas semanas se repitió un clima de 3 a 2 en contra de Rosenkrantz y su vice: la veterana Highton. El almuerzo de ambos en la Casa Rosada escenificó esa soledad. El grupo “peronista”, compuesto por Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, se negó a reunirse con Mauricio Macri, Marcos Peña y el ministro de Justicia, Germán Garavano.
El trío rechazaba la presencia de otros dos anfitriones que finalmente se ausentaron: los asesores presidenciales José Torello y Fabián “Pepín” Rodríguez Simón. Ambos son consiglieris de Macri en política judicial, y arrastran una inquina con Lorenzetti.
La desconfianza empezó dos semanas antes de que Macri asumiera, cuando los supremos declararon la inconstitucionalidad de un recorte impositivo de Nación a las provincias. Esa decisión significaba un desfinanciamiento millonario para el Gobierno. Los newman boys lo interpretaron como un intento de Lorenzetti por marcarles la cancha.
Un mes más tarde llegaría el contraataque. Rodríguez Simón fue el autor intelectual de un decreto para poner de forma exprés a Rosenkrantz y Rosatti en la Corte. Ahí empezó a diluirse la hegemonía del (ahora ex) presidente del tribunal.
Mensaje. Durante el almuerzo del martes pasado, se difundió un fallo de la Corte adverso al macrismo, con un aire al de 2015: con voto de los “peronistas”, abstención de Rosenkrantz y oposición de Highton, los supremos ordenaron que Nación le devuelva millones de pesos de coparticipación a La Pampa.
En adelante, el riesgo para el macrismo es que se repita ese 3 a 2 en casos de interés oficial. Cerca de Macri lo relativizan: “Son cinco individualidades. Pero Lorenzetti opera y les hace un abrazo de oso, con la intención de sostenerse y evitar el juicio político de Lilita”.
Se refiere a la cruzada de
Elisa Carrió contra su archienemigo de la Corte: además de haberlo acusado por mal desempeño, la diputada pidió que la Auditoría General de la Nación revise el manejo de las cuentas durante la gestión del juez santafesino. Le apuntó al contador Daniel Marchi, puesto por Lorenzetti en 2008 como secretario de Administración en la Corte.
En medio del escándalo de acusaciones cruzadas con Lorenzetti, Rosenkrantz también puso la lupa sobre Marchi: quiso reemplazarlo, pero no lo consiguió. Tampoco logró aplicar una idea que tenía su equipo para comunicar las sentencias: que los jueces anticiparan sus votos para armar las gacetillas de prensa. Se impuso la desconfianza por posibles filtraciones, y la propuesta del ex abogado del Grupo Clarín se cayó.
Elenita. Sin consensuarlo con los otros ministros de la Corte, Rosenkrantz delegó en Highton el reparto de vacaciones y licencias entre jueces, funcionarios y empleados. Se trata de una atribución relevante dentro de la familia ju- dicial. Según comenta un camarista, la jueza de 75 años a su vez delegó informalmente esa facultad en su hija “Elenita”, la secretaria de Relaciones de Consumo de la Corte. “Ella no es empleada de la vocalía de su mamá. Es secretaria de toda la Corte. Es incumplimiento de deberes de funcionario público”, protesta un funcionario del cuarto piso de Tribunales.
En diciembre de 2015, L orenzet ti había fir mado el ascenso de la hija de Highton, dándole rango y sueldo de camarista. Ahora, esa camaradería voló por el aire. La jueza avaló el minigolpe palaciego de Rosenkrantz a Lorenzetti. El trío “peronista” mira de reojo al nuevo jefe de la Corte por su oficialismo, ideología positivista y aires soberbios. Rosatti espera su momento, mientras la falta de cintura política desgasta a Rosenkrantz. Y el Gobierno apuesta a que Lorenzetti pierda su capacidad de influencia, empezando por el fallo sobre el cálculo de la jubilación.