El dolor de no respetar a los clásicos ni a la audiencia
Bertolt Brecht, dramaturgo, director, poeta y teórico del teatro alemán, escribe Madre coraje en Suecia, en 1939. Es esta una de sus obras más emblemáticas. Focaliza en la protagonista su crítica a una sociedad más unida al dinero que a los afectos. Esta relación filial es la mínima esencia de una comunidad. La Argentina tuvo el privilegio de ser uno de los primeros países de América en estrenarla, fue en el teatro IFT, en 1953. Apenas un año después, otro espacio independiente contaría con Alejandra Boero como Coraje. Aunque la más cercana sea la que presentó el director georgiano Robert Sturúa en el Cervantes (1989). Aquella versión tuvo ilustres dramaturgos firmando la versión: Roberto Cossa y Eduardo Rovner. La actual adaptación parece ser anónima. Ni en el programa de mano ni en la información entregada a la prensa figu- ra quién es el responsable. No solo se suprimieron todas las canciones –elemento épico fundamental– sino que se cambió el sexo de un personaje (aquí la cocinera) y se modificaron escenas fundamentales e incluso la muerte de la única protagonista heroica de la obra: Catalina, la muda. Cada una de estas modificaciones hace que se diluya la feroz crítica que emprendió Brecht sobre los seres camaleónicos.
No significa que no se pueda hacer una síntesis, pero sin modificar el espíritu de su creador. Hay varias frases que se dicen en el original y que son el esqueleto de lo que se proponía, pero que aquí se pierden: “La guerra son los negocios” o “quien con la guerra quiere vivir en algo tiene que contribuir”.
No casualmente ubicó la acción durante la Guerra de los Treinta Años, uno de los tantos conflictos bélicos que tuvieron a las religiones como excusa. En el teatro Regio no aparece. Muscari quitó canciones, secuencias fundamentales, personajes, pero agregó micrófonos a todos sus actores, imperando así los gritos. En el vestuario, maquillaje o pelucas buscaron el impacto visual más que la intención del autor. Mucho lujo para quienes transportan mercadería en una guerra, aunque el famoso carro aquí sea una cama con ruedas… Sumó –supuestamente por su propio estilo– un desnudo innecesario y secuencias de baile más cercanas a otro universo no brechtiano. El elenco, integrado por Claudia Lapacó, Héctor Díaz, Emilio Bardi, Esteban Pérez, Agustín Sullivan, Iride Mockert, Silvina Bosco, Natalia Lobo y Osvaldo Santoro, cumple con las indicaciones de un director que no llegó a comprender el universo de uno de los creadores más importantes del siglo XX. Para Brecht era importante entretener, pero siempre con reflexión, por eso rechazaba la frivolidad.