Perfil (Sabado)

HISTORIAS DE GUADALQUIV­IR

Aunque todos quieran ir en Semana Santa, la ciudad andaluza que hizo famoso a un río, deslumbra todo el año: clases de flamenco, judería, un museo debajo del mercado y sabores heredados, ya propios.

- SUSANNE FOWLER*

Sevilla es más que sus celebracio­nes de Semana Santa y Feria, cuando los precios aumentan y se alargan las filas para los principale­s sitios turísticos, como su famosa catedral y el Real Alcázar de Sevilla. La capital andaluza puede recorrerse a pie –y en bicicleta– con capas aún visibles de sus legados cristiano, musulmán y judío. Pero ir más allá del itinerario usual de las iglesias y palacios permite descubrir una historia multicultu­ral sorprenden­te. DÍA 1. Triana, del otro lado El distrito de Triana, al otro lado del río Guadalquiv­ir, alguna vez separó a los aristócrat­as de los pobres y los trabajador­es. Cerca de la ribera, el tradiciona­l Mercado de Triana es un espacio techado encantador donde algunos comerciant­es venden hortalizas, carnes y pescados –sus puestos están marcados con brillantes azulejos de cerámica–, y otros café, pastelillo­s, carteles y abanicos con encaje. Sin embargo, debajo del mercado están los restos del Castillo de San Jorge, una edificació­n medieval que albergó a la infame Inquisició­n española y ahora es hogar del Museo de la Tolerancia. Su exposición ofrece una crónica de los abusos de poder de la monarquía católica y de los miles de judíos convertido­s al cristianis­mo, pero de quienes se sospechaba que en secreto practicaba­n el judaísmo (sin costo). Los residentes aún se refieren con orgullo a

esta zona, que alguna vez albergó a marineros y artesanos de cerámica, como el área de la República Independie­nte de Triana. Para comenzar a conocer la gastronomí­a sevillana, están los bares de tapas del vecindario. Un recorrido individual, guiado por un joven bailarín llamado Jesús (notjustato­urist.com; 95 euros), fue una introducci­ón perfecta para navegar por la cultura de las porciones más pequeñas llamadas tapas (en comparació­n con las porciones más grandes llamadas raciones). Comience admirando los azulejos y los afiches clásicos de tauromaqui­a en Casa Cuesta, abierta desde 1880. Pruebe un tinto de verano mientras saborea el menudo trianero, un guiso de influencia árabe con espinacas y garbanzos, o los dedos de berenjena frita con jarabe oscuro de azúcar de caña. Diríjase por la calle al sitio original de Las Golondrina­s para tomar un vaso de pilsner Cruzcampo y comer un plato de champiñone­s asados con alioli de perejil, o un trozo caliente de lomo de cerdo con granos de sal sobre un pedazo de pan que absorbe los jugos de la carne. La parada final es Típico, un lugar más elegante, para tomar jerez blanco seco y probar cebolla morada troceada y aceite de oliva.

Día 2. Camine por el este

Al este de los viejos muros de la ciudad se encuentra La SinMiedo, un centro cultural y cafetería con un patio de ambiente familiar para beber café con leche (€ 1,30) mientras la mujer detrás de la barra prepara pan tostado integral con jamón y queso havarti (€ 1,20) o un tazón de yogur y fruta (€ 2,20). Siga por la calle San Luis, larga, estrecha y cuya

carta de presentaci­ón es la Basílica de la Macarena, una construcci­ón neobarroca y relativame­nte reciente (1941). Detrás del altar está la Virgen de la Esperanza, del siglo XVII, cubierta de gemas, una pieza central de las festividad­es de Semana Santa en Sevilla. Si llega cuando hay boda, podría ver a las mujeres que usan mantillas de encaje elevadas por peinetas decorativa­s. Después vaya por un tentempié en la misma calle, quizás uno de salmón marinado en Kök Tu Cocina. Más tarde, eche un ojo a los productos de la boutique Janei, cerca de ahí: tazones de cerámica colorida (€ 7). Continúe hacia la Plaza San Marcos para ver los detalles moriscos en la torre de la Iglesia Católica . Esa torre, como la de la catedral de Sevilla, reemplazó lo que había sido un alminar. En Sevilla abundan los lugares para admirar el baile flamenco, algunos menos turísticos que otros. ¿Por qué conformars­e con ver un espectácul­o cuando puede estar en él? En Casa de la Memoria puede tomar una clase de flamenco para principian­tes de una hora (€10). Pregunte por los paquetes de clase y espectácul­o (€ 25). Vaya a la Alameda de Hércules, una plaza rectangula­r rodeada de árboles que se ha convertido en un centro hípster y que es notable por un par de columnas de la era romana que sostienen estatuas de Hércules y Julio César. Tome una mesa al aire libre bajo una sombrilla en Arte y Sabor, un lugar vegetarian­o y vegano. Pruebe la sopa de champiñone­s frescos (3,60 euros) y el falafel con salsa de yogur (2,90 euros). Para cerrar el día, los baños termales Aire de Sevilla lo llevarán a un palacio del siglo XVI estilo mudéjar, que se dice que fue construido en el sitio de un antiguo baño público del siglo I. Diríjase a la sala hammam de vapor y a las regaderas de agua fría; luego suba las escaleras para descansar en la atmósfera morisca de las aguas color turquesa del tepidarium bajo linternas de latón. iV Visite el Baño de Mil Chorros, en el que caben por lo menos una decena de personas. Más tarde, relájese en el patio soleado con un vaso de agua con limón (37 euros los fines de semana; por un costo adicional le pueden dar masajes o podrá darse un baño de vino en una tina de mármol). Un recorrido guiado en bicicleta de alquiler (Mak In Line) le permitirá descubrir, pedaleando junto al río, zonas que pocos turistas ven: los patios del Centro Andaluz de Arte Contemporá­neo, un antiguo monasterio convertido en fábrica de cerámica y después en museo, donde la instalació­n espeluznan­te de Cristina Lucas Alicia se asoma por las ventanas y luego pasa por los sitios que quedan de la Expo 92, entre ellos el modelo altísimo del cohete Ariane, afuera de lo que fue el Pabellón del Futuro. Los españoles comen entrada la noche, y no es inusual ver gente esperando una mesa en el bullicioso vecindario de Santa Cruz. Pero podrá encontrar pronto una mesa en La Bartola, y vale la pena la espera para probar sus generosas porciones de tapas con combinacio­nes de vegetales orgánicos o la tradiciona­l sopa de almendra y ajo (€ 3).

Día 3. Erudición sefardí

Adéntrese en otro aspecto del pasado de Sevilla con un recorrido a pie desde el Centro de Interpreta­ción Judería de Sevilla. Durante alrededor de dos horas, le presentará­n las calles que solían llevar los nombres de los zapateros y panaderos que habían vivido en aquella comunidad ahora desapareci­da. Verá un convento construido en el siglo XIV en el sitio de una antigua sinagoga y visitará un estacionam­iento subterráne­o que desplazó casi todas las tumbas de lo que solía ser un cementerio judío… De las 300 que eran, solo una quedó preservada en su sitio original, tras un exhibidor de cristal en el espacio número nueve (€ 22). Antes de irse de la ciudad, compre al norte de la Catedral las tortas de aceitte de oliva de Inés Rosales, crujientes y espolvorea­das de azúcar, canela o anís. Y pruebe lo que a los mismos sevillanos encanta.

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TRIANA INOLVIDABL­E. Es uno de los barrios más famosos por la historia gitana, el pasado de obreros y agriculto y la oferta de baile flamenco. Casa Cuesta, abierto desde 1880 en donde sirve el menudo trianero, guiso árabe.
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 ??  ?? METROPOL PARASOL. Una ciudad que también comienza a deslumbrar con su modernidad, en la Plaza La Encarnació­n.
METROPOL PARASOL. Una ciudad que también comienza a deslumbrar con su modernidad, en la Plaza La Encarnació­n.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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A BAILAR. En el Centro Cultural Flamenco, además de ver bailar oidrá tomar clases. En el Mercado de Triana, al otro lado del Guadalquiv­ir (der.) luego de hacer compras, podrña visitar al fin del día el Museo de la Tolerancia.
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Galería de fotos en: fb/perfilcom IG:@perfilcom

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