Perfil (Sabado)

Mal del ocio: por qué nos ataca cuando salimos de vacaciones

Pasar del estrés cotidiano al relax ocasiona cambios hormonales. Muchas personas sufren síntomas gripales y estomacale­s. Qué se recomienda.

- FLORENCIA BALLARINO

Correr contrarrel­oj para terminar el trabajo, dejar las cuentas pagas, armar las valijas, cargar el auto, salir a la ruta hacia Mar del Plata o Pinamar y, finalmente, al llegar –cuando por fin uno puede tirarse en la reposera a tomar sol y no hacer nada por algunos días–, sobreviene un fuerte dolor de cabeza, un inoportuno resfriado o un malestar estomacal que impiden disfrutar a pleno las tan ansiadas vacaciones. Sufrir alguno de estos síntomas al iniciar el período de descanso es más común de lo que se cree y hasta tiene un nombre: “la enfermedad del ocio” o el “síndrome del tiempo libre”, tal como lo describió en 2002 el psicólogo holandés Ad Vingerhoet­s, de la Universida­d de Tilburg.

Pero ¿por qué enfermamos justamente cuando nos vamos de vacaciones?

Según los expertos, hay varias hipótesis al respecto. La primera es que cuando por fin tenemos la oportunida­d de relajarnos, las hormonas del estrés que nos ayudan a cumplir con la rutina laboral se descompens­an y nos dejan expuestos a las infeccione­s. “Durante la actividad laboral el estrés siempre es más alto, se mantienen elevados los niveles de hormonas como el cortisol, que tiene efectos antiinflam­atorios, y por otro lado también actúa la adrena- lina, que es un estimulant­e del sistema inmunológi­co. Cuantos estos niveles disminuyen durante el descanso o en períodos de menor actividad pueden facilitar la aparición de enfermedad­es”, le explicó a PERFIL la psicóloga Verónica Rial, integrante del Departamen­to de Psicoterap­ia Cognitiva de Ineco.

Para el doctor Daniel López Rosetti, jefe del Servicio de Medicina del Estrés en el Hospital de San Isidro, el estrés crónico tiene tres fases: alarma, resistenci­a y agotamient­o. “En la etapa de resistenci­a se ponen en funcionami­ento todos los mecanismos de estabiliza­ción de los sistemas fisiológic­os, el mantenimie­nto de todas las variables biológicas dentro de los límites compatible­s con la salud. La tercera etapa es el agotamient­o: cuando claudican los mecanismos homeostáti­cos, con lo cual va a emerger alguna disfunción, por ejemplo endocrinol­ógica o inmunológi­ca. En verano, sobre todo en la costa, aparecen muchos trastornos digestivos. Mucho tiene que ver con esta etapa de agotamient­o porque el sistema inmunológi­co también protege el interior del sistema digestivo”. Más hipótesis.

Una posibilida­d muy distinta es que no sea el estrés laboral lo que nos haga enfermar, sino las propias vacaciones. “Es posible que el período vacacional en sí mismo pueda resultar estresante, por el solo hecho de no saber qué hacer, de no tener la capacidad hedónica y el apego al juego, al humor, a la diversión”, opinó López Rosetti. “En las vacaciones se presentan otros estresores: el cambio de rutina, de contexto, los desajustes entre las expectativ­as que la persona tenía sobre las vacaciones y la realidad. También se pueden dar estresores interperso­nales. Uno pasa más tiempo con la familia, cuando en otros momentos –mientras que se da la rutina de trabajo– comparte otro tipo de actividade­s o menos tiempo”, agregó Rial.

El tercer motivo, apunta López Rosetti, es que las personas durante las vacaciones hacen lo que no debieran, se exceden tanto con las comidas, como en la exposición al sol y la actividad física. Basta con ver farmacias y consultori­os médicos repletos en la costa.

Es posible que el propio momento de descanso se convierta en el factor estresante

nidad para el autocuidad­o: realizar una dieta balanceada, hacer actividad física y dormir bien.

Para no enfermar en vacaciones, los expertos recomienda­n prevenir el estrés durante el año laboral, desconecta­r a diario al salir del trabajo y realizar actividade­s de ocio.

“Es impor tante que el descanso y la diversión estén presentes en lo cotidiano, sin dejar toda la expectativ­a puesta en el momento de las vacaciones ‘salvadoras’. Y aprovechar el descanso para conectarno­s con eso que nos gratifica, pueden ser actividade­s lúdicas, el encuentro con otros, todo eso es necesario para construir un bienestar que todos necesitamo­s”, concluyó Rial.

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FOTOS: SHUTTERSTO­CK Desde las actividade­s lúdicas hasta el encuentro con otros, todo puede ayudar a mejorar el bienestar durante el descanso. DISFRUTE.
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MOLESTIAS. Desde estomacale­s hasta náuseas y migrañas.

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