Alternativas al mundo digital
Qué ocurre cuando los niños comparten más tiempo con celulares y tablets que con su entorno? ¿Aumenta el riesgo de presentar dificultades en el lenguaje? ¿Existe un tiempo de exposición recomendable?
Lo primero que es importante aclarar es que las pantallas fijas y móviles no son buenas ni malas. En los niños la diferencia la hace la utilización que los padres hacen de ellas. Es decir, cómo introducen a sus hijos en la cultura tecnológica y cómo los preservan de los posibles riesgos. Cuando, a su vez, los padres utilizan en exceso los dispositivos móviles, esto se asocia con menor interacción verbal y no verbal en la familia.
Por esta razón, un estudio de la Universidad de Toronto presentado en el Congreso de Sociedades de Pediatría, en mayo de 2017, indicó que el uso de pantallas (tabletas o móviles) se asocia a retrasos en el desarrollo (aprendizaje) del lenguaje.
Entonces, ¿tenemos que sacar la tecnología del alcance de los más pequeños? Claro que no. Pero sí debemos tener en cuenta que por mejor que sea no puede reemplazar a la interacción con el mundo que los rodea.
¿Cuáles son las alternativas al mundo digital? Nuevamente, debemos dividir el proceso por edades. Cada etapa tiene sus características y necesidades propias.
Para los bebés, el principal juguete son sus padres: escuchar su voz, recibir sus caricias, reconocer su olor… Son juegos de estimulación que despiertan la curiosidad por el mundo en el que viven.
Entre los 12 y 24 meses, los pequeños consolidan su capacidad de sostener interacciones más largas con sus adultos especiales, despliegan variadas funciones comunicativas y aumentan en cantidad y calidad todos los recursos gestuales que enriquecen las interacciones con los otros y el juego. Algunas alternativas para estimular y entretener a los niños en esta etapa son: lectura de libros, canciones: cantarles canciones que estimulen por ejemplo, imitación de gestos, que puedan asociarlas con diferentes momentos del día (por ejemplo una cuando llega el momento del baño), etc. “Atraparse”: es un juego que a los niños les encanta y favorece el desarrollo motor, la empatía, la resolución de problemas compartidos; jugar con todo tipo de materiales y objetos que estimulen sus sentidos: no hace falta tener todos los juguetes de la juguetería con luces y sonidos, muchas veces con cacerolas y cucharas disfrutan el placer de hacer ruido, tocar cosas, tirarlas al piso, manipularlas, etc.
Por último, entre los dos y los tres años empiezan a aparecer habilidades de juego simbólico. Es decir, tienen la capacidad de representar situaciones de su vida cotidiana y pueden representar roles. En esta etapa, recomendamos: acompañarlos en juegos que propongan: “tomar el té, ir a comprar al supermercado, cocinar”. Proveer actividades y juegos con texturas, sonidos, que continúen favoreciendo el descubrimiento sensorial y motor y lectura de cuentos.
En resumen, la tecnología debe ser incluida solo de acuerdo con las necesidades de cada niño. Quitarle los dispositivos a un chico no resuelve el problema. Debemos brindarles herramientas para que se conviertan en un complemento en su neurodesarrollo, y no un reemplazo.
Las pantallas fijas y móviles no son ni buenas ni malas. Depende de los padres