La Liga Patriótica
En 1919, los fantasmas de la revolución social, con la Revolución Rusa triunfante en la URSS, alentaron a la fundación de la Liga Patriótica Argentina, organizada en el Círculo Naval y liderada por Manuel Carlés. Participaron políticos conservadores y algunos radicales, opuestos a Hipólito Yrigoyen, y contó con el apoyo de la Policía. Sus grupos de civiles armados actuaban principalmente contra los huelguistas y los partidos de izquierda. Su bandera principal era la defensa del orden y la propiedad, la reivindicación de “la nacionalidad, amenazada por la “infiltración e x t r a nj e r a”, y la crítica a la “permisividad inconsciente” de los demócrata s. Además de Carlés contó con figuras como Florencio Parravicini en la vicepresidencia (artista de teatro, cofundador de la Asociación Argentina de Aviones, deportista, aviador y presidente del Aero Club Argentino, yatchman y tirador profesional), Eduardo Munilla también como vicepresidente (militar que había participado en la represión de la revolución radical de 1905) y Manuel Domecq García (director de la Escuela Naval en 1898 y observador argentino durante la guerra rusojaponesa de 1904-1905, ministro de Marina en 1922).
En un momento de dificultades sociales, la huelga que estalló durante el primer período presidencial de Yrigoyen, afectó las operaciones portuarias. Joaquín de Anchorena, presidente de la Sociedad Rural Argentina y próspero estanciero, fundó en 1918 la Asociación del Trabajo, con el concepto de conciliación y de lucha. Sus hombres fueron rompehuelgas “y matones” en momentos de conflictos. Lo acompañaba Pedro Christophersen, dueño de una importante agencia marítima, la Allison Bell, quien había sido también el fundador del Centro de Navegación, que agrupaba a los patrones del sector. En ese sentido, la Asociación Nacional del Trabajo, que rápidamente pasó a denominarse Asociación del Trabajo, dado el gran peso que tenían en ella las empresas extranjeras, se dio una organización que buscó el compromiso de los empresarios. El objetivo era no ceder a ningún reclamo obrero ni reconocer a ningún sindicato. Por ello, abrieron sedes en el interior del país, a la vez que redactaron un boletín para mantener informados a todos los miembros, y un periódico con llegada a los trabajadores. El gobierno de Hipólito Yrigoyen generó rechazo, enojo y temor a los empresarios que veían en el caudillo radical a un importante aliado de las organizaciones obreras y cuestionaron su “demagogia populista”. Es cierto que Yrigoyen había entablado una importante amistad con la Federación Obrera Marítima (FOM), un gremio clave que unido a otros tenía la capacidad de detener el transporte y la producción de granos, actividades fundamentales.
Su bandera principal era la defensa del orden y la propiedad, y la reivindicación de la “nacionalidad amenazada por la infiltración extranjera”