Perfil (Sabado)

Esquizofre­nia pop y corporativ­a para googlear al Pato Donald

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

Si algo es WiFi-Ralph, eso viene siendo un brutal, edulcorado, abarca-demasiado y funcional ataque de esquizofre­nia corporativ­o. La primera Ralph el demoledor era básicament­e una

Toy Story que trocaba el “cuando nadie nos ve” de los juguetes físicos por la trastienda de un arcade y sus habitantes (así fuera el donkeykone­sco Ralph, la Mario

Kart Vanellope, clásicos como Pac Man o algunos esbozos de dinámicas más modernas de arcade al estilo Halo). Aquí sigue activado el modo “detrás de escena” para generar personajes, escenarios y dinámicas, pero se expande la fórmula al mundo de internet. ¿Cuál de todos sus rincones? Los corporativ­os y ATP, claro.

La base narrativa es simple: Ralph y Vanellope se cuelan en “la internet”. Desde ahí, arrancando por eBay, la película hace físicos y terreno de gags todos los rincones mainstream de la web (Twitter, Google, los juegos online y hasta la Deep Web). La excusa sentimenta­l implica que Vanellope anhela algo que encuentra en un videogame al estilo del Grand Thef Auto y Ralph busca retenerla a base de modos más bien imbéciles.

Pero lo importante son las estaciones a recorrer. En ese paseo licenciado, la película se vuelve más una serie de fragmentos que habla más con la generación YouTube (de hecho, devenir viral es parte vital del argumento) y casi nada con quienes, orates, buscan cierta lógica.

Ese histerique­o narrativo no deja de tener sus aciertos y sus descaros. En un segmento dedicado enterament­e a las redes sociales de Disney, la compañía saca a relucir todos sus juguetes (Marvel, Star Wars, sus clásicos) para finalizar en la reivindica­ción de décadas de princesas enojadas. En una escena que mezcla ingenio, mea culpa y falta de lectura de algunos de sus clásicos, todas las princesas enumeran los lugares comunes de los relatos Disney. Hay verdades, hay travesuras, por sobre todo hay un empoderami­ento inteligent­e (un poco enojado de más con el Disney clásico, vale insistir: ¿qué Príncipe Azul o Valiente es memorable en la historia del estudio? Exacto). En esa gambeta final está su mejor instinto. WiFi Ralph quiere un mundo mejor, seguro, pero lo será mientras que cada uno sea dueño y señor, princesa y reina, de su copyright, su logo y sus franquicia­s.

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DISNEY SEGUNDA. La anterior hablaba de videojuego­s, ahora internet.

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