“Hubiera programado ‘Pantera Negra’ en Cannes”
El director artístico del festival galo reflexiona sobre el cine en plataformas y la ausencia de una renovación del público.
Thierry Frémaux es el director artístico del encuentro cinéfilo más importante del mundo, el Festival de Cannes. Pero esa oración vacía, gélida y obvia, sobre todo considerando que Frémaux visitó por décima vez Buenos Aires el pasado diciembre en el marco de la Semana del Festival de Cannes 2018 (una serie de estrenos que se dan durante Venta Sur, que no pasaron por nuestras salas y que sí fueron estrenados mundialmente en el famoso festival francés), implica que Frémaux entiende de forma clave lo que es su Festival hoy. Ese “hoy” implica un escenario donde el cine en salas se encuentra, si bien no en una encrucijada, sí frente a un cambio de escenario, de tamaños de pantallas, de nuestro vínculo con los contenidos, de una puesta en evidencia de la necesidad de una diversidad nueva y de una dicotomía cada vez más grande entre lo popular y el cine de autor (esa etiqueta que se siente más pegoteada de lo que debería). ¿Cómo explicar entonces un festival de cine donde la película con más expectativas de premios es un estreno de Netflix, Roma (y es sabido el cruce entre Netflix y Cannes, que implicó la ausencia de este mismo film en Cannes)? Frémaux: “Toni Erdman, por ejemplo, tenía su función en Cannes un viernes a la tarde. Dos horas y media después, la directora Maren Ade era una estrella mundial. Eso lo logra un festival de cine al que el mundo le presta atención. Sundance, Toronto, Berlín, Venecia. Aquí, por ejemplo, Bafici en sus principios acompañó la forma de una ciudad de vivir y amar el cine. Leyó algo que estaba ahí. Eso debe hacer un festival de cine: leer su presente y ayu- dar, si lo necesita, al cine, a la posibilidad de ver cine”.
—¿Cuál es el principal desafío que enfrenta la cinefilia hoy: adaptarse a las nuevas pantallas o entender que no se está hablando con ninguna generación salvo la que creció viendo cine en salas como ideal?
—Siempre hablamos de distribución, siempre hablamos de quién ocupa la alfombra roja, o incluso de políticas de Estado. O mismo del “estado del cine”, como la presencia de películas hechas para plataformas como Netflix o Amazon. Pero hablamos muy poco del público desde ese lugar que me estás preguntando: las nuevas generaciones. En Francia, desde la Segunda Guerra Mundial, se reinventó el amor al cine gracias a la Cinémathèque francesa, a los Cahiers du Cinema, a los clubes de cine. Hoy nos cuesta sentir que eso sucede con esta generación de pantallas. Hay que reinventar la cultura del cine.
—¿Cómo se puede lograr algo así cuando el cine está quizá más radical que nunca en sus tamaños e intenciones de ganancias (hablemos de “Vengadores” o la última película de Hong Sang-soo)?
—Paul Schrader, director y guionista, dijo: “En los años 70 podíamos hablar de un nuevo Hollywood, pero también había una nueva audiencia, una nueva forma de consumir cultura que empujó los intereses de la industria y del público a lugares similares, o incluso cuando esos intereses eran opuestos se lograban resultados impresionantes. Lo mismo en Francia. Yo también trabajo en Lyon, con el Festival Lumière, y realmente hacemos un trabajo que es la prueba de que el públi-
“Los festivales de cine son un lugar donde pueden sobrevivir los autores.”
co está intacto. Acá pasa lo mismo con el Bafici, o el Festival de Cine de Mar del Plata. O con la Semana de Cannes, hecha en el marco de Ventana Sur, con funciones llenas. Esas salas llenas te dejan en claro que hay un público que sí busca un diálogo cultural. El público prefiere salir a quedarse en casa para ver película”.
—¿Creés que es cierto eso?
—Por supuesto que yo he visto muchas películas en mi casa, películas que me han hecho cinéfilo, sea en VHS o DVD, pero necesitamos el cine en salas. Incluso en un mundo donde las plataformas y el Golden Age de las series están donde están en la conversación cultural. Aun así, no hay que vivir de la sacralización del pasado. Mi origen como cinéfilo es una cosa pero necesitamos mirar hacia adelante.
—¿Son los festivales una forma de mirar hacia adelante?
—Los festivales de cine son un lugar donde pueden sobrevivir los autores. Son eventos más similares a un festival de música. Eventos excepcionales donde estar enfrente del objeto es lo importante.
—Aun así, ¿cómo llegamos a la nueva generación que no ve cine?
—Hay que crear los focos. Cannes ahora tiene su independencia económica. El Bafici pone a Buenos Aires en el mapa mundial. Cannes sirve para poner la palabra “cine” en el centro del mundo durante diez días. Eso es valioso hoy en día. La música se reinventó logrando que el evento en vivo sea lo valioso. Los festivales son nuestros conciertos.
—Pero en la música pocas empresas aglomeran todo el contenido (Spotify, por ejemplo) y en el cine el valor del contenido a veces juega en contra de su circulación (sea una película de Netflix, de Amazon, de Disney).
—El Festival de Lyon, donde trabajo, compró tres salas que estaban a punto de morir, con 20 mil espectadores por año. Y ahora son 220 mil en dos años. Era un proyecto privado, con distribuidores, y funcionó. Si no se generan proyectos así, solo vamos a vivir de los Multiplex y las películas que les sirven a los Multiplex. No está mal, eh. A mí, Pantera Negra me gustó mucho. Pero necesitamos más que eso.
—¿Hubieras programado “Pantera Negra” en Cannes?
—Sí, por supuesto. Ryan Coogler fue descubierto en A Certain Regard, en Cannes. Y eso es Cannes: un festival que debe tener la elasticidad para tener cine de autor, cine enorme, Star Wars y Burning. ¿Por qué seguir dividiendo el cine?