¿QUE ES HOY UN FESTIVAL DE CINE?

—Otros aspectos satélites y no tanto al cine no permiten que convivan ambas opciones con igualdad de oportunidades. Las salas, el Estado, pero también las coberturas en medios o mismo la circulación de esos films en festivales. ¿Cómo se ayuda a una real igualdad o al menos la sensación de esa igualdad?

— Es impor tante no creer en las caricaturas del cine. Venecia, Berlín y otros festivales creen en el cine como arte. Cannes no es el campeón del mundo del boxoffice sino que es una manera de mostrar, de alumbrar, por ejemplo, el cine de género que se hace en China o una cineasta de Kenia joven. Es fácil enojarse con aquello que no está en un festival. Pero la circulación de esa información la logra un festival. El resto son problemas sobre los que, aunque podemos reflexionar, hay un margen que debería preocupar para generar una diversidad cultural genuina. Como en una librería, hay best sellers y pequeños libros en los que alguien creyó y publicó.

—Hablás de Cannes, del Festival de Berlín y el de Venecia como lugares del cine arte. ¿Cómo pensás que se vive el cine que no llega a esos festivales (que son a veces un confort para festivales más pequeños que frenan sus búsquedas en el menú obvio anual)?

—Ese es un gran problema del mundo de los festivales hoy. Es un pro- blema de Cannes. Estar en Cannes te ubica de determinada forma como película a la hora de las ventas, de la cober tura y en las salas (al menos en Francia). Las películas que no están en los festivales grandes son un problema muy difícil. Por ejemplo: en San Sebastián abrieron una escuela, y esa es una consecuencia muy buena de determinadas búsquedas del festival. Nosotros también vamos a buscar algo así: el año pasado trajimos 2 mil jóvenes al Festival de Cannes. Y vamos a imaginar otras cosas. De cosas así no sabemos el efecto. Cuando yo no sabía nada y visitaba Cannes, era hermoso. Me da mucha confianza esa sensación que pueden generar los festivales.