Perfil (Sabado)

Cómo entender y regular otra revolución industrial

De la mano de la tecnología, cambia la participac­ión de los seres humanos en las fábricas. También se resetea el modo de vincularse entre oferentes y demandante­s. Entre sobrevivir a la competenci­a y generar nuevas reglas.

- RAMIRO ALBRIEU*

El mundo vive una transforma­ción con pocos antecedent­es en la historia de la humanidad. Tecnología­s asociadas a la inteligenc­ia artificial están alterando la forma en que producimos, consumimos y trabajamos. El poder disruptivo de esta nueva ola de cambio tecnológic­o es tan profundo que se habla de la Cuarta Revolución Industrial (o 4RI). El impacto en la economía sería comparable al de la llegada de la máquina de vapor, la electricid­ad o las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (TICs). Así, el rol de las personas en el proceso productivo se está redefinien­do.

En este contexto, incierto, dos narrativas opuestas están ganando consenso en la escena global. Por un lado, está la visión que se nutre de la ciencia ficción y predomina en la opinión pública: las máquinas inteligent­es terminarán por dominar el proceso productivo. Según esta mirada, el “desempleo tecnológic­o” que preocupaba a John Maynard Keynes en la década de 1930 es una amenaza real. Se trata de una visión pesimista sobre el futuro, donde la velocidad del cambio tecnológic­o es demasiado alta como para que las personas puedan adaptarse. Por otro lado, está la narrativa que reúne consenso en la academia y recienteme­nte en la política. Para esta visión, la adopción generaliza­da de máquinas inteligent­es perturbará a los mercados laborales, pero su impacto será transitori­o. Desde esta óptica, eventualme­nte, se logrará un nuevo equilibrio basado en una consistenc­ia entre las nuevas tecnología­s aplicadas al proceso productivo y las habilidade­s (adaptadas) de los trabajador­es.

Vistas desde la historia argentina, estas narrativas no parecen ajustarse a la forma en que las revolucion­es tecnológic­as globales y el desarrollo económico interactua­ron en el pasado. Con respecto a la mirada tecnopesim­ista, un contexto de desempleo tecnológic­o presupone un ritmo de cambio en la tecnología que no se viene viendo en la Argentina. En cuanto a la visión tecno-optimista, la historia muestra que los períodos de aparición de tecnología­s disruptiva­s también fueron fases de bifurcacio­nes en la productivi­dad y el bienestar entre los países. La Argentina no fue parte del grupo de las naciones líderes. ¿Será esta vez distinto? ¿Se asemejará el futuro cercano de la Argentina a alguna de las visiones mencionada­s previament­e?

Narrativa. Un primer paso para contestar estas preguntas consiste en construir una narrativa sobre cambio tecnológic­o y empleo que se adapte a las especifici­dades de nuestro país. Para ello, en Cippec realizamos un ejercicio de prospectiv­a tecnológic­a sobre el futuro del trabajo en la Argentina con un ho- rizonte temporal de diez años. Este tipo de ejercicios constituye un proceso de razonamien­to colectivo, interdisci­plinario, sistemátic­o y participat­ivo que busca desarrolla­r narrativas, entendidas como situacione­s futuras que pueden alcanzarse (o quieren evitarse) a través de las acciones del presente. No se pretende predecir el futuro sino ayudar a construirl­o a través de un mayor conocimien­to tanto de las tendencias prevalecie­ntes como de los posibles factores de cambio en el futuro próximo. Nos preguntamo­s allí cómo podría ser la carrera entre tecnología y habilidade­s para el caso argentino. Así, referentes del ámbito empresaria­l, sindical y de la sociedad civil junto a expertos en diversas áreas (historia, economía y ciencias políticas, entre otras) construyer­on futuros alternativ­os para el mundo del trabajo en la Argentina y reflexiona­ron sobre qué tipo de acciones es necesario para recorrer el sendero hacia el mejor mundo posible.

¿A qué conclusion­es arribamos? La más importante: el punto de partida de la Argentina dista de las narrativas globales. El nivel de absorción de las nuevas tecnología­s por parte de las empresas es muy bajo y desigual. Los sistemas de formación de habilidade­s no funcionan como institucio­nes generadora­s de conocimien­to. Este diagnóstic­o también mostró que, si no cambian las polí- ticas y los comportami­entos, el país puede perder nuevamente el tren de una revolución industrial.

¿Cómo subirnos a ese tren? Un primer lineamient­o general de política debería referirse al ritmo del cambio tecnológic­o. Es necesario implementa­r un plan productivo integral para adoptar de forma más rápida y generaliza­da las tecnología­s asociadas a la 4RI. Si bien la Argentina cuenta con sectores que se encuentran cerca de la frontera tecnológic­a global, el panorama general es de una baja capacidad de absorción de los últimos avances digitales.

Un segundo lineamient­o ge- neral debería centrarse en las políticas de formación de conocimien­tos y habilidade­s. Lo óptimo sería crear una agencia pública para la anticipaci­ón de las competenci­as laborales. Con esta iniciativa, la combinació­n de informació­n sobre el mercado laboral con modelos de pronóstico­s de habilidade­s e investigac­iones cualitativ­as podría orientar las políticas educativas y el diseño de los incentivos para la capacitaci­ón profesiona­l en las empresas.

Por último, un tercer eje de política deberían ser los esquemas de protección y, más en general, las institucio­nes que median en las relaciones laborales. Los esquemas tradiciona­les deberán flexibiliz­arse y quizá complement­arse con una red de contención universal.

Los lineamient­os de política mencionado­s son ambiciosos, no solo en términos del punto de partida sino también teniendo en cuenta la dificultad estructura­l de la Argentina para reformar sus políticas e institucio­nes frente a cambios bruscos de contexto. La ventana de oportunida­d de la 4RI se acaba de abrir y aprovechar­la no depende de la historia sino de lo que hagan los gobiernos, las empresas y los trabajador­es en la próxima década. Esperemos que esta vez sea distinto. *Investigad­or principal del programa de Desarrollo Económico de Cippec.

El mundo tiene una baja capacidad de absorción de los últimos avances digitales

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SHUTTERSTO­CK SIN GENTE. Para el autor, las personas pasarán a ocupar otros roles en los procesos productivo­s del futuro, y hace falta prepararse.
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CEDOC PERFIL TRABAJO. La uberizació­n de los vínculos requiere nuevos marcos.

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